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A los cinco años del aniversario de la muerte del comandante Francisco Marín Núñez, piloto del caza que se estrelló frente a la costa ... de La Manga el 26 de agosto de 2019, la Justicia aún no ha aclarado las causas. El Ejército del Aire acaba de aportar los últimos documentos requeridos por el Tribunal Militar Territorial Primero, que ordenó seguir investigando las causas del siniestro en el que perdió la vida el 'Solo' de la Patrulla acrobática Águila, en un vuelo de entrenamiento frente a la costa de La Manga.
Así lo ha confirmado el abogado Javier Martínez, que representa a la madre del piloto de 43 años, casado y con un hijo cuando perdió la vida al caer el C-101 en el mar Mediterráneo mientras ensayaba algunas de las acrobacias programadas para las exhibiciones. El 'Logbook' o libro de registro de mantenimiento de la aeronave, que proporciona completa información sobre la estructura del avión y sus componentes desde el inicio al final de su uso, es la principal prueba documental que esperaba la acusación particular para aclarar una cuestión crucial en la resolución del caso: si el avión tuvo falta de mantenimiento. Si es así, la acusación espera clarificar si hubo responsabilidades penales y a quién exigirlas.
«Solicitábamos esa información desde el principio y, finalmente, el Ejército del Aire ha dado cumplimiento al requerimiento del juez», explica Martínez.
El Casa C-101 Aviojet del comandante Marín «tenía ya muy pocas horas de vida útil, era de los años ochenta y estaba al final de su misión», según indica el abogado. La acusación argumenta, además, que «un avión así exige un mantenimiento superior que en los primeros años».
El órgano central rechazó el pasado mes de mayo el auto del Juzgado Togado número 14, de octubre de 2023, que propuso el archivo definitivo del procedimiento penal por «falta de indicios delictivos». El sobreseimiento, apoyado por la Fiscalía Jurídico Militar y por la Abogacía del Estado, no se produjo, ya que el alto tribunal militar ordenó seguir investigando la «presunta responsabilidad directa» del Ejército del Aire en el siniestro.
Con las nuevas pruebas, entre las que figuran también el certificado del anemómetro y el estado del altímetro del avión, el juez ha delegado en una comisión, formada por tres expertos en vuelo y aeronaves, el informe final del caso. Estos peritos cotejarán el informe oficial, emitido por la Citaam (Comisión de Investigación Técnica de Accidentes de Aeronaves Militares), dependiente del Ministerio de Defensa, con los aportados por la acusación.
Entre las pruebas periciales recabadas por el abogado, destaca un informe de la Universidad de Castilla-La Mancha «que confirmaba en el avión una fatiga del 35% en el timón derecho, que interviene en impedir la caída libre».
Martínez solicitó también respuesta al Ministerio de Defensa sobre su plan de acción para reforzar la seguridad tras los tres accidentes aéreos registrados en un plazo de seis meses con los aviones de la Academia General del Aire de San Javier. El primero fue el del comandante Marín, seguido por el de la Tamiz que cayó al Mar Menor el 18 de septiembre de 2019, en el que perdieron la vida la alférez alumna Rosa Almirón y el profesor comandante Daniel Melero. Tan solo cinco meses después, falleció el comandante Eduardo Garvalena, 'Solo' de la Patrulla Águila igual que Marín, el 27 de febrero de 2020 al desplomarse su C-101 en el mar en un vuelo de entrenamiento.
Ni la Tamiz (Enaer T-35C Pillán) ni el reactor C-101 –más de 44 años y 1.800 pilotos formados– desempeñan la función de enseñanza en vuelo desde que fueron sustituidos por el nuevo modelo avanzado Pilatus en 2022. El caza conocido como 'culopollo' continúa funcionando al servicio de la Patrulla Águila hasta que consuma sus horas de vida útil.
El otro aspecto que la familia del piloto espera ver aclarado es la responsabilidad atribuible al informe meteorológico del día del accidente. El abogado señala las condiciones del cielo, calificadas en el argot aeronáutico como 'broken' (nubosidad abundante), lo que debiera haber anulado el despegue.
Un documento pericial aportado por la acusación, elaborado por el capitán Orlando Jiménez –experto piloto e investigador de accidentes aéreos como el del Yak-42–, sostiene que hubo «una mala praxis» por parte de los superiores encargados de programar el vuelo, por permitir que el comandante Marín ejecutara una maniobra de picado en un cielo mayormente cubierto de nubes, según informó en este periódico el redactor Mateo Balín el pasado mayo.
Esas condiciones de «pérdida de visibilidad en los tres planos mientras volaba entre nubes a baja altura», provocaron «la desorientación espacial y, por lo tanto, el accidente», describe el capitán Orlando Jiménez en su estudio pericial.
El informe de la Citaam admite que en la estación meteorológica se recogió a las 8.39 horas del día del accidente «una nubosidad abundante a 2.000 pies de altitud». El organismo ministerial atribuye sin embargo al factor humano la causa de la caída del avión. Al abogado Javier Martínez le sorprende que «el oficial de vuelo testificó que no tenía constancia de la nubosidad en la zona donde iba a operar el piloto».
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