Javier Celdrán: «Abandono la primera línea, pero no me desconecto de la política»

Relajado en casa tras una jornada ajetreada, Javier Celdrán atiende a LA VERDAD desde su móvil, en el que se acumulan sin leer cientos de mensajes de cariño. El aún consejero insiste en que no hay que buscar los tres pies al gato en su dimisión, que obedece a motivos estrictamente familiares. Aclara que se aparta de la primera línea, pero no de la política, una actividad que le apasiona.

-¿Por qué se va y por qué ahora?

-Por lo que he dicho en mi comparecencia. Son ocho años en primera línea, dedicado al 200%, descuidando a mi familia. Llega un momento en el que tus hijos, cuyo crecimiento prácticamente te has perdido, te dicen verdades como puños. Mi hija mayor tiene 17 años, acaba de hacer la Ebau y el próximo curso inicia sus estudios universitarios en Madrid. Hace unos días me dijo: «Papá, ¿te das cuenta de que el año que viene no nos veremos a diario?». En ese momento se desborda un vaso que estaba rebosante desde hace mucho tiempo. La familia me ha sacado tarjeta amarilla y he decidido abrir una nueva etapa. Y precisamente pienso que este es el mejor momento para ejecutar una decisión que ya tenía madurada, con los Presupuestos aprobados y con estabilidad en el Gobierno.

-Cuando se apela a motivos personales para dimitir, siempre salen las sospechas de que hay algo más detrás. En su caso, ya se comenta que la supresión de la ley del Presidente puede haber truncado sus aspiraciones futuras y que el ascenso en el PP de su secretario general en la Consejería, Luis Alberto Marín, le deja en una posición difícil...

-En absoluto. No hay ningún otro motivo. Nunca fui partidario de la limitación de mandatos, fue una medida populista cuando se aprobó. López Miras es mi amigo y es el mejor presidente que puede tener la Región, un grandísimo líder, que transmite confianza y deja trabajar. Luis Alberto Marín es amigo mío, yo lo incluí en mi equipo y me alegro de todo lo bueno que le pase. No sé si será mi sustituto, yo desde luego lo propondría, pero es una decisión de Fernando.

-¿Qué espina se le queda? ¿Qué proyecto le hubiera gustado concluir antes de marcharse?

-Me hubiera gustado dejar solucionado el concurso de la tele autonómica, sobre todo por los trabajadores. También poner en marcha algún proyecto más concreto dedicado a la revisión de procedimientos administrativos con inteligencia artificial. Y la tercera ley de simplificación, que queríamos sacar para final de año.

-¿Es lo suyo un adiós definitivo o un 'hasta luego'?

-Pienso seguir en el PP, donde tengo un cargo ejecutivo. Abandono la primera línea, pero no me desconecto de la política, que me encanta. Dentro de unos años mis hijos se harán mayores. Quizás si siguen creyendo en el PP en que puedo ser útil, me plantee volver.

-En estos ocho años en política, ¿cuál ha sido su mejor momento y cuál ha sido el peor?

-La mejor etapa fue cuando fui director general del Info. Porque es mi casa, a donde volveré ahora. Es como si a un delantero centro lo ponen a jugar en su posición. Pero en todos los cargos he podido disfrutar. El momento más doloroso, cuando dimitió Pedro Antonio Sánchez. Sabía que era inocente y sabía de su gran valía política y profesional. El momento más desagradable, el tiempo que compartí en el Gobierno con Ana Martínez Vidal. Es una persona nociva y tóxica, que trataba de desestabilizar con malas artes.

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