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Con tan solo 16 años, José Luis Sigüenza se convirtió en juez por un día sin salir de su aula del IES Felipe de Borbón de Ceutí. Este alumno de 3º de la ESO simuló junto a sus compañeros de instituto una vista oral sobre un supuesto caso de robo en una tienda en el que se produjo una agresión al dependiente. Los jóvenes recrearon que sentaban en el banquillo de los acusados a dos estudiantes. «Me lo pasé muy bien. Dicté sentencia de que eran culpables de los delitos de hurto y lesiones y les hablé del respetar a la propiedad privada».
Esta experiencia, enmarcada en el programa Educando en Justicia, que llevan desarrollando el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) y la Consejería de Educación desde el curso 2006-2007, ha llegado este año a más de 67.000 escolares de 151 centros repartidos por toda la Región. Unos 250 alumnos de los más de 700 participantes en la iniciativa recibieron ayer los diplomas que les acreditan como jueces de paz educativos de manos del presidente del TSJ, Miguel Pasqual del Riquelme, y la consejera María Isabel Campuzano en un acto celebrado en el Aula de Cultura de la Fundación Cajamurcia.
Según destacó en su intervención Pasqual del Riquelme, el principal motivo de los conflictos de cualquier tipo de convivencia es la falta de comunicación. «La palabra y la escucha son las herramientas principales», resaltó. Campuzano dijo que «el programa ha sido un éxito y ha ayudado a mejorar la convivencia en las aulas de manera pacífica».
Para el joven José Luis, Educando en Justicia ha sido una oportunidad de aprender que «la violencia nunca es la solución. Si hablásemos más no habría tantas peleas», asegura. Lo mismo saca en claro Anastasia Bulmaga, una estudiante de 2º de la ESO del instituto Miguel Espinosa de Murcia que aprovecha el recreo para mediar en los conflictos que surgen en su centro mientras se come el bocadillo. Según detalla, «gente que insulta a otra y amigos que se enfadan y dejan de hablarse» son las principales desavenencias en los patios de colegios e institutos.
Hasta hace muy poco, Anas Jarnij quería estudiar Física cuando llegase a la universidad. Aún le queda tiempo para tomar la decisión, pero a raíz de participar en este programa asegura entusiasmado que le gustaría ser «abogado o juez». Dunia Jrhalf tampoco duda en decir que cuando sea adulta trabajará como jueza o fiscal. «Sé que será un camino muy duro, pero lo voy a conseguir», afirma esta estudiante del IES Beniaján que desde ayer ya es jueza de paz educativa.
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