![«El Everest no es tan difícil»](https://s3.ppllstatics.com/laverdad/www/pre2017/multimedia/noticias/201606/06/media/cortadas/banderitas--575x323.jpg)
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Paco Lastra
Martes, 7 de junio 2016, 02:54
«Encaramado a la cima del mundo, con un pie en China y el otro en Nepal, limpié de hielo mi máscara de oxígeno, encorvé la espalda al viento y contemplé, abstraído, la enorme extensión del Tíbet. De un modo difuso, con cierto distanciamiento, comprendí que el paisaje que se extendía debajo de mí presentaba una vista espectacular. Había fantaseado mucho sobre aquel momento y la oleada de emociones que lo acompañaría. Pero ahora que por fin estaba allí, literalmente de pie en la cima del Everest, no tenía fuerzas para pensar en ello. Era el 10 de mayo de 1996, a primera hora de la tarde». Este fragmento de 'Mal de altura', del escritor Jon Krakauer, uno de los mejores libros sobre montañismo, recrea el mundo de la escalada en altura.
El pasado 21 de mayo, el alpinista de Pozo Aledo (San Javier), Miguel Madrid, vivió una experiencia similar. Ese día, a las 7.30 horas, puso un pie en China y Otro en Nepal, a 8.848 metros de altura. Se convirtió en el primer montañero nacido de la Región de Murcia en subir la montaña más alta y más famosa del mundo. También en el primer montañero español que lo ha conseguido en 2016. «Estuve diez minutos en la cima, muy puntiaguda este año, y comprobé que estar allí es un acto de supervivencia pura y dura».
«El Everest es la montaña más alta, pero no la más dura. No es tan difícil. El K2 es la más exigente», dice el de San Javier.
Miguel Madrid se encontró con la montaña hace diez años. Lo que le gustaba era el fútbol. Pero tuvo que colgar las botas después de un grave accidente de quad, en la Cuidad Encantada de Cuenca. Fue el 1 de enero de 2006.
Para recuperarse de las graves lesiones que le quedaron en la espalda, los médicos le aconsejaron andar, que hiciera senderismo. Miguel se lo tomó en serio y a los pocos días ya se iba de excursión a los Pirineos. Pronto se le quedaron pequeños y dio el salto al Mont Blanc, y de allí miró a los volcanes de Ecuador, de 6.000 metros de altura, que también subió con cierta facilidad. Con la montaña ya entre ceja y ceja empezó a programar expediciones cada vez más ambiciosas. Se preparó para ascender los 6.962 metros del Aconcagua, triunfó en el intento y volvió a subir el listón. Su siguiente parada fue el Denali o McKinley, considerada la montaña más fría del planeta fuera de los polos. Se encuentra en el estado norteamericano de Alaska. Fue su primer tropiezo. No hizo cumbre pero conoció a un alpinista inglés que le habló del encanto del Everest, la montaña más alta del planeta con una altura de 8.848 metros sobre el nivel del mar. Miguel Madrid tomó nota. Era 2013 y ha estado más de tres años preparándose para convertirse en el primer murciano que sube al techo del mundo.
Contacto en Fitur
¿Qué se necesita para subir al Everest? Miguel contactó en la Feria Internacional de Turismo (Fitur) con una agencia que organizan expediciones comerciales y está especializada en ochomiles. Como buen deportista, reforzó sus ejercicios de preparación física y psicológica.
El montañero del Club Chotocabras de San Javier viajó el pasado mes de marzo a Katmandú. Una vez en la capital de Nepal hizo los trámites necesarios de los permisos, preparación y embalaje de la carga, compró comida y ultimó otros preparativos. De allí se desplazó a Lukla para contratar un sherpa. El de Pozo Aledo tardó 32 días en tenerlo todo atado antes de llegar al campamento base. Los expertos dicen que se tarda unos 40 días en llegar a la cima del Everest, porque hace falta tiempo para que el cuerpo se aclimate a las grandes alturas. Miguel hizo cumbre en 37 días. En descender tardó tres. Antes de emprender el asalto, cumplió un exhaustivo programa de aclimatación previo que inició tras su llegada a Katmandú con 20 días de trekking por la cara sur del Everest, en Nepal, y una ascensión a Island Peak (6.000 metros).
