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Después del revés electoral de las autonómicas, José Vélez señaló en junio que no estaba entre sus planes dejar el escaño en la Asamblea Regional ... y marcharse al Congreso o al Senado en las listas de los comicios del 23-J; que pensaba quedarse donde le habían puesto los electores. O sea, en el Parlamento autonómico. Ahora ha cometido un grueso error de cálculo con su intento de rizar el rizo: irse al Senado por designación autonómica pero manteniendo la dirección de su grupo parlamentario en la Asamblea. Es poco comprensible que, antes de lanzarse al ruedo, Vélez no conociera algo tan elemental como las incompatibilidades que establece la ley electoral regional para estos casos, lo cual denota que ha ido casi por libre en esta corta aventura. La norma fue modificada expresamente por iniciativa de Ciudadanos en el año 2015. Fue uno de los cambios que promovió aquel partido liberal en aquella época parlamentaria (muchos con acierto), en aras a la regeneración política, cuando le marcó el ritmo a Pedro Antonio Sánchez y a su sucesor López Miras. Ahí queda.
Cabe preguntarse por la razón de fondo de José Vélez al pretender ser senador autonómico y a la vez controlar los hilos de la federación socialista murciana, posando sus pies más en Madrid que en Murcia. Salvo que el motivo no sea otro que emular a los barones del partido que se quedaron sin mando en plaza, como Javier Lambán, Ximo Puig o Fernández Vara, con el objetivo al parecer de reforzar el liderazgo regional. En todo caso sería por mantener otro tipo de liderazgo algo desdibujado, al querer estar en la pomada madrileña pero dejando en un segundo plano el ejercicio pleno de la oposición parlamentaria en la Región frente a la coalición del PP y Vox.
Sea como fuere, la táctica de Vélez y lo acontecido en el Comité Regional del PSOE transmiten la sensación de un partido que va perdiendo progresivamente su fuerza. Es cierto que mantiene una base electoral que le es fiel en las contiendas electorales, pero su dirección se encuentra bastante apagada en cuanto a sus relaciones sociales, está presa de tics endogámicos, camina errática y probablemente pidiendo a gritos una renovación. Aunque ha tenido que renunciar a sus propósitos, después de que LA VERDAD desvelara la imposibilidad jurídica de tal duplicidad, Vélez no ha salido bien parado de esta movida provocada por él mismo.
El plan de desalación de la ministra Teresa Ribera sigue acumulando retrasos, preso de los trámites administrativos y/o de la dejadez política. Diez meses después de que se aprobara el plan del Tajo y el recorte del Trasvase, nada se sabe. Quizás a final de mes, con suerte, Acuamed mueva ficha para la ampliación de la desaladora de Torrevieja. Mientras tanto, el Gobierno de Castilla-La Mancha no pierde el tiempo y promueve otra ley para que el Ministerio le ponga fecha de caducidad al Trasvase para el regadío «en un cortísimo plazo». Ya no le basta a Page con que se cambien rápido las reglas de explotación para seguir trasvasando menos. El 'impasse' político nacional hace el resto. Y pocos se mojan.
El senador del PP, exconsejero de Fomento y exdelegado del Gobierno, Francisco Bernabé, le pide al Gobierno de la nación «menos samba y más trabajar», al criticar el proyecto que conectará la autovía del Altiplano con el Arco Noroeste. Considera prioritario el Arco Norte y el tercer carril de la A-7, proyectos que vienen de la época de Rajoy. Con Bernabé llegó el 'rock and roll', como dijo él mismo al asumir la Consejería de Fomento en 2014, aunque lo cierto es que los años del PP fueron de vacas flacas presupuestarias, con pocas inversiones estatales, a diferencia de ahora. Es una máxima que las grandes obras transcienden a los gobiernos. A uno le toca obrar, y a otro inaugurar.
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