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Cualquiera que siga los artículos escritos en los últimos años por el catedrático de Derecho Constitucional Francesc de Carreras (Barcelona, 1943) conoce su preocupación por ... la deriva política de España, donde, según su opinión, el debate público sereno se ha sustituido por la confrontación y la polarización. De Carreras, que ve signos de esperanza para una futura vuelta a la senda del diálogo y el acuerdo, visita este miércoles Murcia para inaugurar el ciclo de conferencias 'España, claves de hoy', organizado por la Fundación Cajamurcia y coordinado por el profesor de Filosofía de la UMU Jorge Novella.
-El título de la conferencia que ofrece usted hoy en Murcia es '2004-2024. De la democracia parlamentaria a la polarización populista'. ¿Quiere decir que España ha dejado de ser una democracia parlamentaria?
-España sigue siendo una democracia parlamentaria, pero en los últimos años está muy deteriorada. Por varias razones. La principal, por la utilización que se ha hecho del Parlamento por parte del Ejecutivo a través de los partidos políticos. Ya no hay un debate público sobre las leyes, no hay acuerdos entre partidos con un debate previo. Y, por tanto, la democracia parlamentaria ha cambiado hacia una polarización en dos bloques, que es algo que rompe a cualquier sociedad.
-Sitúa en 2004 el inicio de esta deriva. ¿Qué pasó ese año? ¿Cuál sería el punto de inflexión?
-A partir de 2004 se produce un cambio en uno de los grandes partidos de Estado como es el PSOE. Y cambia en dos cuestiones fundamentales. En primer lugar, con la primera ley de memoria histórica, que tenía una clara intencionalidad política, que era volver a las dos Españas de 1936, dejando atrás la España de la Transición en la que los problemas se resolvían debatiendo, llegando a acuerdos. Por contra, se regresó a un país de dos bandos irreconciliables, a derecha e izquierda, donde los pactos son difíciles o imposibles. El segundo cambio es el acuerdo del PSOE, a través del PSC, con los partidos nacionalistas, que con los años incrementan sus reivindicaciones y pasan a ser claramente independentistas. Esto se materializa en una reforma del Estatut de Cataluña que comienza en el año 2004 y que se hace con el partido más independentista que hay, ERC. Ahí se inician unos eslóganes como el 'España nos roba' y la idea de que el independentismo ya no solo tiene que estar basado en cuestiones identitarias, de lengua o de historia, clásicas del nacionalismo de Jordi Pujol, sino también en preceptos económicos. Se impone la idea de que pertenecer a España perjudica económicamente a Cataluña, creando en esta un déficit fiscal por considerar que se están pagando los servicios del resto de España. Esto envenena tremendamente la situación en Cataluña y, a la vez, también la situación en España.
-¿Y hay vuelta atrás? ¿Se puede regresar a la época del debate y los grandes acuerdos?
-Rotundamente, sí. España solo se puede gobernar desde el centro. Y cuando hablo de centro no me refiero a un partido centrista, sino a dos partidos que representan dos alas distintas, pero que pueden entenderse entre sí: uno, más liberal en economía y conservador en costumbres, y otr menos liberal en economía y más abierto en costumbres. El bipartidismo tuvo vicios, pero desde su ruptura estamos ante un vicio mucho mayor, que es la polarización populista, la ruptura en dos bloques en los que la parte centrista solo puede gobernar si se alía con la parte extremista. Habrá vuelta atrás si se imponen las personas sensatas que quedan dentro de los partidos, que saben que lo mejor para este país sería volver a lo que había en los 20 o 25 primeros años de democracia. Aunque sea de forma imperceptible todavía, creo que se está llegando otra vez a pensar en soluciones como esta.
Conferencia '2004-2024. De la democracia parlamentaria a la polarización populista', a cargo Francesc de Carreras.
Dónde Centro Cultural Las Claras de la Fundación Cajamurcia, en Murcia.
Hora Este miércoles, a las 19.30 horas.
Precio Entrada libre hasta completar aforo.
-Viendo las sesiones del Congreso, no parece notarse.
-Bueno, los cambios sociales siempre tardan en percibirse, yo lo comparo con el crecimiento del césped. Lo siembras y tarda en aparecer, al principio casi no se ve, pero poco a poco empieza a verse y va creciendo más rápidamente. En esa situación estamos, pero inevitablemente tenemos que volver al debate y el acuerdo, porque si no, corremos el riesgo de vivir un enfrentamiento y una destrucción de la democracia actual.
-¿Exageran quienes dicen que vamos camino de convertirnos en Venezuela?
-Me lo advierten muchos amigos venezolanos que están en Madrid, pero no creo que sea nuestro camino mientras exista una sociedad civil y una opinión pública informada por medios de comunicación libres, con un sistema de controles judiciales que cumpla su papel de aplicar la ley, además del control que supone la Unión Europea. Países como México sí que están yendo hacia el modelo de Venezuela, pero no creo que sea el caso de España.
-¿Cómo definiría la figura de Pedro Sánchez? ¿Sería posible volver a ese espíritu de consenso con él en la presidencia?
-Pedro Sánchez es una desgracia en la política española porque ha rebasado todos los límites. Alguien sin ideología, cuyo único fin es el de permanecer en el poder a cualquier precio, renunciando a lo que tenga que renunciar. Será un paréntesis a olvidar en la historia de España.
-¿Qué opina del Plan de Acción para la Democracia, también llamado plan de control a los medios de comunicación?
-Lo que buscan esos 31 puntos, más que la censura, es introducir miedo en los medios de comunicación y que estos se apliquen la autocensura. Creo que no les saldrá bien, porque hay una doctrina muy consolidada sobre lo que es el papel de la opinión pública y la libertad de expresión. Insisto en que, mientras los medios no se dejen amilanar, que creo que no se dejarán, ese plan no irá a ningún sitio.
-¿Apaciguará el concierto catalán a los independentistas?
-Quien crea que el concierto puede solucionar, pacificar y reducir la fuerza de los independentistas, muestra una ingenuidad absoluta. Y como no creo que sean ingenuos en el Gobierno, lo único que persiguen con esto es el puro oportunismo, el intentar seguir en el poder a toda costa con los apoyos parlamentarios tan débiles que tienen.
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