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Con catorce años vinculado a la 'casa', el ingeniero Juan Cascales Salinas ha tomado los mandos de la Mancomunidad de Canales del Taibilla para ... desarrollar el plan estratégico marco de este organismo público, una institución modélica que abastece a 3 millones de personas en 80 municipios de la Región de Murcia, Alicante y Albacete. Un plan que pasa por reducir la huella de carbono del sistema de producción y distribución de un 'mix' de agua en el que se va imponiendo la desalación. Como dato, apunta que el consumo eléctrico de la Mancomunidad es aproximadamente un 1 por 1.000 del total nacional. Juan Cascales aboga por consumir más agua del grifo frente a la embotellada.
–Con el grado de garantía de suministro que ha alcanzado la Mancomunidad de Canales del Taibilla, ¿se puede decir que las restricciones de agua a la población son cosas del pasado?
–La Mancomunidad ha sido un modelo de adaptación a las distintas circunstancias, lo cual ha traído como consecuencia el desarrollo de una red de distribución que es muy robusta y versátil que ha permitido una garantía cada vez mayor de suministro. En los últimos tiempos estamos viendo que en otras regiones existen problemas para garantizar el abastecimiento, mientras que en una región como la nuestra, que históricamente ha sido la más afectada por sequía, nos encontramos con una situación de estabilidad y de una garantía importante, lo cual en gran parte es mérito de los equipos anteriores y de las actuaciones que se han venido desarrollando para la mejora y crecimiento de este organismo.
–Años atrás, cada vez que se inauguraba una planta desaladora la Mancomunidad subía el precio del agua. Hubo encarecimientos importantes. Ahora producen más agua desalada, y sin embargo la tarifa se mantiene congelada. Tienen más costes de producción. ¿Hasta a cuándo va a aguantar con la tarifa actual?
–La tarifa es el resultado de distintos componentes. Cuando se produce la entrada en funcionamiento de una instalación de esta naturaleza, con un recurso que tiene un coste muy superior al resto, es preciso en ocasiones revisarla. Lo que estamos viviendo en los últimos años no es un incremento significativo, sino gradual. Eso nos permite que desde el año 2015 hayamos sido capaces de mantener la tarifa de 69 céntimos por metro cúbico que facturamos a los ayuntamientos. En el escenario actual, nuestras previsiones no contemplan en ningún caso, de momento, el incremento de la tarifa. Consideramos que es una tarifa robusta y estable y no está ahora mismo encima de la mesa modificarla.
–¿La Mancomunidad está en números negros o rojos?
–En el último cierre arrojó un ligero déficit por el incremento de los costes del suministro eléctrico, el cual supone en torno al 30-35% de los costes del organismo. Es un gasto importante que ha dado un respiro en los últimos meses. El nuevo contrato que tenemos en vigor ha mejorado bastante la situación.
–El uso de agua desalada ya supera a la del Tajo y la del río Taibilla. Son los tres brazos del suministro a la población. ¿Cómo les afectará el recorte del Trasvase?
–Según las previsiones que tenemos, en principio no está prevista una afección sustancial a nuestros recursos. Tenemos una dotación aproximada de 7,5 hectómetros al mes y actualmente el Trasvase Tajo-Segura es un elemento básico para nosotros. Confiamos en que vamos a seguir contando con él. Siempre se tiene en cuenta la supremacía del abastecimiento.
–Los regantes firmaron recientemente los convenios con Acuamed con un precio subvencionado del agua desalada. ¿Opina que esa ayuda debería hacerse extensiva al precio que paga la población por usar agua desalada?
–La Directiva Marco del Agua establece que debe producirse una recuperación de los costes. Entiendo que nosotros estamos obligados, por la normativa europea y la ley de Aguas, a que los costes deben ser repercutidos a los usuarios. En este caso, repercutimos el 100% de esos costes a los ayuntamientos que se encuentran adscritos a la Mancomunidad. Considero que debe respetarse ese planteamiento.
–La población del Segura paga uno de los recibos de agua más caros de España. ¿Es así porque estamos en una zona árida y deficitaria y los recursos nos cuestan más que en otros sitios; lo considera acaso una discriminación que hay que corregir?
–En su periódico se ha publicado un informe de Facua con una comparativa de precios entre las principales ciudades de España, donde se apuntaba que hay que relativizar y ser prudente a la hora de analizar los datos, ya que se decía en la reseña que hay que tener en cuenta que en esos recibos (de los ayuntamientos), aparte de lo que es el abastecimiento puro, se acaban incluyendo otros servicios como los cánones de saneamiento, y en ocasiones la basura. Sin pretender contradecir la afirmación de que el agua sea cara, también tenemos que tener claro, como usted dice, que nos encontramos en una de las regiones más áridas de España. Ahora disponemos de un sistema hidráulico muy robusto y versátil que se ha ido construyendo, y cuya explotación y mantenimiento y conservación cuesta dinero. Ser capaces de aportar esa garantía, frente a otras regiones que en principio pueden tener unos recursos naturales más favorables, pues también supone un privilegio. Al final, el agua más cara es el agua que no se tiene, como se suele decir.
