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El enésimo robo con violencia en la huerta de Murcia se cobró ayer dos heridos de una misma familia tras el asalto a un chalé situado en la pedanía de Sangonera la Seca. El suceso se produjo pasadas las tres de la madrugada en una zona desangelada, con más perros guardianes y carteles de seguridad privada que farolas, cuando un constructor, que responde a las iniciales de A. A., dormía junto a su esposa y sus dos hijos en el interior de la vivienda. Allí se vieron sorprendidos de forma abrupta por los ladrones, cuyo número aún está por determinar. Lo que sí quedó claro desde un principio fueron las formas.
Tanta fue la violencia que desplegaron los intrusos que, de hecho, padre e hija acabaron en el servicio de Urgencias del hospital Virgen de La Arrixaca con diferentes cortes provocados por un arma blanca que portaban los asaltantes. La peor parte se la llevó la chica, que tuvo que ser intervenida quirúrgicamente en el brazo. «Tiene heridas graves». Es lo poco que acertaba a decir Antonio, hermano e hijo de las víctimas, que fue quien llamó al Teléfono de Emergencias 112 a las 3.40 de la madrugada para alertar del robo que se estaba produciendo en su vivienda. Al lugar acudieron patrullas de la Policía Local y Guardia Civil, así como una Unidad Móvil de Emergencias (UME) con personal sanitario de la Gerencia de Urgencias y Emergencias Sanitarias 061, que trasladó a los heridos hasta el centro hospitalario.
Unas horas después del suceso, Antonio no quería hablar a las puertas de la vivienda donde se habían producido los hechos. O más bien no podía. «Me han dicho los policías que no hable, lo siento. Yo estoy bien, gracias». Eran todas las palabras que le salían del cuerpo, aunque los perros no paraban de ladrar en la parcela del chalé. La familia se había mudado recientemente a esta zona de Sangonera la Seca, a medio camino entre la urbanización Torre Guil y el Club Hípico Carrascoy.
La Guardia Civil ha abierto una investigación para tratar de aclarar los hechos, e identificar y localizar a los sospechosos, sobre los que no ha trascendido ningún dato, según fuentes próximas a la investigación. Las mismas fuentes tampoco ofrecieron información sobre el botín que lograron llevarse los asaltantes, que al parecer desistieron ante la resistencia que ofrecieron los moradores de la vivienda.
Este es el primer robo que sufre esta familia en su chalé, cuya fachada aún está por terminar. Eso sí, las placas que alertan de la instalación de cámaras lucen bien grandes. «Raro es el vecino al que no le han robado. ¿Aquí? Seguridad privada y esperar que no vengan los ladrones. No hay otra», generaliza José, cuya vivienda se encuentra a solo unos metros de la asaltada. A este vecino le robaron hace cinco años, aunque él no estaba en la finca. Ese mismo día se produjeron «otros doce robos en la zona». Desde entonces, José se gasta todos los años más de 700 euros en diferentes medidas de seguridad, sin contar los gastos derivados del precioso pastor alemán que custodia el portón de entrada. No tuvo tanta suerte un familiar, también residente en la zona de Sangonera la Seca, «al que le entraron hace unos meses. Maniataron a toda la familia, les golpearon y les robaron».
Es lo mismo que hicieron con Dolores, otra vecina de la última familia afectada por la inseguridad en la zona. «A nosotros nos han robado varias veces. La última, poco antes de la Nochebuena de 2017. Nos despertaron a golpes y nos lo quitaron todo. Solo me dejaron mi sortija de casada. Desde entonces estoy con psicólogos y con psiquiatras. No puedo dormir. Aquí estamos en la boca del lobo, porque no hay ni alumbrado público. Si no hay ni luz, imagínese una patrulla de Policía», protesta esta vecina.
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