Secciones
Servicios
Destacamos
Hay muchas maneras de comenzar el día. Pero amanecer en el hospital con la noticia del nacimiento de tu primer hijo puede llevarse la palma ... . Sobre todo, si la madre no ha tenido un solo síntoma del embarazo en más de siete meses. Si no le ha salido la más mínima barriga, ni ha notado los naturales retrasos en la menstruación, ni ninguno de los múltiples cambios hormonales que suceden en el cuerpo de la mujer cuando suena la alarma de la maternidad. Absolutamente nada. Así, la primera noticia del primer día de tu nueva vida puede ser lo más parecido a un simulacro de broma. Un nuevo y surrealista capítulo del año que nos tocó vivir distópicamente: «Enhorabuena. Tienes un niño».
Esto es precisamente lo que le ha pasado a una pareja de jóvenes de la Región, dos novios en una relación formal que este año han experimentado lo que la ciencia ha venido a denominar como embarazo críptico (del griego 'kryptos', oculto). Es decir, una gestación que pasa completamente desapercibida a ojos de la propia madre –y del padre, claro– en muchos casos hasta que llega el mismo momento del parto y de la sorpresa mayúscula. Todo junto. Aunque la familia ha preferido preservar su identidad en el anonimato y ha declinado hacer declaraciones, LA VERDAD ha podido saber que Juana (nombre ficticio), una joven deportista que aún no ha cumplido los 25 años, empezó a sentir unos fuertes dolores abdominales y lumbares por la noche. Pronto desechó la idea de que la cena le hubiera sentado mal y en la cabeza le rondó una peritonitis, un cólico o algo peor. No era normal semejante tortura, que estaba castigando especialmente a los riñones. Antes de los primeros rayos de luz del día, llamó al 112 para pedir una ambulancia. Lo que nunca podría imaginarse la futura madre era el verdadero origen del sufrimiento. Estaba de parto y llevaba horas con las contracciones propias del momento. Pero eso solo lo descubriría varias horas después.
Al llegar al domicilio y comprobar el estado de la mujer, los sanitarios del 061 decidieron su traslado a un hospital, donde ingresó de urgencias. Los médicos realizaron allí las pruebas pertinentes para obtener el correspondiente diagnóstico, que apuntaba al cólico nefrítico. Sin embargo, fue una ecografía la que arrojó el resultado que nadie se esperaba. Juana estaba embarazada de 33 semanas, el bebé aporreaba con fuerza las puertas de la vida y no parecía con ganas de seguir disimulando la sorpresa. Sobre todo para la madre, que seguía jurando que aquello se trataba de un error cuando estaba entrando al paritorio. Además, la joven llevaba meses tomando pastillas anticonceptivas. No entendía nada.
La incredulidad generalizada entre médicos, paciente y familiares no tardó mucho en convertirse en una preciosa realidad que algunos profesionales cercanos al parto tachan, sencillamente, de «milagro maravilloso». Un milagro que resultó ser un varón de dos kilos y medio de peso, que llegó de improviso pero completamente sano. «Esto es lo único que importa», según las mismas fuentes.
Lo cierto es que este tipo de gestación es algo tan sorprendente como «relativamente común», según explica el especialista en Ginecología y responsable de Urgencias, Paritorio y Hospitalización Obstétrica de la Arrixaca, José Eliseo Blanco, quien deja claro que cuatro de cada cinco embarazos crípticos «se dan en mujeres mayores de 40 años, con parejas estables y que ya han tenido hijos con anterioridad», y no tienen nada que ver con trastornos o con la conocida negación del embarazo. Tal y como subraya Blanco citando la bibliografía médica europea, el embarazo críptico se detecta por los especialistas o los médicos de Familia en una de cada 500 mujeres durante los meses de crecimiento del feto. Y uno de cada 2.500 llega a término sin que nadie haya tenido la más mínima sospecha de la existencia del bebé. Así, de los más de 14.000 partos registrados en toda la Región en 2019, alrededor de una treintena se produjeron tras detectarse un embarazo críptico en consulta, por seis en los que la sorpresa se reveló en el momento de dar a luz.
Pero, ¿cómo es posible que una madre no reciba ninguna señal, durante meses, de que está gestando un bebé? «Tiene una explicación fisiológica muy sencilla», responde José Eliseo Blanco. «Lo que ocurre aquí es que hay una falta de comunicación entre el útero materno, donde está el feto, y la madre. Esa comunicación se produce fundamentalmente a través de hormonas, de estímulos sensitivos que aquí no se producen. Y la madre no se da cuenta de que está embarazada porque el feto no lanza esas señales. Por ejemplo, aquí no aumenta la hormona beta-hCG, que es la que provoca las típicas náuseas». ¿Y la barriga? «Muy sencillo también. Lo primero que tiene que hacer un bebé en el seno materno es sobrevivir. Por eso, cuando el medio no es el óptimo –porque falta comunicación o la placenta no funciona bien– el feto aminora el ritmo de su desarrollo, empieza a no moverse porque eso supone un gasto energético. Por eso, en este tipo de embarazos, el bebé ocupa el menor espacio posible de la madre y se verticaliza. Se coloca completamente vertical, la barriga crece a lo alto y no a lo ancho y eso hace que se vea la figura típica de la embarazada», ilustra. ¿Y los anticonceptivos? «En un embarazo, es como darle una aspirina a un caballo», resume. En realidad, todo esto ya es secundario. Que se lo digan a los padres, que terminarán de asimilar el «milagro» mientras ven cómo su hijo crece tan sano como feliz. Enhorabuena.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.