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En las últimas dos décadas, 193 personas han fallecido en la Región a causa del mesotelioma, un cáncer poco frecuente que está vinculado, en el 90% de los casos, a la exposición al amianto. Así se recoge en un informe del servicio de Epidemiología de la Consejería de Salud que analiza la evolución de la incidencia y mortalidad de este tumor. Los médicos que han elaborado el estudio no tienen dudas sobre el origen de la gran mayoría de los casos, y ponen el acento en la alta incidencia que se registra en Cartagena, donde miles de trabajadores de la industria convivieron con el asbesto (amianto) durante las décadas de los 70, 80 y 90. En concreto, la tasa de incidencia en la ciudad portuaria llega a ser 7,5 veces superior a la registrada en Murcia.
El mesotelioma es un tumor maligno que se origina en las células mesoteliales, habitualmente de la pleura, aunque también puede desarrollarse en el peritoneo, pericardio o en el tejido mesotelial que recubre los testículos. Es uno de los cánceres con peor pronóstico: apenas hay un 9% de supervivientes a los cinco años del diagnóstico.
La incidencia del mesotelioma es muy baja, pero se dispara en los núcleos industriales donde los trabajadores, especialmente de los astilleros, estuvieron expuestos durante décadas a la inhalación de partículas de amianto. Cartagena, Ferrol, Asturias, así como amplias zonas del País Vasco y la provincia de Barcelona, lideran la prevalencia de este tipo de cáncer, según reflejan los mapas de mortalidad publicados en España desde finales de los años 90.
El nuevo informe del servicio de Epidemiología deja patente esta relación entre actividad industrial y mesotelioma en la Región. Así, en Cartagena se contabilizaron 4,5 casos por cada 100.000 hombres entre los años 2008 y 2012, frente a apenas 0,6 por 100.000 en Murcia. En mujeres, la incidencia es mucho más baja, y también hay menos diferencias entre áreas geográficas.
El estudio concluye que, «en la Región de Murcia, la mayoría de los casos son atribuibles a la exposición previa al amianto, tanto industrial como doméstico. Por ello, no es extraño que el riesgo de padecer mesotelioma se triplique para los residentes de Cartagena, debido a la gran actividad industrial vinculada a la construcción y reciclado de estructuras y barcos, con presencia de amianto entre sus materiales».
En total, entre los años 2000 y 2017 se contabilizaron 193 muertes por mesotelioma en la Región. El 74% de los fallecidos eran varones, lo que se corresponde con el hecho de que la inmensa mayoría de trabajadores de la industria eran hombres. Sin embargo, llama la atención que 50 mujeres hayan muerto por este cáncer en las dos últimas décadas pese a no haber estado directamente expuestas al asbesto en los astilleros ni en otras plantas. «Diferentes estudios han demostrado que hay más incidencia de mesotelioma entre aquellas mujeres que conviven con personas en contacto con amianto», explica María Dolores Chirlaque, jefa del servicio de Epidemiología de la Consejería.
«Los trabajadores llegaban a sus casas con la ropa contaminada de amianto, y de ahí que sus parejas entrasen en contacto con esta sustancia», plantea como hipótesis más probable Ricardo Vaamonde, patólogo, especialista en Medicina Preventiva y principal autor del informe.
El estudio recoge, en todo caso, una buena noticia, ya que en los últimos años se observa una reducción del número de muertes por mesotelioma en la Región, lo que, en principio, debe estar ligado a una menor incidencia, aunque todavía no hay datos que lo corroboren. Lo previsible es que esa tendencia a la baja se vaya acentuando en el futuro.
En España, «el mayor nivel de exposición a los asbestos se alcanzó entre 1970 y 1973. En 1984 y 1993 se prohibieron una amplia gama de variedades de amianto perjudiciales para la salud, y en diciembre de 2001 se prohibió la comercialización y utilización del crisolito (amianto blanco)», explica el informe. Habitualmente, la enfermedad se desarrolla entre 20 y 40 años después de que el paciente haya estado expuesto. «Por ello, el pico máximo del efecto de los asbestos debería haberse producido alrededor de la primera década del siglo XXI». Lo esperable, por tanto, es que se produzca «una estabilización a lo largo de la segunda década». Los datos de mortalidad recogidos en el informe van en esta dirección, ya que entre 2013 y 2017 se produjeron menos fallecimientos que en el lustro anterior, cuando se registró la mayor mortalidad.
En cualquier caso, muchos trabajadores han estado expuestos al crisolito, el compuesto de asbesto más utilizado, hasta hace relativamente poco tiempo, dado que no se prohibió hasta 2001. El crisolito fue considerado durante mucho tiempo «bastante inocuo en comparación con otras formas de amianto, en particular la crocidolita o amianto azul, que ya se identificó como carcinógeno en los años 60». Sin embargo, «estudios más recientes apuntan a una carcigonecidad del crisolito similar a la del resto de asbestos. Se le atribuye hasta el 90% de los mesoteliomas pleurales y el 50% de los peritoneales que se diagnostican actualmente».
A día de hoy, «la utilización de toda clase de amianto ha sido prohibida en el ámbito de la Unión Europea», pero «siguen existiendo en las edificaciones y en numerosos elementos entre los que se encuentra el amianto», señala el informe.
Entre esas edificaciones con asbesto en la estructura, hay todo tipo de inmuebles, incluido centros educativos. El verano pasado, la Consejería de Educación cifró en 138 el número de colegios que presentaban amianto, fundamentalmente en las cubiertas de uralita. En principio, no hay riesgo mientras los materiales no se manipulen, dado que es la inhalación del polvo de asbesto lo que resulta potencialmente cancerígeno. En este sentido, la Consejería realizó mediciones en diversos centros, y en el 100% de los casos se descartó la presencia de partículas de amianto. Educación se ha comprometido a empezar a retirar estas cubiertas, pero Podemos exigió el pasado mes de febrero que se acometan de urgencia estas obras y se retire ya todo el amianto, debido a que algunas de estas cubiertas se pueden haber degradado por el paso del tiempo.
La exposición al amianto no solo está detrás del mesotelioma. También puede provocar fibrosis pulmonar y es, asimismo, un factor de riesgo del cáncer de pulmón, aunque en este caso es más difícil establecer una relación directa, sobre todo si el paciente es fumador. Cada vez hay menos dudas del impacto que la contaminación genera en la salud de la población de áreas industriales como Cartagena. Un estudio del Centro Nacional de Epidemiología y el Instituto Geográfico Minero asoció el año pasado la mayor concentración de plomo y cadmio en la comarca de Cartagena con un mayor riesgo de mortalidad por cáncer de pulmón, esófago y vejiga.
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