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Vaya por delante la apuesta por el carácter constructivo de los encuentros del presidente Pedro Sánchez con los barones autonómicos en La Moncloa, aunque solo ... sea para empaparse de primera mano de las demandas y reivindicaciones territoriales; las mismas que hace lustros. No ya para abordar los grandes asuntos de Estado huérfanos de acuerdos, como la financiación, la inmigración y el agua, sino también para descender a cuestiones aparentemente más locales y singulares como El Gorguel o el Arco Norte de Murcia.
Al parecer, Sánchez no sabía exactamente de lo que le estaba hablando López Miras cuando este puso sobre la mesa el mortecino proyecto portuario de El Gorguel. Es lógico, teniendo en la cabeza las guerras en Ucrania y Oriente Medio, el conflicto de Venezuela, al juez Peinado, a Puigdemont... Ahí estuvo el ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, para dar la réplica a Miras en la rueda de prensa posterior, explicando, con la chuleta que le habían pasado, que El Gorguel choca con la Red Natura y que la alternativa es Barlomar. No obstante, como en la ronda de reuniones de Sánchez no se trataba de decir no a nada, pero tampoco de decir sí a todo, la cosa quedó en que se va a intentar llegar a un acuerdo.
Lo mismo sucedió con otros asuntos que planteó el presidente murciano, quien no se dejó casi nada en el tintero en la hora tasada que duró el encuentro con Sánchez. Le siguió su 'hermano de agua', el dirigente de la Comunidad Valenciana Carlos Mazón, que también llevaba en cartera el conflicto hídrico.
Una apretada agenda que culminó con la reunión de alto voltaje con Emiliano García-Page, que duró dos horas por motivos obvios, dada la negativa del líder socialista manchego a aceptar el cupo catalán. Page dijo que también llevaba más de seis años sin reunirse con Sánchez en La Moncloa, aunque ambos se ven más de lo que desearían en actos del partido. Así que Miras no es el único barón no recibido en Moncloa desde 2018, salvo otros encuentros institucionales de por medio. En este sentido, su queja tiene como contrapartida la protesta de José Vélez, quien critica que tampoco ha sido recibido hasta la presente en San Esteban por López Miras.
Vélez arrojó la toalla contra el recorte del Trasvase y se echó en brazos de la desalación. Si alguna vez se sosiega el debate y se cae en la cuenta del daño que causa al Levante la privación de un muy pequeño volumen de agua, comparado con las disponibilidades hídricas de España, más de uno se caerá del caballo. No hay ninguna duda sobre la necesidad de salvaguardar medioambientalmente el Alto Tajo, si bien las medidas deben ir acompasadas, ya que el Trasvase se recorta mientras la desalación adicional se retrasa demasiado y acentúa la preocupación.
Es el legado que deja Teresa Ribera. Lo razonable es tener todos los recursos hídricos garantizados antes de aminorar el acueducto, sembrando el temor en un sector estratégico como el del agro. La cabecera del Tajo tiene ahora siete veces más agua que la totalidad de la cuenca del Segura, un dato a tener en cuenta. El cambio climático no golpea a todos por igual. Existe otra salvaguarda que otorga preferencia a la cuenca cedente, una garantía fundamental que tampoco se discute. Amén de la 'Tubería manchega', la servidumbre a Portugal, las grandes reservas de la cuenca del Tajo...
En el PP tampoco están para dar lecciones después de la discutible gestión en la etapa de Rajoy, cuando se subió la línea roja no trasvasable a los 400 hectómetros. Por no hablar del Ebro. Es parte de la herencia que ha recibido Miras. Sabe que tiene dos frentes, uno interno (en Génova y algunas regiones afines del PP) y otro antitrasvasista en el Ministerio. De ahí que deba persistir en la defensa del Trasvase y en exigir solución al déficit de agua (la cuenca está tan solo al 16% de capacidad, terrorífico).
Respecto a la infrafinanciación que sufre la Región, Vélez también se ha echado sin complejos en brazos del cupo catalán, mientras que Miras tiene que gestionar el legado de Rajoy, que no reformó el sistema en los siete años que gobernó. Enfrió además las inversiones porque España estuvo al borde de la intervención por la herencia que dejó Rodríguez Zapatero, quien previamente paralizó muchas obras. Salta a la vista que Pedro Sánchez ha reactivado las inversiones en la Región, aunque se reclame mayor celeridad.
Unos y otros tienen cadáveres en los armarios a causa de los legados que se crean cuando toca gobernar en Madrid y dentro de la M-30. Lo que pide la ciudadanía es que enciendan las luces largas y pacten los asuntos claves y estratégicos de la Región; aunque va a ser que no.
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