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Durante la primera semana de marzo, las redes sociales fueron pasto de chistes y 'memes' por la tardanza del coronavirus en dejarse caer por la Región, convertida en la única comunidad libre del SARS-Cov-2. Poco antes de las dos de la madrugada del ... día 8 llegó por fin el primer caso confirmado: la PCR realizada a una joven de 27 años de Churra, que el fin de semana anterior había visitado la feria de arte contemporáneo ARCO, en Madrid, había dado positivo.
Sin embargo, los informes del servicio de Epidemiología de la Consejería de Salud apuntan a que el virus ya estaba entre nosotros en febrero: diez pacientes presentaron síntomas entre los días 21 y 29 de ese mes, aunque el diagnóstico no llegase hasta semanas después. Los epidemiólogos sitúan el primer caso del que se tiene constancia en Jumilla, con inicio de síntomas el día 21. Es decir, más de quince días antes de lo que hasta ahora había sido considerado el comienzo de la epidemia.
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«No podemos saber si es o no el paciente cero, porque pudo haber otros casos asintomáticos» que quedasen fuera del radar, aclara María Dolores Chirlaque, jefa del Servicio de Epidemiología. Esta primera paciente es una joven de 19 años, residente en Jumilla, que estuvo en Madrid entre los días 13 y 17 de febrero. En esas fechas, la Covid-19 no había llegado supuestamente a España, pero un informe del Instituto de Salud Carlos III apunta precisamente a ese periodo como el momento en que pudieron producirse los primeros casos. Se da una circunstancia que puede ser clave: la joven estuvo en el aeropuerto -seguramente el lugar de entrada del virus a España-, porque llegó a Madrid procedente de Ecuador.
Ya en Jumilla, comenzó a sufrir síntomas el día 21, según el informe epidemiológico, pero eran leves y pasaron desapercibidos. En aquellas fechas, solo saltaba la alerta si se había viajado al norte de Italia o China. Su caso no fue confirmado por PCR hasta un mes después. Como siempre, se puso en marcha el sistema de vigilancia epidemiológica. Sin embargo, no se detectó ningún brote local. Con 26 casos confirmados hasta la fecha, Jumilla tiene una incidencia inferior a la de Yecla.
Epidemiología tiene constancia de otra paciente residente en Murcia, de entre 35 y 40 años, que mostró síntomas el día 23, después de una estancia en Madrid. Los informes recogen, además, otros ocho casos con probable inicio de síntomas antes del 29 de febrero. En cinco de estos casos no hay un vínculo epidemiológico claro.
Pero fue a partir de la segunda semana de marzo cuando los contagios empezaron a dar la cara. La curva epidémica tomó impulso, sobre todo por casos importados. De los diez primeros pacientes, nueve habían estado en Madrid.
En total, se confirmaron 100 casos importados de Madrid en las primeras semanas y otros 25 de la Comunidad Valenciana. La capital de España es, con estos datos sobre la mesa, el origen principal de la epidemia en la Región. Pero, pese a la intensa polémica, no son quienes vinieron a sus segundas residencias los que más espolearon al virus. La incidencia en el Mar Menor y Cartagena ha sido de hecho claramente inferior a la registrada en otras zonas. La mayoría de casos importados se corresponden con murcianos que habían visitado la capital por turismo o por trabajo, y también con estudiantes universitarios que volvieron a casa tras el cierre de las aulas.
Entre los 25 casos importados de la Comunidad Valenciana destacan seis de Benidorm, relacionados mayoritariamente con viajes del Imserso. Un viaje celebrado entre el 9 y el 15 de marzo se saldó con tres contagios. Algunos de los ancianos infectados en Benidorm fallecieron. También es un caso importado el mayor 'supercontagiador' de esta epidemia en la Región: un hombre de unos 30 años que, tras un viaje de trabajo, celebró dos cenas familiares los días 7 y 8 de marzo. Unas 15 personas resultaron infectadas.
A partir de la semana del 16 de marzo, los casos importados dieron paso a una explosión de la transmisión local del virus. Seguir el rastro de las cadenas de contagio dejó de ser posible, con miles de casos sospechosos sin confirmación mediante PCR.
Los expertos no han detectado unos patrones claros detrás de las desiguales cifras de incidencia en la Región. Las mayores tasas en Murcia y la Vega Media pueden achacarse a que los casos importados de Madrid se concentraron en estas zonas, con pacientes jóvenes que presentaban síntomas leves o incluso podían ser asintomáticos, lo que habría facilitado la transmisión.
Su trabajo es quizá menos visible que el de otros sanitarios, pero los aplausos de las ocho de la tarde deberían sonar también con fuerza para ellos, porque sin su labor sería imposible doblegar al coronavirus. Estos 42 profesionales trabajan sin descanso en el Servicio de Epidemiología de la Consejería desde que a principios de marzo se hizo visible la amenaza de la Covid-19. Cuando todavía no se había confirmado el primer caso, los epidemiólogos ya analizaban en jornadas interminables cada sospecha, con la enorme responsabilidad de evitar en lo posible la aparición de algún brote.
Lo hacían además con limitaciones, porque la escasez del material necesario para las PCR diagnósticas obligaba a seleccionar con la mayor precisión posible las pruebas a realizar. La evolución de la epidemia en la Región ha demostrado que hicieron bien su trabajo. Si se les hubiesen escapado muchos casos, «la pandemia se habría descontrolado», subraya María Dolores Chirlaque, la jefa del servicio. Ahora, su labor vuelve a ser imprescindible para la desescalada. «Tenemos que volver a monitorizar muy bien los casos posibles, realizando las pruebas, para evitar cadenas de contagio», subraya.
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