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Existe un común denominador en la gestión de la vicepresidenta tercera del Gobierno, Teresa Ribera, en torno a los temas que más controversia y debate ... suscitan en la Región: las actuaciones relacionadas con el Mar Menor, la bahía de Portmán y el Plan del Tajo tuvieron como punto de partida resoluciones y propuestas ministeriales que después fueron modificadas o no se han aplicado, según los casos. Y en todas ellas, estando Teresa Ribera al frente de los departamentos implicados. Es evidente el compromiso de la ministra para actuar y destinar cientos de millones de euros con los que afrontar estos desafíos, de acuerdo con sus criterios. Su intervención y decisión última es la que marca el rumbo de unos proyectos –alguno se ha quedado sin fecha– que nacieron con unos planteamientos que luego se revisaron.
El Plan de Vertido Cero al Mar Menor obtuvo el 4 de septiembre de 2019 la declaración de impacto ambiental «favorable» (DIA) de la Dirección General de Biodiversidad y Calidad Ambiental del Ministerio para la Transición Ecológica. La resolución sobre el análisis de soluciones para la laguna la firmó Francisco Javier Cachón de Mesa, y recogía una amplia lista de medidas con una inversión de 615 millones de euros. Ribera heredó dicho plan de Isabel García Tejerina, y tras la salida del PP del Gobierno tuvo más de quince meses para estudiarlo y revisarlo.
El resultado fue la aprobación de esa DIA, pero que poco tiempo después no fue del agrado de la ministra, contraria a algunas actuaciones que había previsto su propio equipo, como el polémico colector norte. En el verano de 2021, dos años después, Ribera le dio un giro al Plan de Vertido Cero y declaró que estaba «desfasado y lleno de proyectos faraónicos». Presentó su nuevo Marco de Actuaciones Prioritarias, que es el que está desarrollando.
La frustrada (hasta ahora) regeneración de la bahía de Portmán tiene algunos elementos coincidentes con los del Mar Menor. Siendo Teresa Ribera secretaria de Estado de Cambio Climático respaldó en el año 2011 el proyecto de regeneración de la zona. El expolítico murciano Pedro Antonio Ríos estaba entonces a cargo de la Dirección General de Sostenibilidad de la Costa y el Mar, mientras que el director de gabinete de Ribera era Cachón de Mesa, el mismo alto cargo que aprobó en 2019 la DIA del Plan de Vertido Cero al Mar Menor. Por cierto, este último fue cesado en febrero de 2020, seis meses después de dar el visto bueno a dicho plan. Como se sabe, aquel proyecto de regeneración de Portmán que avaló Teresa Ribera se paralizó en 2019. Ahora resulta que por dificultades «sobrevenidas» no es idóneo y tiene «errores insalvables», según el propio Ministerio. El proyecto ha quedado sin fecha y a la espera de concretar y concertar otra solución técnica con los vecinos y colectivos, para recuperar todo lo que se pueda, como indicó la vicepresidenta en su reciente visita a la zona.
En lo que se refiere al Plan del Tajo, la ministra atribuye a algunos técnicos de su departamento la propuesta para amortiguar el impacto de los caudales ecológicos en el Trasvase, la cual quedó reflejada en el borrador del real decreto que se presentó en el Consejo Nacional del Agua. ¿Un cambio de semejante calado, tan importante para la coordinación de los planes del Tajo y del Segura, se estuvo fraguando durante meses dentro del Ministerio sin que Teresa Ribera lo supiera? Cuesta trabajo creerlo. Ella manifestó que no sabía nada, y que se enteró cuando empezaron a llegar algunas protestas
No cabe duda de que alguien dio la orden, o el visto bueno, para que se negociara y elaborara esa propuesta que pretendía frenar la subida de los caudales en el año 2026, supeditada al buen estado de las masas de agua. Ximo Puig y su equipo, al igual que José Vélez, fueron conocedores y partícipes de ese acuerdo con el Ministerio, el cual quedó neutralizado de manera fulminante y sorpresiva por Teresa Ribera, quien niega que tuviera otro acuerdo –un juego a doble banda– con Emiliano García-Page. No resulta complicado deducir quiénes fueron los técnicos del Ministerio que se atrevieron, con buena fe, a cambiar nada menos que el futuro del Plan del Tajo y del Trasvase. Sin que la ministra supiera nada, como ella explica. Esos técnicos cometieron traición a la Oficina de Planificación del Tajo, dijo, pero con buena intención.
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