![María del Mar Sánchez Vera: «Educación digital no es sustituir el libro por la pantalla; el problema no es la herramienta»](https://s1.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/2025/02/09/1492155995-ks2B--1200x840@La%20Verdad.jpg)
![María del Mar Sánchez Vera: «Educación digital no es sustituir el libro por la pantalla; el problema no es la herramienta»](https://s1.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/2025/02/09/1492155995-ks2B--1200x840@La%20Verdad.jpg)
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Investigadora del Grupo de Tecnología Educativa de la Universidad de Murcia, María del Mar Sánchez Vera (Cartagena, 1982) forma parte del grupo de científicos y expertos que ha elaborado para la Oficina de Ciencia y Tecnología del Congreso de los Diputados el informe 'Inteligencia artificial ... y educación'. Profesora de la Facultad de Educación, insiste en la que para ella es la base del debate: el problema no es la herramienta, sino el uso que hacemos de ella.
–Asistimos a un momento social de cierta pulsión prohibicionista con las pantallas en los centros educativos. Hemos pasado de considerarlas símbolo de avance y de progreso a demonizarlas.
–Creo que el problema es que tanto antes, cuando se consideraba que cualquier tecnología ya era buena de por sí; como ahora, que se considera que cualquier pantalla es mala, la clave en educación es que tenemos que preguntarnos cómo se está utilizando; es decir, una pizarra digital de por sí, aunque la tecnología no es neutra, va a depender mucho de cómo la utilicen los docentes. Ahora mismo hay mucha confusión porque se habla de pantallas en general, y no tenemos en cuenta que las pantallas son muchas cosas. Hay que preguntarse más por los contextos, por el tipo de actividad que hacemos, por el contenido que se está viendo. Cuando generalizamos, a veces yo creo que sí que hay un poquito de sensacionalismo con este tema, que parte de una preocupación real, pero que creo que deberíamos ver, sobre todo cuando hablamos en las escuelas, de qué uso se está dando.
–En cualquier caso está claro que los estudiantes deben adquirir destrezas tecnológicas en los centros educativos.
–La competencia digital la tenemos en el currículum educativo desde Infantil y en todas las etapas. La clave está en qué entendemos por educación digital, porque creo que a veces se ha entendido que educación digital era sustituir un libro por una pantalla, y la competencia digital son más cosas. Si tú te vas a la ley educativa, habla de alfabetización en el uso seguro de tecnologías, de la capacidad de identificar información fiable, de utilizarla de forma saludable, de comunicarse a través de estas herramientas, de utilizar la tecnología como vehículo para crear recursos, no solo ser consumidores pasivos. La clave está en que quizás hemos entendido que todo pasaba por sustituir una cosa por otra, y no nos damos cuenta que la tecnología lo que tiene que hacer es enriquecer el proceso educativo, y desde esa perspectiva, hay resultados que son positivos. Estamos en un momento en el que estamos siendo conscientes de todos los riesgos que entraña, porque es verdad que a veces hemos adoptado estas herramientas de manera un poco acrítica, y ahora como sociedad estamos siendo conscientes de los riesgos y nos preocupa, como es normal, el uso que hacen los menores. Pero si responsabilizamos solo a la herramienta, perdemos reflexión sobre qué responsabilidad tenemos todos los demás.
–En alguna ocasión ha comentado que con la tecnología ocurre como con el bilingüismo: se critica el modelo, pero está claro que el problema no está en el Inglés...
–Con la tecnología pasa como con el bilingüismo. En muchos sitios el bilingüismo se ha convertido en memorizar las cosas en Inglés. Eso no es bilingüismo, es meter en la escuela tradicional un sistema de aprendizaje memorístico. Pero no se cuestiona que el Inglés sea el problema, sino cómo lo hemos incorporado al sistema. Son dos cuestiones que socialmente nos hemos dado cuenta que había que trabajar en la escuela. Se implementó el modelo bilingüe, que es una buena idea, pero hay centros donde se incorpora bien y otros centros donde lo que se hace es memorizar la historia o las partes del cuerpo humano en inglés. Es decir, hacemos los libros de texto en Inglés y bajo el mismo paradigma metodológico de siempre. Ahora muchas comunidades están también haciendo un análisis, no echando hacia atrás en el bilingüismo, sino viendo de qué manera podemos trabajar realmente una enseñanza en el Inglés que sea adecuada y que no parta solo de memorizar cosas en Inglés, sino de entender el idioma, el contexto, expresarse... Con la tecnología pasa un poco lo mismo; hay centros que están súper digitalizados y en los que puede que se haya utilizado mal, por falta de tiempo, por falta de recursos, pero no creo que haya que echarle la culpa a la herramienta en sí, sino pensar en cómo usar esa herramienta. Es un error plantear que la herramienta de por sí va a provocar un cambio, porque para eso están los docentes. Lo que hay que hacer es acompañar, formar y ayudar para que se integre bien.
