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Un año y medio después de ponerse al frente de la Policía Nacional en la Región, el comisario principal Ignacio del Olmo afronta el bicentenario ... del cuerpo con una especial preocupación por la violencia sobre las mujeres y los delitos que golpean a los más jóvenes a través de una Red que, admite, por el momento es un campo sin puertas. La inmigración que llega cada año a la comunidad en busca de una vida mejor es otro de los asuntos que ocupa la cabeza de este profesional, con más de cuatro décadas de ejercicio a sus espaldas. Mientras otros levantan muros, el suyo es un mensaje de integración. «La inmigración», recalca, «puede ser el gran revitalizador de Europa en el futuro».
-La Policía celebra sus doscientos años de ejercicio. ¿Cuáles son los retos encima de la mesa?
-Creo que los retos de la Policía son permanentes. Son los mismos que asumimos cuando se crea la Policía y espero que sean los mismos dentro de cien años. La creación de la Policía como institución pública tuvo por objeto conseguir el bienestar de los ciudadanos. Por lo tanto, es el mismo reto que tenemos que asumir en este momento y el mismo que habrá que asumir en el futuro.
-El otro día, en un acto, mostraba su preocupación por el repunte del tráfico de seres humanos y por la intolerancia que este fenómeno genera en algunos sectores de la sociedad.
-Nosotros somos la frontera sur de Europa. Estamos haciendo frontera porque el Mediterráneo siempre ha unido a las comunidades que están a los dos lados de la orilla. Y en ese continente hay del orden de 300 millones de desplazados forzados por distintas razones: por hambre, por hambruna, por crisis medioambientales, por guerras... Esas personas quieren vivir. Y, por lo tanto, uno de los lugares preferentes para desplazarse es el remanso de paz y prosperidad que en este momento es Europa y, en este caso, España. La tragedia es que esas personas que se ven forzadas a emigrar caen en manos de mafias. Eso es lo que a mí me preocupa enormemente y me conmueve. Por otro lado, Europa está en crisis demográfica y el problema se va a agravar. Desde el año 2050 solamente un país como Nigeria tendrá más habitantes que toda la Unión Europea. Entonces, si no tomamos conciencia de cuál es la situación en este momento y empezamos a poner las soluciones, puede que el problema aumente en escala. No tanto porque nos vaya a afectar a nosotros directamente, sino porque África es un continente en este momento en crisis y no se les puede dejar de lado. La Unión Europea ha tomado conciencia y ha modificado su estrategia en relación con la inmigración. Si nosotros no tenemos en cuenta el papel de las mafias, estamos condenando a aquellas personas que caen en manos de las organizaciones criminales a una nueva esclavitud.
-Algunos sectores de la sociedad, sin embargo, perciben la inmigración como un ataque.
-La inmigración es un factor de riqueza. Los inmigrantes han contribuido al progreso económico de España. Pero para que eso sea así, la inmigración tiene que estar regulada y controlada en origen, entre otras cosas, para preservar y garantizar los derechos humanos de aquellos que emigran. Alguien que emigre en patera y en manos de una mafia va a estar pisoteado. Y por eso es por lo que hay que ser muy solidario, muy sensible, pero al mismo tiempo muy cuidadoso y ayudar a esos países en origen. Si nosotros en este momento somos lo suficientemente generosos y pensamos con una mente abierta de largo plazo, la inmigración puede ser el gran revitalizador de Europa en el futuro. Ahora, si cerramos los ojos, miramos hacia otro lado y encima consideramos al inmigrante como el chivo expiatorio, lo único que vamos a hacer es agravar la situación.
-Cambiando de tercio. Las cifras de criminalidad en la Región llevan un tiempo en ascenso. ¿A qué lo achaca?
-Las cifras de criminalidad pueden ser engañosas. A veces ofrecen una visión de lo que es la seguridad que habría que matizar. Realmente no sabemos cuál es el número real de delitos que se cometen. Lo único que tenemos es una estimación en función del delito denunciado. Pero que se denuncien más delitos no siempre es un síntoma de inseguridad. De hecho, las policías que mejoran sus estadísticas, disminuyendo la cifra de delitos, normalmente son las malas policías, porque el ciudadano no confía en la policía y no va a denunciar. Y, por lo tanto, ofrecen cifras bajas de denuncias, pero no cifras altas de seguridad. Entre otras razones, porque la seguridad no es una cifra, es una sensación. Si al ciudadano de Murcia se le pregunta si hay inseguridad, posiblemente si les estamos hablando de cifras de delincuencia les podamos inducir a pensarlo. Sin embargo, si les preguntamos si vive bien, la gente va a decir que aquí se vive estupendamente. Por lo tanto, la percepción de seguridad en su conjunto es alta. La seguridad en Murcia es muy buena. Me atrevería a decir que de las mejores. Los robos en domicilios han caído de forma espectacular. Es cierto que tenemos un aumento de la reincidencia, pero fundamentalmente son delitos de tipo menor. Los delitos que a mí me preocupan y me tienen particularmente concernido son aquellos que tienen que ver con la violencia contra las mujeres y aquellos en los que las víctimas son los niños, los menores, sobre todo aquellos que tienen que ver con el mal uso de redes sociales y del ciberespacio.
