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Participantes en la marcha que aglutinó todas las convocatorias, recorriendo la Gran Vía de Murcia.

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Participantes en la marcha que aglutinó todas las convocatorias, recorriendo la Gran Vía de Murcia. Nacho García/ AGM

Feminismo contra viento y pandemia en las calles de Murcia

Ni la intensa lluvia ni las restricciones propias de la Covid frenaron la marcha del 8-M en la capital, que superó el aforo máximo por «desobediencia civil»

Lunes, 8 de marzo 2021

Las manifestaciones feministas del 8-M, que durante los últimos años solo han crecido en participación, volumen de las reivindicaciones y conquistas alcanzadas, se vieron este lunes seriamente mermadas en la Región por las restricciones sanitarias propias de la pandemia. Muchos colectivos habitualmente presentes en la fotografía declinaron su participación en la protesta «por responsabilidad», como argumentaron PSOE y Podemos y los sindicatos UGT y CC OO, que realizaron concentraciones alternativas. Este fue el caso también de organizaciones como la Plataforma Colombine de Mujeres Periodistas Feministas de la Región, que realizó una acción artística por la mañana bajo el lema 'Queremos contar(lo)'. Sin embargo, la caída de la participación en la manifestación no impedía que «las reivindicaciones propias del 8-M estén más vigentes que nunca», recordó la diputada de la formación morada en la Asamblea Regional, María Marín.

La lluvia y la pandemia quizá redujeron el volumen de las proclamas, pero no su intensidad ni el empuje de las organizadoras y las participantes en la marcha por la Gran Vía de Murcia. «¡Aquí está el feminismo, caiga lo que caiga!», se desgañitaba una joven en solitario. Y lo que caía era un intenso aguacero que no afectó al desarrollo de esta manifestación, autorizada por la Delegación del Gobierno junto a otras tres marchas en la capital para un máximo de cien personas y que contaba con la desaprobación del Ejecutivo regional por el «riesgo» que conllevaban las posibles aglomeraciones.

A pesar de haber varias marchas convocadas en el mismo punto de la capital y a diferentes horas de la tarde, al final solo hubo una manifestación por la Gran Vía convocada por el Movimiento Feminista de Murcia, y en la que se rebasó con creces el número máximo de asistentes permitido. «¿Cien? No. Aquí hay más de 500 personas», reconocía una de las portavoces del Movimiento, Olvido Garrido. «Es desobediencia civil», justificó. Desobediencia a medias, porque las responsables de los megáfonos alternaban las arengas propias del 8-M con recordatorios sobre la necesidad de «tener siempre la mascarilla puesta y mantener la distancia de seguridad de dos metros entre nosotras. ¡De una en una!». Mientras tanto, los agentes de la Policía Local y la Policía Nacional dejaban hacer: «No estamos aquí para contar manifestantes».

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Compartir paraguas, o no

Las integrantes de la marcha cumplieron con creces las directrices que salían por el megáfono... hasta que la lluvia apretó con fuerza y obligó a muchas a compartir paraguas en grupos de dos y hasta de tres personas, convivientes o no. Otras, sin embargo, aguantaron estoicamente la tromba de agua en solitario sin más ayuda que la capucha de la chaqueta o una pancarta con un mensaje a rotulador ya ilegible. A falta de paraguas, bueno era el papel mojado para seguir elevando el tono de las protestas.

Así, el chaparrón no impidió un buen concierto con las principales reivindicaciones feministas. La cabeza de la manifestación clamaba «por la emancipación de la mujer trabajadora», pero este 8-M también había que «visibilizar a las mujeres que menos oportunidades tienen, bien por ser migrantes, o no ser blancas, o ser transexuales. Es una jornada más necesaria que nunca para luchar por la igualdad real», explicaba Olvido Garrido. Algunas personas aprovecharon para reclamar también «el fin del colonialismo» o «la libertad de los prisioneros políticos palestinos».

Galería. Las manifestaciones por el 8-M en Murcia

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Galería. Las manifestaciones por el 8-M en Murcia Ros Caval / AGM

Lluvia de huevos

Durante la protesta, en la que participaron organizaciones como el Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE) y la Federación de Acción Estudiantil, entre otras, se pudo leer también algún cartel que alertaba de que «no habrá revolución si no hay evolución de las conciencias», el repetido pero no por ello menos necesario «vivas nos queremos» y alguna que otra advertencia a los machistas, acosadores y maltratadores de turno: «No toques a mi hermana, esta es mi manada»; «estamos hasta el culo de tanto machirulo». La marcha llegó hasta la Plaza Martínez Tornel, donde dos mujeres pidieron la atención de «compañeras y 'compañeres'» para hablar de sororidad y discriminación. Un vecino no encontró otra manera de mostrar su desacuerdo con el mensaje que lanzando huevos desde su ventana. «Machista muerto, abono para mi huerto», respondían en la calle.

A solo unos metros, en la entrada del jardín del Malecón, una veintena de mujeres convocadas por RadFem exigían por su parte, impasibles y bajo una tromba de agua, «el final de la explotación de la mujer». Lo hacían también con mascarillas y distancias de seguridad y recordando, sin dejar caer el tono de la proclama, que «las mujeres resistimos». Claro que resisten. Contra huevos, viento y pandemia.

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Galería. Gritos de igualdad en Cartagena Antonio GIl/ AGM

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