![Cinco clientes brindan en una terraza de la plaza de las Flores de Murcia.](https://s2.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/202012/31/media/cortadas/1430333105-kz5F-U13095636533ohC-1248x770@La%20Verdad.jpg)
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Al igual que en Nochebuena, las limitaciones para la hostelería fijadas por la pandemia no frenaron el aperitivo y las comidas de Nochevieja. Muchos ciudadanos eligieron las terrazas para brindar por el final de un año tan marcado y golpeado por el coronavirus. La costumbre del 'tardeo', asentada en la Región en días como el 31 de diciembre, se mantuvo en 2020, aunque reducida y con un aspecto distinto: mesas con menos comensales, restricciones horarias para bares y restaurantes y sin grandes aglomeraciones.
El 'tardeo' del 31 no suele ser tan masivo como el del 24. Sin embargo, el toque de queda impidió los cotillones, así que el ambiente en Murcia y Cartagena, concentrado en las terrazas, fue similar en ambas fechas desde el mediodía, pese a que la situación epidemiológica había empeorado con respecto a la semana pasada.
La hostelería debía cerrar a las 18 horas para volver a abrir a las 21 y hasta las 1.30, cuando estaba establecido el toque de queda en toda la Región. En Murcia, la Policía Local desplegó un dispositivo especial de 268 agentes y en Cartagena rondó los 150 efectivos, con apoyo de Policía Nacional.
Cuando llegó la hora tope para apurar el último trago, la frenética actividad del 'tardeo' pegó un frenazo en seco. Minutos antes de las 18 horas, en la zona de ocio ZigZag de Murcia ya desfilaban hileras de jóvenes rumbo a casa. Ese fue el caso de Ana y Elena, dos universitarias que apretaban el paso para alcanzar a su grupo de amigas que las esperaban frente a la biblioteca municipal. «Vamos a casa a preparar la cena con la familia y ya quedaremos este fin de semana; no hay tiempo ni ganas de vernos después de las uvas. La 'tardevieja' de este año es más bien una 'tardetriste', pero es lo que nos ha tocado vivir y hay que ser responsable», exponía una de ellas.
Los bares del ZigZag aguantaron hasta el último minuto para cortar la música. A las seis de la tarde se activó la 'operación desalojo' en la que la seguridad del centro de ocio se esmeró para indicar a los clientes la puerta de salida. Allí comenzaron a agolparse decenas de jóvenes para apurar el último trago. «Una vez fuera no es cosa nuestra», reconoció un empleado. Ese 'cosa nuestra' se entendió cuando hubo un amago de pelea entre dos jóvenes por cuestiones de distanciamiento social y el estado de embriaguez de uno de ellos.
El toque de queda hostelero también se ejecutó con precisión suiza en las tascas. La calle Pérez Casas, la plaza de Europa y la de las Flores se convirtieron en páramos desolados, algo desconocido a esa hora de la tarde de ese día concreto. Dos agentes de la Policía Local, en la avenida Alfonso X el Sabio, señalaron que había sido la última tarde del año más tranquila que recuerdan. «A esta hora solemos cortar esta vía por la cantidad de gente que hay. El 99% de los locales, por no decir el 100%, han suspendido el servicio a la hora prevista. Hoy ha sido una balsa de aceite», manifestó un policía.
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En Cartagena, las celebraciones se desarrollaron sin incidentes relevantes, confirmó el concejal de Seguridad, Juan Pedro Torralba. La afluencia de público en las terrazas del centro histórico fue alta durante toda la jornada, aunque los policías tuvieron menos problemas que en Nochebuena para asegurar el cierre de media tarde y facilitar la limpieza viaria.
La mayoría de locales ya no abrieron a las nueve. Pero la ausencia de cotillones y el margen hasta la 1.30 horas animó a unas pocas familias a tomar las uvas fuera de casa, con las campanadas del reloj del Palacio Consistorial. Minutos más tarde de la medianoche ya no había un alma en calles habitualmente atestadas de gente joven.
El balance policial del día fueron dos alcoholemias positivas, una denuncia por conducir sin licencia, un detenido por atentado leve a agente de la autoridad y 17 denuncias por infracciones relacionadas con las medidas anti-Covid. Según Torralba, los cartageneros respetaron masivamente el toque de queda a las 1.30 horas, salvo pequeños grupos de jóvenes que intentaron hacer botelleos en plazas hasta la llegada de la Policía. Tampoco hubo denuncias por fiestas ilegales.
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