–Queda claro pues que la educación digital no es volcar los libros de texto y hacer los deberes en una tableta o en un ordenador...
–Tener un dispositivo tan potente como un portátil o una tableta y utilizarlo solo como utilizamos un libro es una pena, porque nos permite hacer actividades interactivas con realidad aumentada, aprender a programar, podemos buscar información, hacer visitas a museos virtuales. Es más un cuestionamiento didáctico que tecnológico, porque intentamos meter todo por el filtro de la escuela que siempre hemos conocido. Tú puedes tener tu libro, y en un momento determinado aparece la tecnología para aportar, para aumentar, para ampliar esas posibilidades. Pero decir que no en un mundo digitalizado en el que la tecnología nos rodea, en el que vemos el poder de los algoritmos... precisamente lo que tenemos que hacer es entenderlos para ejercer mejor nuestros derechos y deberes como ciudadanos digitales. Si no tenemos formación no disponemos de información para poder defendernos. Lo que sabemos desde la investigación en educación es que cuando formamos en un uso seguro y crítico de la tecnología, estamos más protegidos frente a esos riesgos, que existen.
–Pero, ¿están los profesores preparados y formados para enfrentar esa transformación?
–En cuanto a la formación inicial (en las facultades) es cierto que ahora mismo se imparte una única asignatura en la que lo hacemos lo mejor que podemos. En formación continua, en los últimos años las comunidades autónomas ofrecen mucha formación sobre tecnología, pero es difícil porque es un cambio estructural también. Hay que cambiar los tiempos, las formas, la metodología, y a veces es verdad que la formación debería ser más didáctica que técnica. No es tanto que los profesores sepan como manejars las herramientas, sino qué tipo de actividades podemos hacer y que conozcan ejemplos de otros maestros y maestras que lo trabajan bien, que en la Región hay muchos.
–Muchas familias y expertos se plantean qué sentido tiene en la era de la IA generativa poner deberes convencionales a los alumnos...
–Igual que pantallas son muchas cosas, deberes son muchas cosas. La llegada de la IA generativa pone un poco en evidencia que hay determinadas tareas a las que tenemos que darle una vuelta y reflexionar muy bien sobre el tipo de tareas pedimos.
–Se puede dar el caso de que el alumno haga el trabajo con IA generativa y el profesor lo corrija también con IA. Vamos, que la tarea se limite a un cambio de manos...
–Este tipo de herramientas ponen en cuestionamiento algunas actividades. Seguimos pidiendo las mismas tareas, los trabajos de fin de grado, de fin de máster, y, sin embargo, el contexto ha cambiado mucho; se puede dar esa paradoja, que pone en evidencia el hecho de que seguimos como si no pasara nada, pero realmente sí que tiene que haber cambios.
–-Cuando hablamos de brecha digital nos referimos a los alumnos que no disponen de medios tecnológicos en casa. Si se eliminan las pantallas de los centros educativos, también puede generarse otra brecha, la de los estudiantes que no sepan manejarse con ellas para aprender.
–Nosotros en educación siempre hablamos de distintos tipos de brecha digital. Una es la de tener o no tener el dispositivo, la herramienta; en la pandemia encontrábamos alumnos que solo disponían del móvil de sus padres para conectarse a las clases 'online'. Pero también está la brecha de saber cómo utilizar la tecnología, y saber utilizarla bien. Se nos olvida que la competencia digital es obligatoria, que es tan importante como las Matemáticas o la Lengua; y que hay niños y niñas que el único sitio en el que van a poder aprender a hacer un uso seguro y tener las herramientas es la escuela, que tiene que ser un lugar de oportunidades. La competencia digital busca el uso seguro, saludable, sostenible, crítico y responsable de la tecnología; deberíamos asegurarnos de que todos los niños y niñas tengan la oportunidad de desarrollarla, ya que el mundo es digital. Esto no implica que haya que poner pantallas por todos los sitios y ser acríticos, no; pero se puede trabajar perfectamente en todas las etapas educativas de manera transversal: cómo se busca información, cómo se detecta una noticia falsa, todo eso es competencia digital. Quizás el problema es que no hemos entendido bien qué era eso de la competencia digital; De la UE vino, tras la pandemia, mucha financiación para incorporar recursos, que al final también era necesario, pero a veces va más rápida la tecnología que la reflexión que hay detrás sobre cómo tenemos que incorporarla.
–El modelo 'one to one' (un niño, una pantalla) está muy cuestionado. ¿Qué opina?
–Una de las cuestiones que plantea el Comité de Expertos habla sobre utilizar dispositivos individuales o grupales. Y para mí es un problema porque estamos volviendo a poner el enfoque en la herramienta: un dispositivo individual lo puedes utilizar bien o mal. Puedes tener en el centro unos carritos con unos portátiles y en un momento determinado que cada niño utilice uno para determinada tarea, y eso no es problemático. Otra cosa es forzar a las familias a comprar un dispositivo para cada niño.
