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Sara, una mujer de 39 años, se debate entre la vida y la muerte en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Santa Lucía desde el pasado 2 de diciembre, cuando ingresó por complicaciones surgidas durante una lipoescultura realizada en la clínica Virgen de la Caridad de Cartagena. La intervención, consistente en la extracción de grasa de la zona abdominal, era en principio sencilla, pero todo salió mal.
«Sara entró al quirófano el jueves, día 2, a las ocho de la mañana», narra Ezequiel Nicolás, que ejerce de portavoz de la familia. «Tras la operación no conseguían estabilizarla, estuvieron más de cuatro horas intentándolo», explica. Al parecer, la cánula utilizada para la extracción de la grasa le había provocado graves perforaciones en la zona intestinal y el colon, y Sara comenzó a perder sangre. Se le transfundieron tres bolsas y media, según confirma Fulgencio Albaladejo, director médico del Virgen de la Caridad, quien asegura que la intervención no estuvo dirigida por un profesional del centro, sino por un cirujano externo. Finalmente, se dio aviso al 061, que trasladó a la paciente al Santa Lucía. «Llegó sobre las seis y media de la tarde, casi muerta», denuncia Ezequiel Nicolás. Desde entonces, permanece intubada y en estado crítico. Se le ha realizado una intervención ante la necrosis que presentaba en el colon, explica la familia, y sigue «con fallo multiorgánico».
Los familiares de Sara preparan ya acciones legales con el abogado Ignacio Martínez, de la asociación Defensor del Paciente, ante lo que consideran un grave caso de negligencia. «Le han dejado con toda la parte del intestino delgado y el colon perforado, con la pared abdominal destrozada, y con múltiples daños. Incluso se llegó a plantear la necesidad de un trasplante de hígado, aunque finalmente parece que ese órgano no está dañado», enumera Ezequiel. «La han tenido que operar, y cuando los médicos de aquí del Santa Lucía abrieron se dieron cuenta de que a Sara le habían hecho una carnicería», lamenta.
Fulgencio Albaladejo, director médico de la clínica, explica que aunque el cirujano era ajeno al centro, el resto del equipo sí era propio, y defiende su actuación. «Lo único que queremos es que la paciente se recupere totalmente. La actuación del personal del quirófano, a mi entender, ha sido correcta. En la praxis [del cirujano] no voy a entrar. Pero el seguimiento y las transfusiones se hicieron de forma ajustada a los mayores requerimientos de calidad», afirma.
Por su parte, el cirujano responsable de la intervención defiende que las complicaciones surgidas entran dentro del riesgo de una lipoescultura, aunque admite que «son poco frecuentes». El profesional señala a LA VERDAD que el riesgo aumenta en quienes ya se han sometido previamente a intervenciones en la zona abdominal, y que la paciente fue derivada a la UCI cuando se comprobó «que no terminaba de estabilizarse».
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