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La doctora María del Mar García Calvente es una autoridad nacional en género y salud, materia de la que es profesora en la Escuela Andaluza de Salud Pública. Ayer participó en la reunión del grupo de trabajo sobre igualdad de género de la Conferencia de las Asambleas Legislativas Regionales de Europea, que se celebra hasta hoy en la Asamblea Regional. Ilustró a los legisladores sobre atención a personas cuidadoras de niños, mayores y dependientes, terreno que es un exponente de desigualdades por recaer esa tarea principalmente sobre mujeres. «Ser cuidador tiene un impacto sobre la salud física y mental. Hay estudios que lo relacionan con un mayor riesgo de mortalidad», avisa.
-Sí, lo mismo que se incorporan las preguntas sobre el tabaco o la actividad física. Es un posible factor de riesgo.
-Claro. Muchas personas llevan años cuidando y seguramente lo hacen mejor de lo que nosotros podemos enseñar. Pero sí hay que formarles para que puedan cuidar de ellos mismos, para repartir tareas entre otros miembros de la familia y, sobre todo, poner a su disposición recursos de apoyo sanitarios y sociales. Hay que formar a personas para que no tengan sentimiento de culpa cuando deciden o tienen que dejar de cuidar, porque puede originar problemas de salud emocional o mental. También hay que incidir en el derecho a no cuidar.
-Hay que incidir, en primer lugar, en la educación. Pero también hay que hacer leyes de los ámbitos laboral, educativo o sanitario. El papel de los hombres es fundamental. Si ellos no se incorporan en igualdad de condiciones que las mujeres, no puede haber equidad de género en el cuidado. El reparto de esa tarea a nivel familiar es desigual, lo mismo que es desigual entre la familia y el Estado. Dentro de la familia, asumen mucho más las mujeres que los hombres. Por eso, desde la Educación Primaria hay que explicar que el cuidado hay que repartirlo. Y hay que enseñar también que las niñas no están más capacitadas que los niños para cuidar: ninguno sabemos hacerlo cuando nacemos. También es una responsabilidad en las edades adultas, por ejemplo en el terreno laboral: hay que tener leyes para que los permisos puedan tomarlos mujeres y hombres por igual. Ahora los solicitan mayoritariamente mujeres y eso no puede ser así.
-La ley de Dependencia se ha desarrollado insuficientemente. Hay que evaluar cuál ha sido su impacto y hay que ver qué medidas faltan y el motivo. El cuidado no es una cuestión particular de la familia, es una cuestión social que nos afecta a todos. Por eso los poderes públicos deben hacerse cargo de esas necesidades, no pueden relegarla sistemáticamente a la familia sin ningún apoyo.
-Es imprescindible. Por ejemplo, la prestación económica por cuidado familiar ha sido en muchas comunidades la mayoritaria, y se pensó como excepcional. Pero para que pueda ser excepcional hay que desarrollar los otros servicios: atención a domicilio, residencias y promoción de la autonomía.
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