-En ese sentido, vemos con mucha frecuencia palizas entre menores grabadas en móvil, atracos, agresiones. ¿Cree que se está haciendo algo mal en la educación de los más jóvenes?
-Nosotros nos enfrentamos a dos fenómenos disruptivos en este momento, como son la globalización y el ciberespacio. De tal manera que va a costar un tiempo adaptarnos a ese cambio que ha habido. En el caso de los menores, cada vez más son nativos digitales. Para ellos todo es realidad digital. Además se produce un fenómeno que a mí me preocupa enormemente, que es la búsqueda de la viralidad, la replicación de mensajes y la constitución de una personalidad y un prestigio basado en ese tipo de comportamientos. Antes famoso era un adjetivo. Ahora famoso es una profesión y la forma más rápida de alcanzar fama es ponerse en peligro o ponerse en ridículo. Y esos son comportamientos que tienen un concepto de asocialidad que es preocupante. Si a eso le añadimos la disponibilidad que tiene internet y la falta de control que hay en este momento, en el caso de los menores, les convierte en víctimas potenciales. Yo haría un llamamiento a la responsabilidad de todos y a la educación. Este problema se resolverá en el futuro, pero mientras tanto tenemos que estar todos concernidos. Dejar a un menor con un teléfono 5G sin supervisión es un riesgo extraordinario. Primero porque puede consultar determinados contenidos que puede querer imitar: contenidos violentos, pornográficos... Y en segundo lugar porque el propio sistema de ingresos en internet, en el que no hay identificación de usuario, permite que haya auténticos depredadores dentro de la red. Yo abogo por el control parental en el caso de los contenidos a los que acceden los niños en internet. Y eso no es una pérdida de libertad. Eso es una forma de crearle un sentido de la responsabilidad y de discernimiento entre lo que está bien y está mal. Para que luego posteriormente él ya pueda utilizar internet libremente. No se nos ocurriría dejarle a un menor una moto de alta cilindrada si no sabe conducir. Internet es mucho más peligroso que una moto de esa cilindrada por este tipo de circunstancias.
-La cibercriminalidad pega con fuerza. ¿Está la Policía preparada para plantar cara a un delincuente cada vez más especializado?
-Nos vamos preparando, pero con la cibercriminalidad pasa como con cualquier otro tipo de criminalidad, la policía va por detrás. Además es lógico. Esto es como la carrera de armamento o los depredadores y las víctimas. El delincuente inventa nuevos procedimientos y nosotros aprendemos y los contrarrestamos. Anteriormente los estados habían creado toda una infraestructura que luego se extendió para cubrir determinados aspectos. Pero es que en este momento el ciberespacio es un espacio superpuesto al espacio físico y todavía no hay una ley penal en internet. No hay colaboración por parte de muchos administradores de internet que no facilitan determinada información, entre otras cosas porque todavía seguimos pensando que internet es un espacio de libertad y colaboración entre personas bien formadas. Y ya se ha convertido en algo completamente distinto. No habiendo eso avanzamos hacia la concertación. Hay estructuras de cooperación policial muy avanzadas. Es cierto que tanto la globalización como el ciberespacio han creado un marco en el que no hay un parangón histórico. Por lo tanto, necesitamos un tiempo de adaptación a esta nueva situación.
-El fiscal superior, en una entrevista reciente, reconocía el desplazamiento hacia esta zona de grupos organizados que ya operaban en otros territorios. ¿Enfrentan ahora una criminalidad más profesional?
