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El Mar Menor es un ecosistema desequilibrado, frágil y contaminado, donde hay especies marinas que han logrado sobreponerse a los impactos de los periodos de ... eutrofización y las anoxias, pero otras no. La nacra es una de ellas. Un mejillón de gran tamaño que llegó a la laguna tras la apertura del canal del Estacio, en los años 80, y que antes de la primera crisis ecológica de 2016 mantenía una población de hasta 1,8 millones de individuos. Hoy pueden quedar menos de mil, pero una reciente investigación del Instituto Español de Oceanografía alerta de que los ejemplares que quedan podrían «no durar más de tres años».
Los científicos que en los últimos años han estudiado la vida de la 'Pinna nobilis' han alertado insistentemente del peligro de desaparición de este molusco tan emblemático de la laguna, pero el aviso del IEO es el más serio hasta ahora: «La población de la nacra del Mar Menor lleva varios años disminuyendo y su situación sigue agravándose cada día. Teniendo en cuenta que la esperanza de vida máxima de los individuos de la laguna es de nueve años, es posible que los individuos actuales no duren más de tres años, lo que llevaría a la población a una extinción inminente en un período de corto plazo».
Para llegar a esta conclusión, investigadores de los centros de San Pedro del Pinatar, Baleares y Canarias del IEO, junto con otros institutos científicos, llevaron a cabo entre 2019 y 2022 un intenso seguimiento de las pocas colonias que quedan para comprobar su estado y, sobre todo, intentar recolectar larvas de la especie para conocer el éxito reproductivo de este molusco. En esto último es donde radica el núcleo del problema. Y es que durante todo el periodo de estudio no se hallaron individuos con una concha inferior a nueve centímetros, lo que denota una «falta de reclutamiento» asociado al «colapso ambiental actual» que encamina a la población hacia un envejecimiento casi sin posibilidad de recuperación.
«El colapso de la laguna podría estar deteriorando las condiciones del mejillón y provocando la liberación de gametos inviables, además de afectar a las larvas». Las razones del fracaso en el desarrollo y asentamiento de estos juveniles en el fondo de la laguna son varias. Por un lado, los investigadores creen que el parásito que exterminó a casi el 100% de las nacras que habitaban la costa mediterránea antes de 2020 mató también a las colonias asentadas en la Isla Grosa, frente al canal del Estacio, y que servían de «fuentes de larvas» a la población de la laguna. La depredación de los gametos en el momento del desove (se produce entre junio y agosto) es otro posible factor.
Las «duras condiciones en hábitats cerrados acortan la vida» de la nacra, apuntan también, ya que aunque la alta salinidad ha servido de escudo contra el famoso parásito exterminador; las elevadas temperaturas pueden favorecer la presencia de bacterias perjudiciales, a lo que se suma los eventos de falta parcial o total de oxígeno. El efecto de la macroalga 'Caulerpa prolifera', con su alto consumo de oxígeno y su extensión por la laguna a partir de la sopa verde de 2016, podría estar aumentando el estrés de estos moluscos y asfixiándolos al reducir su capacidad de filtración de agua. La presencia de metales pesados en el sustrato marino y los fangos también son razones para pensar en la incapacidad de supervivencia de los juveniles.
El 'autorreclutamiento' sí llega a ocurrir en otras zonas del Mediterráneo donde todavía se pueden ver nacras, por lo que el IEO se pregunta por qué en el Mar Menor no: «Resulta difícil analizar esta cuestión sin considerar el actual proceso de eutrofización en la laguna del Mar Menor. Esta circunstancia podría estar exacerbando los ya mayores factores estresantes naturales de estos hábitats cerrados y recortando el éxito reproductivo de la nacra, afectando tanto al bienestar de los adultos reproductores como al éxito de las larvas».
El estudio, publicado en la revista 'Journal for Nature Conservation', también menciona que en el Mar Menor hay a día de hoy «cientos de individuos activos» a nivel reproductivo, y que estos han llegado a crecer tres centímetros de media entre 2019 y 2022, con un buen porcentaje de ejemplares hembra. Sin embargo, al no desarrollarse nuevas nacras, hay «una tasa de crecimiento poblacional negativa» por su envejecimiento sin relevo.
El IEO concluye su investigación afirmando que los resultados resaltan la falta de recuperación de la nacra y «los primeros signos de una probable extinción de la población local». Por lo tanto, reclaman «acciones urgentes» de conservación enfocadas «a restaurar el ecosistema y proteger a los individuos de 'Pinna nobilis' para evitar la extinción y la pérdida de uno de los últimos reservorios de esta especie emblemática». Los científicos añaden también la necesidad de actuar de forma urgente contra factores externos como el fondeo, la extracción ilegal o el impacto de la pesca.
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