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María Teresa Herranz (Alicante, 1964) ingresó este jueves en la Real Academia de Medicina y Cirugía de Murcia con un discurso en el que abordó ... los retos del 'hospital del futuro'. La transformación del sistema sanitario para dar respuesta a una sociedad cada vez más envejecida y con más pacientes crónicos debe ser la mayor de las prioridades, avisa Herranz. La actual jefa del servicio de Medicina Interna del Morales Meseguer es una voz especialmente autorizada en este campo. A sus años de trabajo a pie de cama suma su experiencia como consejera de Sanidad entre 2004 y 2007. También presidió la Sociedad Murciana de Medicina Interna.
-¿Cómo debe ser el 'hospital del futuro'?
-El 'hospital del futuro' es un concepto en el que llevamos trabajando ya un tiempo desde la Sociedad Española de Medicina Interna. Partimos de la medicina basada en valor: el objetivo es que todo lo que hagamos en nuestra práctica asistencial esté sustentado en las necesidades y preferencias del paciente, y aporte resultados en salud y en calidad de vida. Básicamente, nos centramos en cuatro aspectos: la humanización de la asistencia, la sostenibilidad del sistema, la transformación organizativa y la digitalización de la sanidad.
-¿La necesidad de abordar cambios ha quedado en evidencia con la pandemia?
-La pandemia ha puesto en evidencia las debilidades de un sistema obsoleto, que no ha sido capaz de transformarse para adecuarse a los cambios sociodemográficos que se han producido desde su creación, con la Ley General de Sanidad de 1986. En otros países con modelos similares al nuestro, como el National Health Service (NHS) del Reino Unido, ha habido muchísimas reformas. Pero en España no hemos tenido reformas de calado.
-Quizá eso tenga que ver con las dificultades que tenemos en España para ponernos de acuerdo en algo.
-Bueno, también porque ha faltado la valentía de afrontar un cambio que tiene que ser importante. Tenemos un modelo que es muy 'hospitalocentrista'. A pesar de su denominación, el Sistema Nacional de Salud no es un sistema de salud sino un sistema sanitario, que se creó para tratar la enfermedad aguda. Pero eso choca con la situación actual. Hemos pasado una pandemia de covid, pero realmente la epidemia importante que tenemos que afrontar es la de las enfermedades crónicas, y nuestros hospitales no están diseñados para ello. Tenemos una estructura rígida, muy burocrática y fragmentada en dos niveles: la Atención Primaria y la Especializada, con muchísimas dificultades para conectarse, y con nula conexión con lo sociosanitario. Los pacientes crónicos más frágiles y débiles, los más necesitados y polimedicados, son ya en la Región de Murcia más de 60.000. Esas son las personas a las que principalmente deberíamos atender, pero el sistema no está capacitado en estos momentos para una atención continuada. La atención sigue fragmentada en el hospital, con muchas visitas a muchas consultas y con ingresos en muchos casos innecesarios, que lo único que hacen es aumentar la fragilidad del paciente.
-¿Qué proyectos ha puesto en marcha el servicio de Medicina Interna para afrontar todo esto?
-Nosotros éramos conscientes de que había que hacer algo, así que todos los jefes de servicio de Medicina Interna de la Región nos reunimos y decidimos que teníamos que mostrar nuestra disposición, como especialistas generalistas de referencia hospitalaria, a trabajar junto con Primaria en la elaboración de planes de continuidad asistencial para nuestros pacientes crónicos complejos. La seña de identidad de estos programas es que la atención a estos pacientes la debe capitanear Atención Primaria, y nosotros debemos ser especialistas de referencia siempre a disposición de los médicos de Primaria y de los pacientes. Hay que conseguir que el paciente esté en su entorno el mayor tiempo posible. En el área VI constituimos una Unidad de Continuidad Asistencial que estamos implantando paulatinamente, incorporando zonas de salud. El programa consiste en el reconocimiento de esos pacientes frágiles, dependientes, polimedicados, con multimorbilidad, para trabajar con ellos en conexión con Primaria, reconociendo su necesidades, intentando disminuir ingresos y consultas hospitalarias. El internista es contacto de referencia en el hospital, pero también las enfermeras de enlace, gestoras de casos, que son importantísimas.
-Esto mejora la calidad y entiendo que también reduce los elevados costes que implica la atención a pacientes crónicos.
-Sí, es beneficioso desde todos los puntos de vista. Incluso si nos vamos a lo más anecdótico. El 4,4% de las emisiones globales que se generan en el mundo vienen del sector sanitario, y ahí influye muchísimo algo que parece una nimiedad: el transporte para venir a los hospitales. Pero lo importante es que el paciente empeora con tanta atención, estamos dando más atención de la necesaria. Estamos ante un sistema con una ineficiencia reconocida. No hablo solo del Servicio Murciano de Salud o del Sistema Nacional de Salud. Según la OCDE, el 30% de la actividad que se lleva a cabo en los sistemas sanitarios del mundo desarrollado no está relacionada con mejoras en la salud o la calidad de vida. Son asistencias duplicadas o innecesarias. La propia OCDE lo considera un despilfarro. En España, el Sistema Nacional de Salud lo tiene estudiado: un 30% de las hospitalizaciones serían inadecuadas, y entre un 20% y un 80% de las visitas a urgencias o son innecesarias o podrían evitarse acudiendo a otros recursos. Entre 15% y un 20% de las intervenciones quirúrgicas en cataratas, reemplazo de cadera, de rodilla, etc, son inadecuadas. El propio SNS reconoce que uno de cada cuatro euros que se gastan no se relacionan con mejoras en la salud de la población. En definitiva, necesitamos una reorganización del sistema para ser más eficientes y para ser sostenibles en el tiempo.
