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La Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) sigue actuando contra los pozos y las desalobradoras ilegales del Campo de Cartagena, cinco años después de que el ... organismo de cuenca declarara la 'guerra' a estas instalaciones debido al impacto que causan los vertidos de salmuera y los nitratos en los acuíferos y en la contaminación difusa del Mar Menor. Un informe de la Comisaría de Agua refleja que, desde que inició la labor inspectora, más de 200 desalobradoras tuvieron que ser precintadas dos veces para asegurarse que quedaban totalmente inutilizadas. Comprobó en varios casos que se puenteaban para seguir funcionando «a horas intempestivas», a veces de noche y los fines de semana.
Las desalobradoras ilegales no se circunscriben al Campo de Cartagena, aunque esta zona es la que concentra el mayor número de estas pequeñas desaladoras que a veces se ubican en los lugares más insospechados. La Guardia Civil, en colaboración con la CHS, destapó la semana pasada una red que utilizaba desalobradoras ilegales en el campo de Mazarrón, poniendo bajo investigación a tres personas por presuntos delitos contra los recursos naturales y de usurpación de aguas.
El informe del último año hidrológico elaborado por la Comisaría de Aguas refleja que, desde que hay datos disponibles sobre las actuaciones de investigación de las desalobradoras, a partir de 2017, se han abierto 425 expedientes como consecuencia de las 727 actuaciones realizadas hasta el momento en desalobradoras vinculadas a pozos. Dichos expedientes han acarreado 95 trámites de sanción.
En concreto, 202 desaladoras tuvieron que ser precintadas dos veces, mientras que los sondeos sellados alcanzaron la cifra de 142. Estas instalaciones se encuentran en las zonas 1 y 2 del Campo de Cartagena, las más afectadas por las restricciones recogidas en la ley de Protección del Mar Menor y por el Plan de Actuaciones Prioritarias del Ministerio. Los controles y actuaciones de la CHS, de la Consejería de Agricultura y de la Guardia Civil han corregido en gran parte las prácticas de los miles de agricultores y ganaderos de la cuenca vertiente del Mar Menor, ya sean propietarios o arrendatarios, que aplican los requisitos legales y las medidas cautelares para preservar los acuíferos. No obstante, se siguen detectando casos de incumplimiento. En el año hidrológico 2021-22, la Comisaría de Aguas realizó 55 inspecciones y abrió 50 expedientes contra desalobradoras (10) y pozos ilegales (37), que fueron precintados y sellados. Siete casos llevaron sanciones aparejadas.
La Confederación explica que, en los inicios del plan de choque para la detección de superficies sin derechos de riego, también se constituyó un grupo de agentes medioambientales que, conjuntamente con dos jefas técnicas, se ocupaban de la localización de desalobradoras y pozos ilegales en el entorno del Mar Menor, hasta conseguir el precinto de estas instalaciones o el sellado con material inerte en el caso de los sondeos.
Este primer chequeo no fue suficiente, según el organismo de cuenca, que destaca que, en las sucesivas inspecciones de las superficies de riego sin derechos y de los pozos ilegales, «se verificó que únicamente con el precinto de los tubos de salida de la desalobradora esta no quedaba inutilizada. Con el sistema de llaves y bomba de presión era relativamente sencillo puentear el precinto y mantener funcionando la desalobradora a horas intempestivas, noches o fines de semana, como se comprobó en varios casos. Es decir, eran desalobradoras precintadas pero que seguían funcionando sin romper el precinto», señala a LA VERDAD.
A partir de ese momento, los técnicos de la CHS aplicaron el segundo precinto, para obligar físicamente a cortar tanto los tubos de entrada como los de salida, además de precintar esos cierres de tuberías, el cuadro eléctrico y otros elementos, «para garantizar que no se puenteara el precinto y la desalobradora siguiera funcionando». El organismo de cuenca precisa que esta revisión se llevó a cabo en las desalobradoras que no habían sido previamente retiradas, desmontadas o desguazadas, aunque también hubo algunos casos de reincidentes.
Los datos de la Comisaría de Aguas alcanzan hasta septiembre pasado. El presidente de la Comunidad de Regantes del Campo de Cartagena, Manuel Martínez, señala que «hace mucho tiempo» que no tienen conocimiento de nuevas irregularidades.
Los acuíferos del Campo de Cartagena no solo tienen concentraciones de nutrientes por encima de lo autorizado, sino que sus aguas soportan una elevada salinidad que dificulta que los regantes puedan utilizarlas. Es una prueba de que estos han dejado de usar en su gran mayoría las desalobradoras declaradas ilegales por la CHS, aunque se siguen sancionando determinados casos.
La CHS autorizó en el año 2018 la extracción de 9,3 millones de metros cúbicos a través de 164 pozos en el Campo de Cartagena, una vez que los regantes presentaron un plan de seguimiento y vigilancia ambiental para poder utilizar esos recursos. No obstante, las extracciones realizadas desde entonces no alcanzan el tope máximo permitido por la Confederación.
El presidente de la Comunidad de Regantes del Campo de Cartagena, Manuel Martínez, explica que no utilizan todos los recursos de dichos pozos «por su mala calidad». «Se extrae poca agua porque tiene una salinidad muy alta que no toleran los cultivos, y tampoco podemos mezclarla en los canales del Trasvase porque no llevan suficiente flujo para diluir la carga de sal», indica.
La conductividad media de los pozos ha disminuido un 2% en el último año, aunque sigue siendo muy elevada: 5.791 microsiemens por centímetro. Lo normal son 1.500, y en los cultivos no debe sobrepasar los 3.000.
Lo mismo sucede en algunas depuradoras, sobre todo en las de Torre Pacheco y Los Alcázares. Estas instalaciones pueden eliminar la carga contaminante de las aguas residuales urbanas, incluidos los nitratos y fosfatos, pero no la salinidad. El elevado nivel freático y los bombeos de muchos garajes y sótanos hace que lleguen a estas depuradoras a través del alcantarillado agua del acuífero con una elevada conductividad, la cual no se puede aprovechar para los cultivos. Se trata de un volumen importante, casi 5 millones de metros cúbicos al año.
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