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El hallazgo de un cuarto cadáver acentuó ayer el estado de 'shock' en el viven los vecinos de Letur y los equipos de ... rescate desde que se desató la tragedia hace nueve días. Los afectados esperan que las autoridades no se olviden del pueblo y que se comprometan con ayudas para reconstruir las viviendas y el casco antiguo gravemente dañado. Los equipos de protección civil acompañaron ayer a varias decenas de vecinos para que accedieran a sus casas para averiguar el estado en el que han quedado y recuperar enseres, objetos personales y fotos de familiares; aquello de mayor valor sentimental.
María Dolores Rivera, concejala del PP de la localidad, se mostró aliviada tras comprobar los escasos daños de su casa, de donde fue rescatada esa tarde aciaga de la furia del agua. Comenta que no se ha atrevido a mirar los estragos causados por la riada alrededor de su vivienda. Llevaba una fotografía de su madre. Otros vecinos se mostraron más pesimistas y temen que lo que ha quedado de sus casas sea derruido.
«Está muy bien que vengan, pero por favor, que nos ayuden, que no nos olviden, que no pase como en La Palma, donde aún siguen sin cobrar las indemnizaciones. Les pido que no nos abandonen», subrayó Rivera en referencia a los políticos y organismos públicos. «Si vienen, tiene que ser para dar soluciones, porque estamos cansados de fotos. Estoy tan impactada, que no soy capaz de articular palabra», apostilla la concejala, quien dijo llevarse «fenomenal» con el alcalde Sergio Martín, del PSOE.
Su sobrino Fernando Rivero, propietario de una gestoría, mostró los destrozos en su vivienda y oficina, situadas junto al arroyo que atraviesa el pueblo y en el punto más crítico. El edificio está en una zona alta, aunque el torrente fue tan salvaje que también invadió el inmueble. Como el resto de vecinos, Rivero indicó que nadie les avisó con tiempo de lo que se avecinaba. A él le pilló trabajando.
Relató que en la tarde y noche del pasado día 29 se produjeron tres avenidas de agua que iban subiendo de intensidad. La primera sobre las 13.40 horas; media hora después bajó otra muy fuerte, y por la noche se produjo el golpe más dañino.
Alfredo y Ascensión también se salvaron por minutos. La Guardia Civil les dio el alto a media tarde, cuando el matrimonio se dirigía a su vivienda. El torrente empezaba en ese momento a sobrepasar el muro de contención y ambos se dieron la vuelta. Ayer pudieron acceder a su vivienda con el personal de Protección Civil para comprobar el estado en el que ha quedado el inmueble. Pedro, otro vecino de 85 años, comentó que nunca ha conocido una riada semejante.
El alcalde Sergio Marín, totalmente impactado por la tragedia, atendía a los vecinos desde el puesto de control y coordinación instalado en el centro escolar. Aseguró que cuenta con todos los medios necesarios para afrontar la situación. En una fase posterior, el día después, vendrán las tareas de reconstrucción y las obras que será necesario acometer en el cauce y en el dominio público hidráulico para paliar las consecuencias de estos fenómenos extremos.
Letur ha sufrido varias inundaciones desde el año 1982, pero ninguna con esta virulencia, apuntan fuentes de la Confederación Hidrográfica del Segura. En la población apenas llovió ese día; el torrente llegó desde la zona de Moratalla. El tiempo de concentración de la riada fue muy pequeño, de unas pocas horas, debido a la abrupta orografía de la zona. Esto hizo que la avenida fuera tan brutal que desbordó el cauce urbano e inundó una calle paralela, que fue la que desvió un enorme volumen de agua hacia la parte antigua del pueblo.
La Junta de Castilla-La Mancha, la Diputación de Albacete y el Gobierno de la nación se han volcado con el Ayuntamiento mediante el envío de numerosos efectivos, equipos y medios materiales para la búsqueda de los desaparecidos, y también para actuar en la zona del pueblo golpeada por la riada, que provocó un enorme socavón que ha sido rellenado con tierra y piedras para poder acceder a zona cero de la tragedia, donde existe peligro de derrumbes. Diez viviendas han resultado seriamente dañadas, y cinco de ellas ya han sido demolidas.
El municipio enclavado en la cabecera del río Segura está ocupado desde el pasado día 30 por efectivos de la Guardia Civil y del Ejército, especialistas del Grupo de Actividades subacuáticas, una unidad canina, bomberos, protección civil, psicólogos y técnicos de la CHS, entre otros.
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