![María Teresa Sánchez Elduayen: «Ver a un ser humano que ha muerto en la patera te cambia»](https://s3.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/2023/11/19/mteresa-k0gE--1200x840@La%20Verdad.jpg)
![María Teresa Sánchez Elduayen: «Ver a un ser humano que ha muerto en la patera te cambia»](https://s3.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/2023/11/19/mteresa-k0gE--1200x840@La%20Verdad.jpg)
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La anestesista María Teresa Sánchez Elduayen lleva siete meses al frente de Cruz Roja en la Región de Murcia, pero su implicación con esta organización social viene de mucho más atrás. Entre 2017 y 2023 se encargó del departamento de Emergencias. Desde ese puesto, ... se encargó de coordinar la acogida a los migrantes que llegan a las costas de la Región. Ha visto desembarcar cadáveres sin nombre al muelle de Santa Lucía, en Cartagena. Una experiencia que le ha marcado.
–¿Qué balance hace de estos primeros meses en la presidencia de Cruz Roja en la Región de Murcia?
–Aunque tenía la experiencia de los años anteriores [al frente del departamento de Emergencias], esto es completamente distinto. Cruz Roja es una maquinaria muy grande. Si por balance se refiere a cómo me siento, esto es un reto, una gran oportunidad. A nivel personal, estoy aprendiendo muchísimas cosas. Es aprender cosas para poder devolverlas.
–Cruz Roja está en primera línea en la acogida a los migrantes que en las últimas semanas y meses están llegando a las costas de la Región. ¿Cuál es la situación? ¿En qué condiciones llegan estas personas?
–Cruz Roja lleva mucho tiempo ofreciendo esa atención, incluso antes de que estuviesen completamente institucionalizados los equipos de respuesta inmediata, que están formados por profesionales voluntarios. Dependemos del Ministerio de Migraciones y actuamos junto con Salvamento Marítimo, Guardia Civil, Policía, Frontex y la Comunidad Autónoma cuando llegan menores no acompañados. La situación, ahora, no es muy distinta a la de 2022. En todo el año pasado recibimos a unas 2.800 personas, y en 2023 llevamos unas 2.500. Lo que sí es distinto son los grupos humanos que nos llegan. Antes, eran en general hombres jóvenes en buen estado de salud y sin grandes complicaciones. Ahora nos vienen grupos familiares: mujeres, hombres, niños, mujeres embarazadas, familias, personas mayores, incluso con incapacidades.
–Es una travesía muy larga, dura.
–Hay personas que fallecen en el trayecto y algunos de estos fallecidos incluso están ahí [en la patera]; llegan con las personas vivas. Es muy duro, realmente. Una cosa es decirlo, verlo en televisión, y otra estar ahí. Hablo por mi propia experiencia: hasta que no estás allí y ves los cadáveres, no te haces una idea de la trascendencia y el peligro de hablar de colectivos humanos. No, ese fallecido es un ser humano, que está allí y se ha muerto en unas condiciones tremendas, en una soledad horrorosa. Eso cambia la percepción completamente.
–Cuando escucha hablar de oleada, invasión o delincuencia, ¿qué siente?
–Siento que algo estamos haciendo mal, en el sentido de la educación de la sociedad, de los valores humanos. Cada persona ejerce su opinión desde su punto de vista, pero si no vas al trasfondo, preguntas y accedes a fuentes solventes, te llevas una respuesta que puede estar falseada. Como sabe, uno de nuestros principios es la neutralidad. No somos políticos y no nos vamos a meter en las políticas. Pero sí tenemos que decir que el derecho internacional humanitario obliga a atender a los seres humanos por el hecho de serlo. Sabemos que la emigración se produce por diversas circunstancias. Unos vienen por catástrofes: por terremotos, cambios climáticos, desastres naturales. Otros, porque son perseguidos políticamente o porque en sus países no se respetan los derechos humanos. Si eres homosexual y en tu país se penaliza con la muerte, lógicamente quieres salvar tu vida. Y, luego, otros vienen por motivos económicos, algo que parece que se demoniza, pero si están viendo en la televisión cómo vivimos nosotros y cómo viven ellos, se puede comprender que todo el mundo quiera esto. Todo el mundo quiere lo mejor para sus hijos y para uno mismo. Luego, lo que haya que regular [en materia de migración] se tendrá que hacer, pero eso son otros foros. Nosotros lo que hacemos es estar al lado del más débil.
–Más allá de esa primera acogida, Cruz Roja trabaja con las personas migrantes en otros muchos aspectos y programas.
