Madres de hospital para curar la soledad: «Nuestro objetivo es que todos los niños de La Arrixaca estén acompañados»

Desde entonces, siente que su corazón se ha ensanchado. La emoción le asoma a los ojos cuando recuerda a aquella bebé de 15 días, sola en este mundo después de que su madre renunciase a la custodia, que se apretujaba contra ella en Neonatos en su primera experiencia 'piel con piel'. Notaba «cómo se alimentaba de cariño», protegida en su pecho, hasta quedarse dormida.

Tampoco ha olvidado la larga noche durante la que acompañó a una adolescente que había ingresado tras un intento de suicidio. Ni las sonrisas de tantos niños con los que ha jugado, o ha bailado, o a los que les ha leído un cuento mientras seguían absortos la historia, con los ojos bien abiertos.

De los niños se pueden aprender muchas cosas. Entre ellas, a mirar. Encarna Olivares regentaba un herbolario en Murcia cuando se topó, en las redes sociales, con Mamás en Acción. «Cuando enfocas la mirada en algo, cuando ves de verdad, es muy difícil no hacer algo», cuenta. Ella sintió que no podía dar la espalda a aquel proyecto. Algo similar le ocurrió a Susana de Miguel, que coordina la ONG en Murcia.

El proyecto echó a andar en La Arrixaca a finales de 2021 con 50 voluntarios que recibieron previamente una formación (sobre cómo hacerse voluntario hay más información en mamasenaccion.es). Hoy son ya 160 personas, y también cubren el Santa Lucía. Encarna, Susana y Maite son mamás, pero también hay papás y personas que no han pasado por la experiencia de la maternidad o paternidad. Porque lo único que importa aquí es la capacidad de dar cariño. Los niños a los que acompañan presentan distintos perfiles. Hay menores víctimas de maltrato o abusos a cuyos padres se les ha retirado la custodia, o bebés que se quedan solos al renunciar la madre. «En estos casos, el acompañamiento es de 24 horas, durante todo el tiempo que permanezcan ingresados», explica Susana de Miguel.

Pero también hay niños con enfermedades crónicas e ingresos largos y recurrentes que tienen una familia que les cuida pero que no puede estar con ellos a pie de cama todo el tiempo, por múltiples razones. Hay madres solteras en situación vulnerable, o padres que tienen que trabajar o cuidar de otros hijos y no cuentan con nadie a quien recurrir en Murcia, porque no disponen de un colchón familiar. En estas situaciones, los trabajadores sociales de La Arrixaca contactan con Mamás en Acción y se pactan unos horarios. «Nosotros somos un apoyo, nunca una sustitución. No se trata de que deleguen en nosotros, sino de que puedan contar con nosotros si tienen que ir a trabajar, se ponen enfermos o deben hacer una gestión», detalla De Miguel.

Hay un tercer grupo de niños que vienen de centros de menores. También en estos casos se trata de apoyar, y no de sustituir a los profesionales que se encargan de su cuidado en estas residencias.

Los voluntarios se encuentran con situaciones muy diferentes. «Yo no juzgo, no es mi cometido. Simplemente entro en la habitación con el corazón abierto. Y el resultado es una experiencia maravillosa», confiesa Encarna.

Francisco Monllor empezó a ejercer el voluntariado a los 16 años en su Barcelona natal. Cuando se mudó a Murcia no dejó esta labor. Forma parte de una auténtica 'familia en acción'. Con su mujer y sus cuatro hijos acudió durante años al Hospital de Los Pinos, en Cartagena, para acompañar a los pacientes ingresados. «La mayoría eran ancianos. Mis hijos, para ellos, eran como sus nietos», recuerda.

Ahora, Francisco sigue acompañando, aunque a niños. Sus dos hijas mayores también se han apuntado a Mamás en Acción. Es una labor que va mucho más allá de llenar unas horas para que el menor ingresado no esté solo. Se trata también de «educar en compasión». Los niños a los que dan calor y cariño «saldrán de aquí con la experiencia de haber sido compasivamente acompañados. Es algo que han recibido gratuitamente, y en el futuro ellos podrán hacerlo con otros, devolverán lo que han recibido», reflexiona Monllor. Esta es una labor que previene heridas, que consuela y que, de alguna manera, cura. «Hace poco estuvimos con un niño en UCI -cuenta Susana de Miguel-; nos llamó el pediatra y nos dijo: No sirve de nada la medicación que le estoy dando si no hay cariño, un abrazo y un contacto personal. Se trata de inocular el medicamento, pero también de inocular el amor».

La labor de Mamás en Acción ayuda a mejorar el estado emocional de los niños, a cubrir al menos en parte unas carencias afectivas que pueden provocar graves secuelas. Ellas cuidan la salud mental del niño, pero también la del futuro adulto.

Los resultados de toda esta atención fueron estudiados por el servicio de Pediatría de La Fe, en Valencia. Se concluyó que los niños se recuperan antes y mejor cuando entra en juego el acompañamiento afectivo que ofrecen estos voluntarios. Pero también quienes dan su tiempo a estos menores ingresados reciben muchas cosas. Francisco Monllor es terapeuta familiar, y tiene claro que, en muchas ocasiones, la mejor terapia es ayudar a los demás. De hecho, una decena de personas que han pasado por su consulta han terminado en Mamás en Acción, como voluntarios.

Ayudar no solo es sanador. A Maite Martín, esta experiencia le ha hecho más feliz: «Hay gente que te dice: 'Qué duro es lo que haces, yo no podría'. No, no lo es. Lo duro es ser un niño y estar solo. Hacer esto es muy gratificante, es precioso. Cuando sales aquí te sientes tan privilegiado que lo relativizas todo. Yo lo vivo entusiasmada».