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En 1996, el Archivo de la administración regional todavía estaba en el palacio de San Esteban. Un convenio de colaboración entre el Ministerio de Educación ... y Cultura y la Comunidad Autónoma permitió hacer un edificio conjunto para albergar los dos archivos, el Histórico Provincial [que estaba en la última planta de la Casa de la Cultura] y el Regional [desperdigado]. «En esos años se vivió en una especie de travesía por el desierto. Fue una muy buena decisión construir esta sede definitiva», reconoce Javier Castillo Fernández, director del Archivo General de la Región, que lleva cinco años en el cargo (desde 2019) y se dedica a la archivística «casi de rebote».
Es doctor en Historia por la Universidad de Granada [fue premio extraordinario de Licenciatura], pero su idea inicial era prepararse las oposiciones de Secundaria para ser profesor de Historia. «Mi novia estaba aquí y aquí vine de casualidad en el 95 por un tiempo. Pero me tumbaron en las oposiciones, lo intenté dos veces. Probé quedarme con distintas becas en la Universidad de Granada, pero al final me vine a Murcia a prepararme las oposiciones y me tumbaron en Murcia y en Granada». Casualmente escuchó un anuncio en la radio: una convocatoria de becas para trabajar en archivos de la Región de Murcia. Él los conocía como investigador, y, como no tenía nada más en perspectiva tras sus fallidos intentos de ser profesor, echó la solicitud y lo seleccionaron. Es Técnico Superior Facultativo de Archivos de la Administración regional de Murcia desde el año 2000. Estuvo al frente de la Biblioteca Regional entre 2009 y 2011, en un periodo de crisis absoluta que le marcó y le hizo ver la Administración desde otra perspectiva. Hizo la tesis ya con 40 años «por amor propio, una historia de Granada que no tiene nada que ver con la Región de Murcia». Tiene más de 70 publicaciones, entre monografías, artículos científicos y colaboraciones en obras colectivas en las áreas de Historia, Archivística, Biblioteconomía y Etnología.
En 2025 hará veinte años de la inauguración del edificio de la avenida de los Pinos, un emblema arquitectónico, obra del equipo constituido por Juan Antonio Molina Serrano, José Luis Arana Amurrio y María Aroca Hernández-Ros. Una verdadera isla de conocimiento acumulado en documentos que en muchos casos se remontan a siglos atrás y que aquí se restauran y digitalizan para legarlo a futuras generaciones. Sucedió en el cargo de director a Rafael Fresneda.
-¿Cómo es el gobierno del Archivo General de la Región?
-Sabe qué pasa, que estos son puestos gerenciales, al final lo que haces es administrar presupuestos, personal, resolver si se ha roto la enfriadora del aire acondicionado... en casi todos los puestos directivos al final haces eso. Por eso cuando me lo propusieron [entonces era director general Rafael Gómez] puse cierta resistencia. Pero este equipo, como encontré en la Biblioteca Regional, es magnífico, y al final aceptas porque piensas que puedes liderar proyectos que te interesan. Una batalla que tenemos siempre los archivos es darnos a conocer, quitarnos esa fama de gente elitista con tarjeta de investigador. Todos los archivos estamos luchando por quitarnos esa rémora que no se ajusta a la realidad.
-¿Cualquier persona puede ir al Archivo General a investigar?
-Sí, cualquier persona, aquí no se le pregunta ni por qué ni para qué ni nada. Con tu DNI te das de alta y puedes investigar. Desde el Archivo General de la Región de Murcia hemos impulsado estos años, sobre todo, el tema de la digitalización. Hemos renovado el diseño de la página web y estamos en redes sociales. No me gusta esa expresión de que los archivos hacemos una labor callada: ¡De callada nada! Los archivos estamos continuamente diciendo lo que hacemos, otra cosa es que tenga más o menos impacto.
-¿Qué sorprendería saber?