–El agua desalada ya llega hasta Murcia. ¿Van a llevarla más al interior de la Región? ¿Qué planes tienen para su distribución?
–Excepto una zona del Noroeste que actualmente solo es posible abastecer mediante el río Taibilla, en el resto del sistema hidráulico se puede incorporar agua de los tres orígenes, del 'mix' de recursos. El propósito establecido desde hace una década es seguir aumentando esa redundancia y en particular la capacidad que tenemos actualmente de llevar agua de la desalación a más zonas del territorio. Ahora, como dice, somos capaces de llevar ese agua a Murcia y su área metropolitana, llegando casi a Molina. Próximamente está previsto hacerlo hasta Molina de Segura y Sierra de la Espada. Una de las líneas fundamentales del plan de inversiones es continuar con la ampliación del ámbito de distribución con agua desalada.
–¿Hasta dónde pueden llegar?
–El propósito final sería conseguir una redundancia plena en todo el territorio de la Mancomunidad y esa es la línea en las que estamos trabajando. Hay que tener en cuenta que la Mancomunidad surge a principios del siglo pasado con una concepción tradicional, razonable desde el punto de vista de la sostenibilidad, que es llevar el agua desde el interior hacia la costa; desde arriba hacia abajo. Lo que está pasando desde principios de este siglo es que tenemos que llevar el agua al revés, o sea, darle la vuelta al sistema. Nuestras redes de distribución no estaban preparadas, ya que estaban pensadas para llevar el agua de arriba a abajo, por gravedad. Con las desaladoras tuvimos que empezar a sustituir esas redes, las arterias primarias, para hacer el camino al revés, para cambiar el sentido de las conducciones. A esto se une también que nuestras infraestructuras tienen un periodo de vida importante y había que renovarlas.
–Uno de los pilares del plan estratégico marco es la eficiencia energética y reducción de la huella de carbono. ¿En qué fase está?
–El plan tiene un objetivo medioambiental, y en paralelo una reducción de la dependencia del suministro eléctrico con la construcción de instalaciones fotovoltaicas y la mejora de la eficiencia energética de las instalaciones. Somos unos grandes consumidores de energía; nuestro consumo es aproximadamente un 1 por 1.000 del consumo nacional que se produce en materia eléctrica. Con la repercusión que tiene el consumo eléctrico sobre nuestros costes y el impacto ambiental de esta actividad, estábamos obligados a realizar una actuación específica en esta materia
–Eso suena a muchos megavatios de electricidad.
–Está cerca de los 300 gigavatios hora, según datos del año 2022. El consumo fundamental se produce precisamente en las desaladoras, por tanto, el plan de eficiencia energética y reducción de huella de carbono tiene que enfocar sus objetivos sobre esas desaladoras, que forman parte de nuestro sistema hidráulico junto a las grandes impulsiones y las potabilizadoras, que también necesitan mucha energía.
–¿Tienen previsto a largo plazo otra desaladora que sumar a la de San Pedro y Alicante?
–De momento, los condicionantes que tenemos no son de capacidad sino de distribución. Actualmente, la producción propia y la posibilidad de disponer de caudales de Acuamed, garantizan el abastecimiento de toda la población. En cuanto al consumo, el año pasado hubo un ligero incremento, pero el escenario que barajamos es que no se mantenga un crecimiento en la demanda.
–¿Se ha llegado al nivel óptimo de concienciación ciudadana en el uso del agua?
–Creo que la población del sureste español hace un uso responsable y es consciente del auténtico valor del agua, más allá de lo que se paga en la factura, aunque es cierto que tenemos que seguir lanzando un mensaje de responsabilidad. Al mismo tiempo, debe aumentar la conciencia sobre la calidad del agua que disponemos y beber más agua del grifo. Estamos ofreciendo un agua de calidad y 100% segura. Hay quienes no conocen esa calidad y al final acaban haciendo uso del agua embotellada. El gusto es algo subjetivo. A mí me gusta el agua del grifo y quizás una agua embotellada la veo demasiado insípida. Además, el empleo de agua embotellada implica un consumo de plástico, unos residuos que son perjudiciales para la naturaleza. Si se trata de precio, nosotros vendemos mil litros de agua a 69 céntimos. Compárese con lo que cuesta un litro de agua embotellada. Estaríamos hablando de un precio entre 500 y 1.000 veces más barato con el agua que proporcionamos.
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