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Núñez Feijóo no se mete en ningún jardín y tampoco pisa un charco en materia de agua a la vista del programa del PP para ... las elecciones autonómicas y locales del 28-M. Es una especie de contenedor para que cada comunidad autónoma y ayuntamiento pueda encajar cuanto quiera (sírvase usted mismo); no rechaza nada, pero apenas concreta actuaciones, si por ellas nos referimos a los trasvases y la desalación. Es obvio que no quiera definirse, a la vista de cómo está el patio con el recorte del Trasvase que enfrenta a territorios cedentes y receptores. Quizás cuando presente el programa para las elecciones generales, el PP sea más concreto, pero dudo que pase de los principios de «solidaridad» que tanto menciona en este documento, donde viene a decir que hay que repartirse el agua como buenos hermanos.
Bajo el epígrafe 'Agua de todos y para todos', el PP apuesta por una «gestión integrada» de los recursos hídricos convencionales y no convencionales; así como por el aprovechamiento y uso de las infraestructuras existentes. Se podría deducir que ahí encajan las desaladoras y el Trasvase. También propugna las infraestructuras hídricas, como ha reiterado Feijóo en sus visitas a la Región (se presume que no son nuevos acueductos); así como un Pacto Nacional del Agua, que es la canción de siempre de algunos partidos. El PP es más específico en aspectos que ya están superados en la Región de Murcia: la modernización de regadíos (lleva decenios en mejoras); las pérdidas en las redes de abastecimiento; y como no, la reutilización de las aguas depuradas (el descubrimiento de la piedra filosofal para algunos). Ramón Tamames, candidato de la frustrada moción de Vox, también fue por esa vía. ¿Qué más puede depurar y reutilizar la Región, que es pionera en este campo?
Como peladilla, el programa del PP señala que hay que controlar el uso racional de fertilizantes, en colaboración con los regantes. En definitiva, un programa para no pisar callos ni molestar a algunas comunidades autónomas.
El PP, por otra parte, incide en la reducción de la presión fiscal, como viene haciendo el gobierno de López Miras; y en la rápida reforma del sistema de financiación de autonómica, que sigue en el baúl de los recuerdos desde hace un decenio. En cuanto a las infraestructuras, propone fijar un «orden de prioridades» y finalizar las obras incompletas. Se supone que incluye todo lo que queda por hacer en ferrocarril en la Región (las conexiones de Cartagena, Lorca y Águilas a la alta velocidad; así como la modernización de la vía de Chinchilla). También propugna invertir en los corredores para potenciar las mercancías por ferrocarril. Ojo con las prioridades, porque ya sufrimos algunas experiencias.
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