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J. GÓMEZ PEÑA
Lunes, 13 de julio 2015, 00:52
La contrarreloj por equipos mantiene a los ciclistas en estado de hipnosis. Blindados bajo el casco. Concentrados. Repasando en su memoria visual cada curva, cada repecho de los 28 kilómetros de la contrarreloj por equipos entre Vannes y Plumelec. Una 'crono' así supone media hora de autodestrucción. De pedalear contra el dolor. Por eso se meten en la burbuja. Froome sólo salió de ella en la penúltima curva, cuando vio que su compañero Roche agonizaba, sin aire, desplomado sobre el sillín. El Sky le esperó y ahí perdió por 77 centésimas la etapa que ganó el BMC de Van Garderen y Samuel Sánchez.
Quintana tuvo que dejar la burbuja antes, cuando el Movistar se desparramó mediado el recorrido. Aun así, apenas le cedió cuatro segundos a Froome. «Lástima el tiempo que perdí en la primera etapa», cabeceaba el colombiano, que llegará mañana a la montaña a dos minutos del líder. Le salen las cuentas. A Contador le devolvió a la realidad el marcador de la meta: perdió 27 con Froome, que le lleva un minuto en la general. Se notó lento. Sin mecha. «Me falta chispa». Arrastra la fatiga del Giro y eso, el cansancio, cree que será al final su aliado. «Los demás irán acumulando fatiga. Eso me beneficiará», confía. Aunque no lo dijo en voz alta. Suena más la de Froome, que asusta.
A Contador le esperaba en la meta una autocaravana alquilada por Tinkov, su patrón. Millonario. Que no falte de nada. Si Froome tiene una, Contador otra. Bajó de ella con dos bocadillos. Masticaba energía para recuperarse. Le costaba tragar el resultado de ayer: «Froome está fortísimo. Si casi gana en Huy, que no es su terreno... No estoy en la situación más favorable», comentaba. Dos bocados más, más llevaderos, más optimistas: «Queda mucho. Todos van a tener días malos. Tendré que aprovecharlos», se animaba. Peleará con las «piernas» y con la «táctica». Contador está en el medio, a un minuto de Froome y un minuto por delante de Quintana, bien protegido ayer por el Movistar, pese a que un tremendo relevo de Valverde casi revienta al grupo. «Estamos todos en un pañuelo», resumió Quintana. Y piensa sacudirlo en los Pirineos para quitar lastre.
Froome, Van Garderen y Quintana rentabilizaron la contrarreloj. El BMC (Van Garderen y Samuel) ganó por un segundo al Sky (Froome), por 4 al Movistar (Quintana y Valverde), por 28 al Tinkoff (Contador), por 35 al Astana (Nibali), por 1.24 al Ag2R (Bardet y Peraud), por 1.25 al Trek (Mollema y Zubeldia), por 1.33 al FDJ (Pinot), por 1.37 al Giant (Barguil) y por 1.53 al Katusha del desdichado 'Purito' Rodríguez. Su equipo partió diezmado, con dos menos. Y nada les salió. «Nos ha salido fatal», asumió 'Purito'. «Pero que no me entierren», avisaba. No se rinde diga lo que diga la clasificación general que saltará por los aires mañana en la montaña.
Y la clasificación dice lo siguiente: Froome manda, con 12 segundos sobre Van Garderen, 1.03 sobre Contador, 1.18 sobre Urán, 1.50 sobre Valverde, 1.59 sobre Quintana, 2.22 sobre Nibali, 2.43 sobre Barguil, 3.52 sobre 'Purito' y más de ocho minutos sobre el desquiciado Pinot. «No sé si estoy más fuerte que cuando gané el Tour de 2013, pero sí tengo más experiencia», declaró Froome. Líder convencido. «Estoy en una posición fantástica. Podré adoptar una táctica defensiva en la montaña». Que no se fíen sus rivales. Tras el descanso de hoy, tratará de sepultarlos mañana en la Piedra de San Martín. Así lo dicta el plan del Sky.
Al salir los ciclistas de la burbuja de la contrarreloj, abandonaban el silencio. Cámara de descompresión. La meta era un bullicio. Samuel Sánchez se abrazaba a Oss, a Van Garderen, a Van Avermaet... «Nunca había ganado una contrarreloj por equipos. Me faltaba». Anda pensando en si se va ya del ciclismo. Le tira la familia, los niños a los que no ha visto crecer. «Volver a subir al podio del Tour es fantástico», paladeaba. Un premio antes de la jubilación. Buscará más.
La agonía del Sky
En el aparcamiento donde los corredores se cambiaban para ir, deprisa, al aeropuerto de Lorient, todo eran elogios a Froome, la moto amarilla que tiró del Sky. «Seguirle los últimos cinco kilómetros ha sido una agonía», confesó Porte. El martirio de la 'crono' conjunta. Porte lo resistió. Roche, casi. Se vino abajo a medio kilómetro del final, en el muro de Plumelec, donde las piernas se hinchan de tanto dolor. «Lo siento», repetía Roche. «No pasa nada -le consoló Froome-. Eso es que lo has dado todo». Eso les pide a los suyos.
Cincuenta metros más allá, a Valverde le dolía ese relevo suyo que partió al Movistar. Dio tanto que asfixió a todos menos a Quintana. Con tanta gente, banderas y ruido, su director no vio el corte. No le avisó. Y Valverde, metido en la burbuja, tiró mientras sus compañeros pedían aire y clemencia. Con todo, el Movistar bordó la contrarreloj. Arrancó con más prudencia que otros. Luego exprimió a un especialista como Malori. Reservó a escaladores como Herrada. Fue a más y redujo la pérdida a sólo tres segundos con el Sky de Froome. A un palmo del triunfo. «Llegamos en plena forma a la montaña», subrayó Valverde, que lleva dos días pletórico, animado, encendido. Habla en plural. Por él y por Quintana. Ningún equipo tiene dos ciclistas de ese nivel. Es su ventaja.
A paso rápido se subieron al autobús. Al avión. También se apresuraba Nibali: «No sé por qué no puedo responder a los ataques en los repechos». Ni suerte tiene. Varios de sus gregarios se pasaron la mañana visitando el baño, con las tripas revueltas. «Bueno, pero no renuncio. Este Tour aún va a cambiar mucho». En eso confían Contador y Quintana.
Y de que nada cambie se preocupará Froome, que está donde quería, el primero antes de la montaña, por delante de todos, incluso de Nibali, «el único» al que temía en el pavés y el llano. Ahora llegan los Pirineos. El Tour más esperado. El que reclamará a los valientes para medirse a Chris Froome, el líder que asusta.
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