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Una persona mayor navega por internet con su móvil. VICENTE VICÉNS / AGM
«Mi madre le dio 3.000 euros al estafador porque se creyó su historia»

«Mi madre le dio 3.000 euros al estafador porque se creyó su historia»

El uso de las redes sociales y aplicaciones de contactos han propiciado un aumento de casos del llamado 'fraude romántico'

Martes, 22 de noviembre 2022, 02:04

La tecnología avanza día a día a un ritmo vertiginoso y no toda la sociedad se ha adaptado a ella ni comprende los riesgos que acarrea internet: ese gran ecosistema digital al que se han ido adscribiendo los ciudadanos para satisfacer sus necesidades educativas, laborales, de entretenimiento o sociales, las cuales se suelen saciar a través de las redes, webs y aplicaciones de contactos.

En los últimos años, estos nuevos espacios de interacción han cambiado el esquema de las relaciones pero también son un campo de actuación para los estafadores. Personas que se hacen pasar por otras para ganarse la confianza de sus víctimas y pedirles dinero. Si bien es cierto que no todo el mundo cae en esta trampa, la realidad es que este tipo de estafa, conocida como 'fraude romántico', es cada vez más común. «La cifra se ha incrementado en los últimos años por el uso de las redes sociales», reconoce J. F. Verdejo, inspector jefe del Grupo de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional de Murcia. Entre sus últimos casos, destacan los de dos hombres que entregaron 240.000 y 78.000 euros a sus respectivas supuestas novias.

El perfil de las víctimas

«La mayoría de víctimas son personas, sobre todo mujeres, que normalmente están solas y necesitadas de afecto, que creen en el amor puro y verdadero y lo buscan a través de internet», desvela el inspector. Hay que entender –señala– que estos estafadores son especialistas en el arte del engaño y poseen el don de la palabra y conocimientos de psicología. Su procedimiento se basa en mandar muchas peticiones a la espera de que alguien caiga. Una vez que la víctima acepta la petición, se dedican a estudiar sus necesidades afectivas para darle lo que quiere y, finalmente, pedirle dinero. Tal y como le sucedió a la madre de Laura [nombre ficticio] de 63 años procedente de San Javier. Ella conoció a un hombre británico de su edad por la aplicación de citas de Facebook y se dieron los números de teléfono. Después de muchos meses hablando, logró que le entregase voluntariamente 3.000 euros a través de tarjetas de regalo de iTunes. «Le decía que tenía deudas con un socio de un restaurante y que tenía que saldarlas rápidamente; y a otras, que estaba encerrado en alguna cárcel», relata Laura.

Cuidado con las fotos

Pero, ¿cómo consiguen los estafadores que las víctimas les den dinero sin haberlos vistos nunca? «Él empleaba palabras bonitas para ganarse su confianza y afecto y, además, le mandó un DNI para que se creyese que era real», señala Laura. «Normalmente, emplean fotos de gente atractiva y dicen ser alguien de un alto estatus social, como militares que están de misión humanitaria en otros países», aclara J. F. Verdejo. Una de las formas para darse cuenta de que esas fotos que nos envían son falsas, es usar la aplicación Google Lens, que las escanea para buscar resultados en la web. «Ahí es cuando se descubre la cantidad de identidades que hay asociadas a una foto», aclara el policía.

Dos murcianos entregaron 240.000 y 78.000 euros a sus supuestas novias, que decían ser militares en misión humanitaria

«Estos estafadores suelen apelar a la empatía y al altruismo de las víctimas, además, les demandan inmediatez para responder a su petición. Se aprovechan del vínculo emocional», explica María Pagán, psicóloga general sanitaria en la Clínica Menfis (La Unión). «Las personas tendemos a confiar y a creernos el relato de los demás», añade.