El alpinista de San Javier, ya de regreso a orillas del Mar Menor, cuenta cómo fueron aquellos días. «Sabíamos que teníamos que intentar hacer cumbre entre el 15 y el 30 de mayo, ya que en esos días se abre una ventana de buen tiempo».
El murciano entró por China, por la ruta norte. El pasado 18 de mayo salió del campo base en dirección al campo avanzado. Fueron 22 kilómetros andando durante diez horas. Subió de 6.400 metros a 7.100. A esta altura hizo noche. El día 20 ya estaba a 7.800 metros, a apenas mil metros de la cumbre. Como alimento llevaba barritas energéticas, sobres de té y de azúcar. El liquido lo obtenía derritiendo la nieve.
Los alpinistas empiezan a usar oxígeno embotellado al llegar a este punto. De hecho, más del 99% de los que intentan subir a la cumbre más alta lo utilizan. Miguel Madrid no fue menos. «No subí para jugarme la vida. Vivo a nivel del mar y tenía que usarlo».
El debate sobre la posibilidad de que el ser humano sobreviva a casi 9.000 metros de altitud respirando el ligero aire que hay a esa altitud es viejo. Se remonta a los años 20 del siglo pasado, durante las primeras expediciones dirigidas por George Mallory, firme detractor del aire artificial, aunque finalmente lo utilizaría. Frente a los numerosos médicos y estudiosos que hablaban de una muerte segura si el hombre ascendía a esas altitudes a pulmón libre, en 1924, Edward Norton, miembro de la expedición de Mallory, alcanzó lo 8.570 metros de altitud sin la ayuda de botellas de oxígeno. Y no se dio la vuelta porque se sintiera mal, sino porque era ya tarde. Fue el récord absoluto logrado por el hombre hasta 1952. Y sin oxígeno artificial hasta ese 8 de mayo de 1978.
Ya en la cima, a la que llegó a las 7.30 horas del día 21 de mayo, Miguel Madrid permaneció diez minutos y allí dejó tres banderas de papel reciclado: una de San Javier, otra de su novia, y una tercera de su amigo Ernesto, que fue quien le metió en el cuerpo el gusanillo de la montaña.
Nadie escaló el Everest en 2015. Tuvo la culpa el trágico terremoto que asoló Nepal, que causó la muerte de cerca de 8.000 personas (18 en el Everest, la mayoría sherpas) así como por el contingente escaso de aspirantes en otoño. La actividad ha vuelto este año y ha sido accidentada. Miguel Madrid casi coincidió con María Strydom, la escaladora australiana de 34 años que murió cuando descendía de coronar el Everest. Perdió la vida el 20 de mayo por el mal de altura, que no afectó al murciano Miguel Madrid.
Baja presión atmosférica
El mal agudo de montaña, producido por una reducción de la presión atmosférica y bajos niveles de oxígeno, causa mareos, fatiga, sensación de vértigo, dolor de cabeza, inapetencia, náuseas, pulso rápido, dificultad respiratoria y complicación para dormir, y en algunos casos puede ser mortal.
María Strydom murió en presencia de su marido, Rob Gropel, quien se encargó de que la llevasen al campamento para que desde allí la trasladen en helicóptero a Katmandú.
Otro compañero de equipo de Strydom también perdió la vida el mismo día y por la misma causa, el alpinista holandés Eric Arnold, de 35 años. Pese a estas muertes, 330 escaladores han superado la exigente prueba del Everest esta temporada, entre ellos, el murciano. El alpinista de Pozo Aledo fue homenajeado el martes en San Javier, donde tiene una cosa más que contar. Pertenece al Club Chotacabras, al Montañero de Murcia, al Club Senderismo Mar Menor y al Grupo de Coros y Danzas de San Javier, donde toca la bandurria.
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