Hacia un futuro sin mascarillas

A medida que pasa el tiempo, la incidencia de casos positivos en la Región es menor, y al mismo tiempo crece el número de personas vacunadas. Por ello, muchos esperan la flexibilización en el uso del cubrebocas. «Entiendo que en los locales no podamos tener a los clientes sin ella», comenta Marisa Cano, propietaria de una céntrica joyería, «pero no veo ningún inconveniente en que no se use al aire libre. Yo no quiero ir a la playa con la mascarilla». Su uso este verano es visto como un estorbo, puesto que «si ya es incómodo respirar con ella ahora, imagínate con el calor de Murcia», se queja la propietaria del local.

Despedirse de este complemento está cada vez más cerca, pero antes se deben dar unas condiciones, como es la inmunización del 70% de la población y que los indicadores de la pandemia sigan a la baja. «Veo que la vacunación avanza rápido, por eso estoy de acuerdo con la medida», explica Lola Costela, una vecina de Murcia que disfruta de la mañana desayunando en una cafetería de la capital. «Tengo ansia viva de salir a pasear y no tener que preocuparme de llevarla», dice con ilusión.

Todos miran este posible nuevo escenario con ganas, aunque algunos se mantienen dubitativos. Es el caso de Ángel Alegre, quien advierte: «Hasta que no desaparezca la Covid por completo, seguiré llevándola por la calle». Muchos lo ven como una medida prematura y temen que la situación llegue a empeorar si se implanta. «Yo hago senderismo y en esos casos lo respeto porque son espacios seguros», explica Alejandro Romero, un vecino de Murcia, pero «por el centro de la ciudad las calles se llenan de gente e ir sin ella es arriesgado». A pesar de estar ya vacunado, Alejandro seguirá usándola, puesto que no quiere «que la situación vuelva a empeorar ahora que empezamos a ver la luz al final del túnel».

«Ver a la gente pasear por las calles sin esa protección será lo más cerca a la normalidad que estemos en muchos tiempo», cuenta Rocío Sánchez, dependienta de La Tienda del Fraile. «Después de un año, ¿quién no tiene ganas de quitársela?», señala la empleada. «Dejaré de usarla si veo que la situación lo permite, no me parecería bien ir sin ella si los casos positivos son todavía muy elevados», matiza.