-En este momento no hay organizaciones criminales operando en la Región, que nosotros sepamos. Es más, la mayor parte de las organizaciones criminales cuando vienen a España vienen a descansar o a ocultarse. Lo que tenemos es lo que nosotros llamamos grupos organizados que tienen una organización criminal pero es muchísimo más laxa que la de las organizaciones criminales o las mafias como tal. Algunos de ellos actúan de forma más o menos permanente pero son grupos organizados, no son organizaciones criminales. En ese sentido, hay que tener en cuenta una cosa, el criminal es oportunista. No se puede hablar de que Murcia tiene un problema de grupos criminales. Los grupos criminales son un problema global y se mueven con toda naturalidad y en muchas condiciones huyendo de la presión policial. A día de hoy prácticamente no hay delincuencia local. O si la hay es de muy bajo calado. Y lo que hay son grupos que son desarticulados.
-En los últimos años los golpes contra el tráfico de marihuana son el pan nuestro de cada día. En ocasiones se trata de grandes operaciones contra bandas que exportan esta droga y la Policía ya ha advertido del repunte de la oferta. ¿Nos estamos convirtiendo en un punto de distribución a Europa?
-Lamentablemente España, que era un país de tránsito fundamentalmente de la droga, bien procedente de Marruecos o de Sudamérica, en este momento se ha convertido en un país de cultivo. No es un caso exclusivo de Murcia, pasa a otros niveles. Hasta el punto de que se ha creado una operación nacional, la 'Operación Verde', para erradicar plantaciones de marihuana. El entorno de huerta favorece, a través de locales diseminados, de sistemas de carriles, que en determinados puntos pueda haber este tipo de plantaciones. Pero se erradican a diario. Lo que nosotros pretendemos en este caso no es desmantelar plantaciones, es desmantelar organizaciones. Es decir, identificar a los miembros y sobre todo afectar a su infraestructura económica. Hay que tratar el problema del cultivo de marihuana como un tráfico organizado y atacarlo como tal. Y eso es lo que estamos haciendo.
-En los últimos años, las denuncias por delitos sexuales no han dejado de crecer. Solo en lo que va de año se han denunciado en la Región hasta 82 agresiones sexuales con penetración. ¿Qué cree que está ocurriendo? ¿Se cometen más delitos o se denuncian más?
-Curiosamente, cuando hay cuotas de libertad como no ha habido nunca, hay formación sexual y afectiva en los colegios, encontramos conductas que son asociales y auténticamente inexplicables, como los fenómenos de 'manada'. O la tendencia a emborrachar y aprovecharse de mujeres que están en una situación de dependencia y vulnerabilidad. Luego ocurre que todavía seguimos pensando que una agresión sexual a una mujer es un problema de otro. En una zona de copas, en un bar, podemos ver a una mujer que está sola y está siendo acosada y pensamos que eso no es mi problema y que a mí no me afecta. Podría ser tu hermana, tu madre, tu mujer, tu hija. Claro que es problema de todo el mundo. Ese tipo de conductas son intolerables desde el punto de vista ya no penal, sino simplemente social y de empatía. No es solamente un problema penal o de seguridad, es un problema social y es un problema de educación. Yo espero que sepamos dar la respuesta a situaciones de este tipo y entre todos lo resolvamos porque es escalofriante.
-La Audiencia Provincial ha condenado recientemente a varios policías, entre ellos un exjefe del grupo de Estupefacientes, por tráfico de drogas. ¿Cómo asume el cuerpo algo así?
-Nosotros no damos espacio a la impunidad por nuestro propio interés. Nos basamos en la legitimidad que nos otorga el ciudadano. El ciudadano cree que la Policía es un cuerpo legítimo y que las acciones que emprende están justificadas. Y por eso las obedece, porque nosotros lo que hacemos es trabajar con el bien común. Si hay un policía que es un delincuente, eso es malo para la sociedad pero es peor para la Policía por la pérdida de credibilidad que eso supone. Y cuando ocurre una cosa de este tipo nos vemos todos salpicados y manchados. Respetando por supuesto la presunción de inocencia, porque en este momento creo que en este caso concreto se va a recurrir la sentencia. Pero bueno, yendo al fondo del asunto, este tipo de delitos se investiga por parte de Asuntos Internos. Es decir, nosotros tenemos nuestra propia policía de la policía y está muy bien que así sea porque precisamente se trata de eso, de no dar espacio a la impunidad. Y fomentar la confianza que nosotros generamos en los ciudadanos. Es muy lamentable. El uniforme de policía, la placa, los poderes que nos han atribuido son de los ciudadanos que nos permiten utilizar todos. Tenemos la obligación moral, personal y jurídica de no defraudar al ciudadano que nos ha permitido ser policías.
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