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El abogado y vicedecano de la Facultad de Derecho de la UCAM Jaime Sánchez-Vizcaíno, tiene claro que la crisis de la Covid-19 encierra ... una lección. «El ser humano no es tan fuerte como pensábamos», razona. «Hemos visto lo débiles que somos». Aunque reconoce no haber parado de trabajar en estas largas semanas de confinamiento, Sánchez-Vizcaíno también ha encontrado tiempo en este impasse para reflexionar y llegar a la firme convicción de que la sociedad afronta un obligado punto de inflexión. «Tenemos que cambiar nuestro ritmo y modo de vida, nuestras viejas costumbre y objetivos, construyendo una nueva sociedad más solidaria, altruista, menos materialista», concluye.
Las largas semanas de confinamiento han sorprendido a este conocido jurista trabajando a otro tren. Sus jornadas se le escapaban entre impartir clase, a través de la pantalla, a sus alumnos de Derecho de la UCAM y el teletrabajo para ofrecer asistencia a los clientes de su despacho en sus «numerosísimas consultas» derivadas de la pandemia. Una tarea ardua que no le dejó demasiado tiempo para el ocio y menos aún para el aburrimiento.
Con más de tres décadas de experiencias en los tribunales, tiene claro que la crisis de la Covid-19 vendrá a poner aún más de manifiesto unas carencias en la Justicia que llevan demasiado tiempo haciéndose notar. «Si la carga de los juzgados era excesiva antes del decreto del estado de alarma, se nos avecina un exceso de litigación que los órganos judiciales no van a poder dar respuesta», alerta. «Mucho me temo que si la Justicia ya era de por sí lenta, ahora será eterna».
El diagnóstico que el letrado realiza de la salud de la Administración de Justicia no es demasiado alentador, pero es fruto de un conocimiento exhaustivo de los males que lastran su día a día. «Pese al gran esfuerzo, que me consta, de jueces, letrados de la Administración de Justicia y funcionarios, lo cierto es que se carece de los suficientes medios materiales, humanos y tecnológicos que son imprescindibles para que la Justicia sea realmente ágil y resolutiva», lamenta. Sánchez-Vizcaíno tiene claro que la solución no pasa únicamente por dotar a los juzgados de más medios. «Hay que abordar urgentemente las necesarias reformas procesales y concienciar a los justiciables de que hay otras alternativas para no judicializar el conflicto, como son la mediación y el arbitraje», incide.
El abogado reconoce que el suyo es un sector algo reacio al cambio que ha venido adaptándose «muy lentamente» al empuje de las nuevas tecnologías. «Ese proceso era necesario e imprescindible, como se ha demostrado durante esta crisis, y en los próximos meses se consolidará», sostiene. Un paso adelante que está convencido de que ayudará también a la necesaria reducción de la carga judicial.
Pese a la difícil tesitura que se presenta, Sánchez-Vizcaíno no se arruga y asegura tener «fundadas esperanzas en el futuro de nuestra región». Un optimismo que descansa, según explica, en su confianza en el tejido empresarial de la Comunidad, que cree tendrá fuerza suficiente para tirar del carro. «Confío plenamente en los empresarios murcianos», recalca. «Son ellos los que, como siempre, van a crear riqueza y puestos de trabajo».
Si algo le roba el sueño, sin embargo, a este letrado es el futuro de la juventud. «La sociedad ha invertido mucho esfuerzo y recursos para tener una generación de jóvenes muy bien formados», remarca. «No quisiera que esta crisis llevara a la pérdida del talento que representan».
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