-Por ejemplo, que hemos tenido un convenio con la Iglesia mormona [la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, con sede principal en Utah, Estados Unidos] y hemos digitalizado cinco millones de imágenes gratis a través de FamilySearch (organización sin fines de lucro dedicada a la preservación de archivos genealógicos e históricos a nivel mundial). Sobre todo, documentos de nacimientos, matrimonios y defunciones, censos electorales, testamentos, registros de escuelas, así como documentación de Beneficencia y otros. Ellos están haciendo convenios con archivos de todo el mundo porque una de las obligaciones religiosas que tiene cada uno de los miembros es reconstruir su árbol genealógico, y lo que hacen es básicamente digitalizar fuentes genealógicas. Les interesa cualquier posibilidad que haya de encontrar información sobre antepasados suyos en todo el mundo. El mayor archivo genealógico que hay en el mundo es FamilySearch, y tienen su web en la que invitan a descubrir historias familiares a través de documentos históricos. Es alucinante.
-¿Qué tipo de imágenes interesaban más a los mormones en el caso de la Región de Murcia?
-Por ejemplo, les ha interesado de aquí, porque tenían acta de nacimiento, 50.000 expedientes académicos del Instituto Provincial, desde 1850 hasta los años 40. También 30.000 expedientes de prisiones. ¿Por qué? Porque en ellos viene la filiación. Cualquier documento donde venga que fulanito es hijo de tal persona y que es natural de tal pueblo. En general, nosotros tenemos muchas consultas en nuestra web desde Estados Unidos, pero de donde más de Francia, por la inmigración, pero también de Argentina y Brasil vienen mucho. Ahora con el proceso de nacionalización extraordinario que contempla la nueva Ley de Memoria Democrática, nos están llamando mucho buscando antecedentes familiares, descendientes de españoles. Porque los nietos tienen la posibilidad. La pena es que nosotros no podemos certificar la mayoría de veces lo que necesitan porque lo que necesitan es el Registro Civil. La parte histórica de los registros civiles está todavía en la Administración de Justicia, lo cual es horroroso para la administración de Justicia, que no tiene medios, y para los usuarios. En Francia, por ejemplo, los archivos departamentales, que serían aquí los archivos históricos provinciales, tienen todo el histórico de los registros civiles, hasta cien años, igual que pasa aquí con los protocolos notariales, que son de libre consulta a partir de esos cien años. Una de las funciones básicas que tenemos los archivos es la garantía de los derechos básicos y obligaciones de los ciudadanos.
-¿El Archivo General de la Región funciona como cabecera del resto de archivos de la provincia?
-Más que como cabecera, hacemos de coordinación, y lo hacemos en la medida de nuestras posibilidades porque antes teníamos subvenciones que ya no tenemos, que desaparecieron con la crisis. Cuando hacemos todos los años la carta a los Reyes Magos pedimos recuperar ese dinero en el anteproyecto del borrador de Presupuestos. Pero bueno, hacemos cursos de formación todos los años con los archivos municipales, y con la Escuela de Función Pública. En junio hicimos por primera vez unas jornadas de archivos a nivel regional, y dimos voz a una docena de archivos para que nos contaran su labor. Algunos no son tan conocidos, como el archivo de la Confederación Hidrográfica del Segura, que tiene una magnífica colección cartográfica, o el Archivo Naval de Cartagena o el de la Catedral de Murcia, muy interesantes. Esas jornadas las emitimos en Youtube y están disponibles. Nosotros tenemos más competencias en los archivos de la propia administración regional porque, aparte del Archivo General, gestionamos uno tan grande en capacidad como el Archivo Intermedio, que está en el Polígono de Alcantarilla, en un edificio que construyó la Consejería de Hacienda y que gestionamos nosotros. Allí hay documentación administrativa de las consejerías, la que tiene menos de 25 años y que todavía está pendiente de determinar si se tiene que conservar o se puede destruir. Y tenemos personal en nueve consejerías, los llamamos archivos centrales. Los documentos tienen un ciclo de vida, se crean en la administración para acreditar derechos y obligaciones y conforme va decreciendo su uso pasan a los archivos centrales que normalmente están en las propias consejerías, donde tenemos personal técnico; luego pasarían al Archivo Intermedio, y, los últimos, los de conservación permanente, pasarían aquí al Archivo General, donde hacemos archivo histórico.
