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Decenas de vecinos de la calle Maderera y sus inmediaciones, en pleno casco urbano de Totana, llevan semanas clamando por el cierre del pub Dubai, en el que se ha originado el brote de coronavirus que ha llevado a la Consejería de Salud a ... ordenar nuevas medidas de confinamiento de la población. Los documentos presentados en el Ayuntamiento de la localidad constituyen una interminable letanía de quejas y lamentaciones por las supuestas infracciones en las que, según los afectados, incurrían a diario los responsables de este local de copas. Y es que las molestias derivadas de esta actividad se multiplicaban, especialmente con la llegada del fin de semana, en el que se daban cita decenas de clientes, en su mayoría de origen latinoamericano: ruidos, gritos, música a todo volumen, peleas, reyertas con armas blancas, borracheras, consumo de alcohol en la vía pública... y otras actividades especialmente insalubres, como las consistentes en hacer sus necesidades en la calle.
Pero algunas de esas denuncias cobran en estos momentos una especial trascendencia, ya que también los vecinos venían afirmando que en ese local no se cumplían las más mínimas medidas preventivas ante la Covid-19, como mantener el aforo en unos límites razonables, respetar la distancia de seguridad y llevar la mascarilla puesta siempre que fuera posible.
El alcalde de Totana, Juan José Cánovas, reconoció ayer que tales denuncias ciudadanas se habían venido registrando desde tiempo atrás, «como las ha habido contra otros establecimientos públicos de este tipo», pero señaló que se referían fundamentalmente a problemas derivados del ruido y la música alta.
Señaló que por este motivo la Policía Local había venido realizando inspecciones y levantado actas, que se habían transmitido al departamento de Espectáculos Públicos por si era necesario adoptar algún tipo de medida. «Estábamos haciendo un seguimiento, pero de momento no contábamos con informes de los servicios jurídicos para tomar una decisión al respecto», señaló.
Cánovas aclaró que este local de copas tiene licencia desde hace varias décadas y ha ido pasando de unos hosteleros a otros, por la vía de los alquileres y realquileres. El establecimiento permanece cerrado desde que se detectó la existencia del brote.
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