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Francisco J. Moya
Jueves, 2 de junio 2016, 01:28
Si los jugadores del Águilas se van a subir esta noche a un autobús para volver a atravesar todo el país y enfrentarse el sábado al Lagun Onak guipuzcoano (estadio Garmendipe de Azpeitia, 18.00 horas) en la segunda eliminatoria de la fase de ascenso a Segunda B es gracias a los dos goles que ha marcado Borja Cantarutti (Málaga, 1983) en el durísimo primer envite ante los vizcaínos del Balmaseda. «Allí tuve una y la metí. En El Rubial me cayeron dos balones. En el primero quise picarla y se me fue por encima del larguero. En el segundo, me vino el balón botando y la metí. Creo que podemos pasar también esta segunda eliminatoria y lo normal es que el Lagun Onak sea un equipo parecido al Balmaseda», explica el delantero del Águilas, quien a sus 32 años ha pasado ya por 19 clubes distintos.
Hijo del talentoso y díscolo medio argentino Juan Enrique Cantarutti que en los años 80 jugó en Málaga, Cartagena, Marbella, Recreativo, Calvo Sotelo y Poli Ejido, Borja Cantarutti es uno de esos trotamundos del fútbol nacional que iba para estrella pero se quedó a mitad de camino. Ahora, cerca de los 33, el fútbol parece querer darle una última oportunidad. «Empecé la temporada en la Minera, un equipo muy modesto. Y mi idea era hacer muchos goles para que uno de los de arriba se fijara en mí y me diera la oportunidad de jugar el 'playoff' de ascenso. Hice 11 goles [5 de ellos en un recital ante el Caravaca que acabó con un histórico 9-2 en el Ángel Celdrán del Llano del Beal] y Meca [segundo entrenador del Águilas] me firmó en el mercado de enero», cuenta.
En el Águilas iba a pelear por el puesto de ariete con Ginés Meca, hermano del técnico del conjunto de El Rubial. «Pero él se fue al Pulpileño a las dos semanas de llegar yo al Águilas y al final lo he jugado yo casi todo. La verdad es que Meca ha confiado mucho en mi y he marcado 7 goles en la segunda vuelta con el Águilas. Estos dos en el 'playoff' son muy importantes y espero que lleguen más. Tengo la espina clavada del penalti que fallé en Caravaca. Si hubiera entrado, con esos dos puntos, habríamos sido campeones y quién sabe si ya estaríamos ascendidos. Pero mantengo la fe en este Águilas. Tenemos equipo de sobra para ganar dos eliminatorias más y ascender. Jugar la vuelta otra vez en casa es lo mejor que nos podía haber pasado. El Águilas lleva un año y medio sin perder en El Rubial y eso es por algo», indica.
Del Atlético al Vícar
Para contar la carrera deportiva de Cantarutti casi se necesitaría un periódico entero. «Estuve cuatro años en la cantera del Atlético de Madrid y fui internacional con la selección sub-17. Ganamos el Europeo. Luego pasé por los filiales del Elche y del Getafe y me llevaron a Escocia, donde jugué la Copa de la UEFA con el Livingston. Me quedé sin equipo al cambiar de representante. Mi mayor error fue dejar a Petón, que era mi agente. Tuve que volver a casa [su familia vive en El Ejido, donde él se crió hasta que con 14 años se marchó solo a la residencia que el Atlético de Madrid tiene en Alcorcón] y empezar de cero en el Poli Ejido», explica él mismo.
«Estaba en el filial, pero Pepe Mel me hizo debutar en Segunda A. Salmerón era el segundo entrenador de ese Poli Ejido. Al final me tuve que ir, porque allí no apostaban por la cantera. En el Cacereño hice un temporadón. Marqué 25 goles y los entrenadores y jugadores me eligieron como el mejor jugador del año [2006-07] en la Tercera extremeña. Pero no me renovaron. Ese fue otro golpe duro. La verdad es que no he tenido suerte en el fútbol y he ido siempre de un lado para otro, sin estabilidad y quedándome muchas veces sin cobrar. Ahora me ha pagado el Fogasa lo que me dejaron a deber en el Poli Ejido hace cuatro años, cuando desapareció».
De Cáceres a Murcia, pasando por Alcobendas, Benidorm, Crevillente y Almansa, donde «llegué, jugué un partido, hice un gol y me fui, porque vi que iba a estar sin cobrar un montón de meses», recuerda. «Vine al Mar Menor y desde hace cuatro años estoy afincado en Murcia. Como el fútbol de Tercera bajó mucho y el sueldo [700-800 euros] ya no me daba para vivir, jugando en el Fortuna me tuve que buscar la vida y empecé a trabajar poniendo copas por la noche. Es dinero rápido y fácil y, al trabajar de madrugada, me permite descansar por las mañanas y poder entrenarme por las tardes».
Desde hace dos años, tiene su propio bar de copas en el centro de Murcia, algo que le da para vivir sin las estrecheces propias de un futbolista de Tercera División, pero que le ha «generado» mala fama y «algunos problemas». Cantarutti matiza que «poner copas no es sinónimo de beber copas. Yo me cuido como el que más y soy un profesional. Desde que trabajo en la noche se me han cerrado muchas puertas en el fútbol. Y yo siempre pregunto lo mismo. ¿Qué problema hay en que trabaje poniendo copas si luego el domingo corro más que nadie y marco dos goles? Trabajo de madrugada [los sábados libra] porque el fútbol no me da para vivir y tengo que ganar un sueldo para pagar el alquiler y las facturas».
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