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Las lluvias persistentes de la última semana han hecho mella en el santuario de la Virgen de las Huertas, sobre todo en el camarín del altar mayor, donde se exhibe la talla de la Patrona. El presidente de la Hermandad Virgen de las Huertas, Pedro Millán, confirmó a LA VERDAD que el martes pudo comprobar que las goteras habían llegado «a los pies de la Virgen» y que se podía apreciar un pequeño charco de agua en el suelo, delante de la talla, que no se vio afectada. Sí se mojó la parte inferior del manto de color blanco que llevaba en ese momento la imagen, que ha estropeado parte del bordado en oro. La hermandad decidió entones sacarla de su camarín para evitar que la imagen, declarada Bien de Interés Cultural (BIC), sufriera algún deterioro, porque las humedades se han intensificado. Millán precisó que la Virgen permanecerá junto al altar mayor hasta que se pueda garantizar que el techo está completamente seco. Los desperfectos por la humedad afectan también a la madera y a la policromía de la pequeña capilla.
Según el presidente de la hermandad, el agua no ha causado daños en el antecamarín del santuario, donde ya se resolvió el problema de las humedades antes de la reciente restauración de las pinturas murales, que se han prolongado durante dos años y han sido financiadas por el Ministerio de Cultura. Las filtraciones siguen afectando al Cristo de Cope, situado en uno de los extremos del antecamarín. La pintura, actualmente tapada, «está igual de mal que siempre», ya que ha quedado pendiente de restauración y está desfigurada por completo por la humedad que ha deteriorado en los últimos años esta zona del santuario. Las escamas de salitre que se han formado en la superficie han hecho desaparecer los pigmentos y su recuperación, que costará más de 100.000 euros, está supeditada a que se repare el tejado para evitar las filtraciones de agua, provocadas sobre todo a la acumulación de excrementos de palomas, que siguen invadiendo las cubiertas. Es además «una estructura muy antigua», por lo que requiere de una constante conservación, consideró. Las goteras son apreciables también en otras zonas del templo como la capilla de San Francisco, en el lado derecho de la entrada y en la sacristía.
El presidente de la hermandad mostró su inquietud por el mal estado que presenta el ala este del convento de los franciscanos, la más próxima al carril bici, que amenaza ruina. «Nos preocupa mucho pero no ahora por las lluvias, sino desde hace años», reconoció. Algunas dependencias han sido apuntaladas para evitar derrumbes y está prohibido el acceso a la espera de una intervención para evitar que su deterioro sea irreparable.
Millán recordó que la Orden Franciscana es la propietaria del inmueble, pero el uso del templo y de las dependencias conventuales fue cedido a la Diócesis de Cartagena en 2018 por un periodo de 50 años con el compromiso de que esta acometiera su restauración de forma gradual. En el convento aún no se ha realizado ninguna intervención tras los terremotos. «Nos duele que esté así», reconoció.
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