-Podemos poner ejemplos de esto. El Servicio Murciano de Salud lideró el incremento del gasto sanitario en España en 2021. Sin embargo, un informe de la Asociación en Defensa de la Sanidad Pública (ADSP) subraya que estas cantidades ingentes de dinero no se traducen en una mejora real del estado de salud de la población. Seguimos con los mismos problemas de obesidad, por ejemplo.
-Por eso decía que es tan importante el cambio de modelo asistencial. El SNS está diseñado para atender la enfermedad, a los pacientes agudos, pero no para promover la salud, para prevenir la enfermedad. Es muy importante incidir en ese punto para evitar un gasto excesivo, como también es importante desarrollar sistemas para cuantificar los resultados que obtenemos. Actualmente medimos actividad, pero no resultados: medimos cuántas cirugías o consultas hacemos, o cuántos ingresos tenemos, pero no cuál es el resultado en términos de salud que se obtiene con estas actividades. Ese es un cambio imprescindible, porque debemos reorientar nuestra organización y nuestros hospitales a actuaciones que generen valor añadido, que mejoren la salud de la población.
-Hablando de los crónicos, ahí está la situación de las residencias de mayores. La pandemia ha puesto de manifiesto sus debilidades a la hora de ofrecer la atención sanitaria necesaria a los residentes. ¿Cómo puede abordarse este problema?
-Soy de la opinión, desde hace mucho tiempo, de que esta separación que hay entre lo sanitario y lo sociosanitario perjudica claramente a la atención a los pacientes más frágiles, que son los que más necesitan de una coordinación y una continuidad asistencial adecuada. Hay que solucionar este problema creando puentes y con una nueva legislación, un presupuesto y un cambio de modelo.
-Defiende que la pandemia ha supuesto una oportunidad para llevar a cabo todos estos cambios de los que habla. ¿A qué se refiere?
-La pandemia ha sido un motor de transformación, una gran oportunidad para el cambio. El sistema mostró flexibilidad de una manera natural y muy acelerada para dar respuesta a una situación muy complicada. Rompimos nuestra manera tradicional de trabajar, la rigidez de los servicios, y fuimos capaces de ponernos todos juntos a trabajar para solucionar los problemas y atender al paciente de covid. Fuimos capaces de acelerar el desarrollo tecnológico y digital. ¿Cuánto tiempo llevábamos hablando de receta electrónica, de telemedicina, de interconsulta no presencial? Antes de la pandemia no éramos capaces de arrancar, y ahora todas las áreas funcionamos con interconsultas no presenciales, y estamos haciendo mucha telemedicina. Hemos hecho un gran cambio. No es la primera vez que ocurre. Hay quien dice que las pandemias han tenido un papel muy importante en la evolución de la humanidad por su potencial para transformar. Hay ejemplos: la peste negra en Europa, en 1.347, estuvo detrás del paso del feudalismo al Renacimiento. Y la pandemia del cólera, en 1817, sentó las bases para el desarrollo de la salud pública moderna. A partir de entonces se desarrollan las mejoras en el suministro de agua potable, en el saneamiento, en la higiene personal.
-Una de las amenazas a la sostenibilidad del sistema es el incremento de los precios de los tratamientos innovadores en cáncer o enfermedades raras.
-Es un problema difícil porque el desarrollo tecnológico, la innovación sanitaria, es imparable. Es el factor más relevante para la transformación de los sistemas de salud en todo el mundo, pero a un coste que, como dice, es difícilmente asumible. La clave está en que nuestro sistema deje de hacer lo que no aporta ningún valor en términos de salud y calidad de vida, y nos centremos solo en lo necesario. De esta forma, lo que estamos gastando de más lo podremos dedicar a lo que de verdad importa. No podemos consentir que el sistema sanitario sea inasumible para las arcas públicas, tenemos que contribuir con eficiencia, haciendo mejor las cosas. Esa es la clave: tenemos un sistema sanitario obsoleto que necesita una reorganización, pero sin perder nunca su seña de identidad. El sistema tiene que seguir siendo público, universal y gratuito. Nadie puede pensar que la solución está en privatizar, o en restringir la cartera de servicios.
-Otro de los problemas actuales es el déficit de médicos, aunque hay quien advierte de que no hay falta de profesionales en general, sino un problema para captar médicos en ámbitos como Primaria.
-Estoy de acuerdo. La planificación de recursos humanos debe hacerse desde las facultades. También hay que abordar un cambio en el modelo. El régimen funcionarial de la administración sanitaria tiene unas rigideces tan férreas que impide la captación, la contratación y la incentivación de los profesionales. Esto hace que muchos se estén yendo a otros países donde tienen mejores oportunidades. Este sistema tan obsoleto que tenemos está impidiendo crear un modelo más eficiente de gestión clínica y de gestión de recursos humanos. En estos momentos, los profesionales están bastante desmotivados, muy presionados, con una altísima carga asistencial. Esta es una de las consecuencias de la pandemia. Creo que hay que volver a ilusionarlos.
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