-¿Qué ha sido un gran logro?
-Por ejemplo, poner en marcha la Comisión Calificadora de Documentos, un órgano que existe en todas las comunidades autónomas, y en el que hay historiadores, juristas y archiveros, y estudiamos las series documentales, los expedientes, y cada uno aporta su punto de vista, y si consideramos que no tiene un valor jurídico permanente y un valor histórico muy relevante, se puede destruir. Eso antes se hacía sin ningún criterio, y ahora es de forma legal con un decreto que lo regula. Antes los archiveros éramos más talibanes en ese aspecto, pero no se puede conservar todo y quizás tampoco haga falta conservarlo todo. Los ayuntamientos están hasta aquí de multas de tráfico, pero ahora se hace un muestreo y se deja un ejemplo. En nuestra base de datos hay unos 300.000 registros a disposición de los usuarios, desde el XIII hasta ayer.
-¿Hay archiveros en todos los municipios de la Comunidad?
-No, en todos no hay. Lo que sí que hay es una ley del año 90 que nos obliga a tenerlos a todas las administraciones. Incluso a los propietarios de documentos privados. Pero cada administración es autónoma en ese aspecto.
-¿A qué ayuda un archivo?
-De la antigua Diputación Provincial tenemos documentación de todos los centros benéficos que había. Por ejemplo, del antiguo Hospital de San Juan de Dios, que hoy sería el Reina Sofía, una documentación riquísima desde el siglo XVI, con los libros de ingresos prácticamente desde 1570 hasta 1991, y con la misma información: filiación, nombre y apellidos, cuándo ingresa, un diagnóstico y el alta. Una serie espectacular. En el XVII te encuentras muchas crucecitas porque muchos fallecían. Tenemos también la antigua Casa de Misericordia, en San Esteban (Murcia), un asilo de niños y de ancianos que funcionó desde finales del siglo XVIII hasta que se lo llevaron al complejo de Espinardo. Cuando Carlos III echa a los jesuitas en el XVIII lo cede a la Casa de Misericordia, que junto al hospital y la Casa de Expósitos de Santa Teresa, pasan a ser públicos y ahí tenemos mucha información de personas oscuras en la historia. Encuentras cosas impresionantes. Tenemos un señor que muere ahí, indigente, emigrado a Orán, como tantos murcianos, con sus cartas, las fotos de sus hermanas, metido todo en un sobre. ¡La vida de una persona en un sobre! Gente que no son los grandes elegidos de la historia, y a través de los archivos podemos reconstruir la vida de esta gente.
-Una de las cosas que observan es que cada vez vienen menos investigadores de la universidad.
-Aquí predominan los investigadores a título personal. Gente que hace su árbol genealógico, o la historia de su pueblo, o de su familia. Y hay investigaciones de calado, sí. Por ejemplo, este verano tuvimos profesores de la Universidad de Huelva y de Sevilla que están investigando dentro del Fondo de Minas cosas de la contaminación de Portmán. Estuvieron viendo los expedientes y la Junta de Minas, con la sección de Policía de Minas, donde está la relación de accidentes. Es muy llamativo. Tenemos más de 500 fondos y colecciones distintas. Nuestro principal proveedor y cliente son las administraciones públicas, el más voluminoso con diferencia, y todas las antiguas delegaciones de los ministerios. Por ejemplo, de lo que más se consulta es del Fondo de Prisiones, que hemos digitalizado y subido a la web, sobre todo, de la Guerra Civil. Aunque el fondo que más se consulta con diferencia, un 60% de las consultas, es el de protocolo notariales, donde están todas las escrituras públicas. En el Archivo somos bastante receptivos a recuperar archivos privados. Un antropólogo se encontró en un cortijo abandonado de la sierra de Moratalla, el cortijo Quirantes, cartas de la mili de los hijos, fotografías, recibos de contribución, libretas con anotaciones de las cosechas... es la pequeña vida de gente que apenas sabía leer. Es asombroso.
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