–Muchos expertos insisten en la importancia de los procesos manipulativos como pieza clave en los primeros aprendizajes de lectoescritura y cálculo...
–La clave es que la tecnología no sustituya procesos de desarrollo básicos y en que la pantalla no esté limitando que el niño haga otro tipo de tareas que tiene que hacer.
–Se alerta de la 'adicción sin sustancia', del potencial adictivo de las pantallas.
–Es otro factor a tener en cuenta. Hay evidencia científica tanto en un sentido como en otro. Es algo que está investigándose y es lo que hay que hacer, seguir investigando para buscar evidencias.
–Tenemos el foco puesto en los colegios, pero, ¿qué hay de las familias, del ámbito privado?
–Estamos como buscando culpables, las familias, los centros... y se crean dinámicas en las que se echan culpa unos a otros, cuando al final es una cuestión multidimensional, y la solución también es multidimensional. Claro que las familias tienen una responsabilidad importante, pero cuando se dice que los niños no juegan en la calle, ¿nos planteamos si tenemos espacio en la ciudad para darles, les dejamos espacio y tiempo para que ellos puedan jugar? ¿Podemos acompañarlos o hay familias que están todo el día trabajando? Creo que el debate plantea cosas muy interesantes. Si lo sabemos enfocar bien, es una oportunidad para alfabetizarnos todos, también los adultos.
–¿Cuánto daño ha hecho el concepto de 'nativo digital'?
–Yo creo que ya todos somos conscientes de que el 'nativo digital' es un mito. Que tengan menos miedo a utilizar las herramientas a nivel técnico, es decir, a tocar botones, no significa que sepan utilizarlas de forma adecuada. Ahora sí que somos conscientes todos de la importancia de la alfabetización y de incorporar esa competencia digital bien.
–¿Qué es el pensamiento computacional, y por qué es importante que los escolares lo aprendan?
–Es un proceso cognitivo para resolver problemas que utiliza el concepto y procedimientos de la tecnología. Hay cuestiones como la secuencia, el pensamiento abstracto... que desarrollas cuando entiendes cómo funciona la tecnología, cómo funcionan los ordenadores, y desarrollas ciertas habilidades para resolver otros problemas de otros contextos de tu vida diaria. Es un enfoque que parte de que puedas entender qué es el código binario, cómo una pantalla nos presenta la información, cómo se diseñan los algoritmos, cómo se entrenan las inteligencias artificiales. Cuando llega un momento en el que además aprendes a programar y a utilizar robots, te permite crear cosas con tecnología, historias y juegos propios. El aprendizaje está muy relacionado con la resolución del problema.
--Da la impresión de que lo que se hace en las facultades de Educación tarda siglos en llegar a las aulas, parecen dos mundos...
-Sí, hay que hacer mucha transferencia. Las facultades de Educación tenemos que hacer un esfuerzo en acercarnos a los centros educativos. Y creo también que hay que establecer muchos puentes con los centros educativos, y que sean recíprocos. Y es verdad que en las leyes tienen repercusión, pero las leyes van cambiando, y las prácticas educativas se mantienen también a veces por inercia. Hace falta romper un poco ese muro entre las facultades y la escuela en ambos sentidos. No tiene sentido saber que es mejor otra cosa y seguir con la anterior, por inercia en muchos casos.
-Ha formado parte del grupo de investigadores que ha elaborado para la Oficina de Ciencia y Tecnología del Congreso de los Diputados el informe 'Inteligencia artificial y educación'. ¿Qué conclusiones destaca?
-Aborda una visión muy completa, las potencialidades y los riesgos. Y sobre todo concluye en la importancia de transformar a nivel didáctico determinadas prácticas y prestar atención a la alfabetización. Puede servir de guía para que la toma de decisiones recoja un poco la evidencia científica.
-Hay voces que alertan del peligro de que el abuso de la IA derive en sedentarismo cognitivo...
-Es un tema fascinante que se está ahora mismo estudiando, pero el problema en educación es que la evidencia absoluta es difícil, el control de variables es muy complicado. Lo que dice la investigación ahora mismo es algo muy interesante, y es que dependiendo de la habilidad previa de las personas, si tú tienes el pensamiento creativo desarrollado, el pensamiento divergente, estas herramientas pueden servirte de mucho, porque pueden ayudarte a ser más productivo y a trabajar más rápido. Pero corremos el riesgo de delegar en exceso la toma de decisiones con estas aplicaciones que nos resuelven bastante bien algunas cosas, y por lo tanto estaríamos aumentando la brecha ya preexistente, y ahí es donde la labor del docente es más importante que nunca, para ver cómo, cuándo y de qué manera se introducen estas herramientas.
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