Estigma social

En la mayoría de los casos, el inspector Verdejo admite que las víctimas no suelen darse cuenta de que han sido estafadas, de hecho, no lo admiten hasta que se les presentan las pruebas. «Es difícil abrirles los ojos, porque ellos están en su nube romántica y para ellos la relación ha sido real», explica. Además, les cuesta denunciar porque les da vergüenza y creen que pueden ser estigmatizados por su familia. Por lo tanto, muchas veces son los parientes, como en el caso de Laura, los que deben tomar las riendas de la situación.

«Estos estafadores suelen aprovecharse del vínculo emocional y apelar a la empatía y al altruismo de las víctimas», señala la psicóloga María Pagán

La sanjaviereña y su hermana empezaron a sospechar cuando vieron que su madre pasaba mucho tiempo con el móvil. «Un día sacó 1.500 euros de la cuenta familiar con el pretexto de que era para un vecino, pero no la creímos porque ya antes ella había sido engañada por otros perfiles falsos, aunque nunca les dio dinero», comparte. Al final, comprobaron sus conversaciones de WhatsApp y descubrieron que no solo había extraído ese dinero para el estafador sino que también le había pedido otras cantidades a sus familiares y amigos.

Tras descubrirse lo sucedido, hablaron con su madre, pero esta no termina de aceptar que ha sido estafada, así que han decidido controlar sus movimientos en la cuenta, revisarle el teléfono y bloquear todos los números del estafador. «Él le seguía hablando por otros nuevos y, al final, he tenido que quitarle el móvil con internet para que no se comunique más con él». No obstante, estas medidas han causado un conflicto familiar porque ella las ha llegado a considerar sus enemigas. «Dice que queremos controlarle la vida».

Cómo detectar una estafa

«Cualquier cambio en el comportamiento normal de esa persona es signo de que pasa algo y, cuando sucede eso, hay que preguntarle primero», aconseja la psicóloga María Pagán. Desde la Policía Nacional advierten de que hay que estar atentos a si esa persona hace un repentino y abusivo uso de las redes y si empieza a hablar con entusiasmo de alguien al que ha conocido a través de internet.

A la hora de afrontar estas situaciones, la psicóloga recomienda ir a terapia porque, por un lado, está la víctima que se siente «incomprendida y culpable; aunque la culpa no es suya porque puede pasarle a cualquiera»; y, por otro, está la familia que, como Laura, «se siente impotente».

«Cualquier dato, por insignificante que parezca, nos sirve para rastrearlo»

Cuando una persona sospeche que él o un conocido ha sido víctima de una estafa por internet debe acudir a una comisaría y denunciar. «Cualquier dato, por insignificante que parezca, sirve», reconoce J. F. Verdejo, inspector jefe del Grupo de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional de Murcia. Ellos lo rastrean todo, desde los números de teléfono que ha usado el estafador para comunicarse, las direcciones de correo electrónico y las fotos falsas hasta las cuentas de banco y los códigos de las tarjetas recargables. Gracias a estas informaciones, cuenta J. F. Verdejo, se ha podido localizar a algunos estafadores afincados en España y detenerlos. Cuando el rastro de los datos les lleva al extranjero, realizan comisiones con otras comisarías para llegar al fondo del asunto. De hecho, «en el 90% de las investigaciones, los estafadores eran originarios de África».

El principal consejo que dan desde el Grupo de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional de Murcia es usar la inteligencia y el sentido común. «Igual que no le das 240.000 euros a alguien que te lo pide por la calle, no se lo des por redes», subraya Verdejo. También hay que tener en cuenta que todo lo que hay en internet se hace desde el anonimato y que, por muchas fotos que mande el estafador, nunca se va a saber si es real o no.

Por último, recomienda fijarse en lo que aparece detrás de la arroba (@) en los correos electrónicos. «Los organismos oficiales siempre acaban por @policia o @guardiacivil, si la cuenta acaba en @gmail o @hotmail, es falsa», apunta. No obstante y por encima de todo, «si alguien te pide dinero o que le recargues una tarjeta por internet, en el 99% de los casos será una estafa».

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