–Sí. No actuamos solos, sino con otras organizaciones sociales. Hacemos muchas cosas, porque hay situaciones muy diferentes. Hay personas que lo que quieren es seguir un itinerario de emigración e irse a otros sitios, y en otros casos se busca la reagrupación familiar. Muchas personas vienen a nosotros buscando a un familiar que ha llegado y al que quieren llevarse con ellos. Otro grupo es el de las personas que solicitan asilo político. Se les procura una vivienda, dependiendo de la situación. En todos los casos, el aprendizaje del lenguaje es preceptivo. Si van a estar aquí un tiempo, la idea es que se integren en la sociedad. Muchos vienen con capacitaciones, pero sin el idioma no pueden trabajar. Las clases de español son absolutamente fundamentales. También tenemos actividades para enseñarles, culturalmente, donde están. Y luego, intentamos formarles. Muchos han sido taxistas, trabajadores de la construcción o profesores. Si se puede homologar su formación, lo hacemos. Si no, se busca a qué tipo de puestos de trabajo pueden acceder. Estamos muy orgullosos de todo este trabajo. Ayudamos no solo a personas migrantes, sino a cualquier grupo de personas que se encuentre en inferioridad de condiciones para el acceso al mercado de trabajo, vengan de donde vengan.
–¿Le preocupa un auge del racismo o cree que la Región es acogedora?
–La sociedad murciana es generosa, puesto que tenemos más de 30.000 socios y colaboramos con 400 empresas. Trabajan con nosotros, nos ayudan con la formación y muchas veces estas personas se quedan trabajando ahí. Nuestra satisfacción es la respuesta de los empresarios: nos hablan de la ilusión que estos migrantes le ponen al trabajo. Nosotros estamos cansados o despreciamos cosas que para ellos son un mundo, el comienzo de una vida. Una de las cosas que tenemos que aprender es a saber mirar. Pasa por delante de nosotros un montón de gente a la que no miramos, porque tiene un color de la piel diferente. Mira a esa persona, porque seguro que tiene unas capacidades que te pueden aportar cosas. Aunque sea por egoísmo. Hay mucho conocimiento y aptitudes que se pierden porque no miramos. Queremos que la sociedad murciana les vea como seres humanos. Todos al final compartimos los mismos valores. He estado en muchos sitios y, al final, creo que todo el mundo responde a lo mismo: a la buena educación, al cariño y al buen hacer.
–La tasa de población en riesgo de exclusión ha bajado en la Región, pero se mantiene una pobreza crónica, que ronda el 30%, según las estadísticas. ¿Cómo abordar esta situación?
–El estudio más interesante sobre esto lo hace Cáritas y es esencial para poner las cosas en su sitio. Si en tiempos de penurias hay un nicho de pobreza que no disminuye en los tiempos de bonanza, es porque hay un problema estructural, que es necesario abordar. El rango de bienestar ya no se mide por el PIB, porque un país puede tener un PIB altísimo pero mucha pobreza por la desigualdad, por falta de equilibrio. El equilibrio es necesario, se traduce en bienestar social. Si no, la catástrofe. Lo que se ve en estos informes es que las familias más pobres siempre siguen más pobres, les afecta más una crisis. Parece lógico, porque si tienes una economía saneada y sentido común, guardas para cuando la cosa vaya mal. Pero si no te va bien, no tienes reservas para nada. Uno de los factores más importantes es la vivienda, que ha pasado de ser un bien con un valor en sí mismo a un bien económico, que está dentro de las carteras de inversiones en un mercado libre, sometido a fluctuaciones. Algunas veces, cuando se dice que la Constitución recoge el derecho a la vivienda, algunos dicen: '¿yo tengo que pagar una vivienda y tú no?'. No, ese artículo significa que el Estado debe procurar un número determinado de vivienda social para que los más desfavorecidos puedan acceder.
–Cuando hablamos de pobreza, ¿hay que tener en cuenta la perspectiva de género? Las mujeres sufren más la desigualdad.
–La perspectiva de género lo impregna todo. Antes se decía que si eras mujer, pobre y negra, tienes todas las de perder. Si eres blanca, mujer y pobre, también. Lo peor de todo es la trata de seres humanos, cuando la pobreza tremenda deriva en prostitución. Como mujer, he sido muy afortunada, y casi ni me di cuenta. En 1975, el marido todavía tenía en España el poder absoluto legal sobre la mujer, y fue en 1989 cuando se introdujo como un delito de violencia intrafamiliar la vejación o el maltrato continuado, aunque fuesen lesiones leves. El gran salto se produjo cuando esta violencia dejó de contemplarse como algo del ámbito privado y pasó al ámbito público.
–Los expertos están alertando del incremento de problemas de salud mental, tras los que en muchas ocasiones se oculta un componente social. ¿Está trabajando Cruz Roja en este ámbito?
–Sí. Con la pandemia surgió el programa Escucha, que es nacional. Aunque se centraliza en Madrid, Murcia cuenta con sus propios psicólogos voluntarios. Cualquier persona que lo necesite puede llamar al 900 107 917 (de lunes a viernes, de 10.00 a 14.00 y de 16.00 a 20.00). Le atenderá un profesional que sabe distinguir entre un malestar pasajero o algo en lo que hay que intervenir.
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