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Morrissey concentrado en la interpretación durante el concierto de la primera jornada del SOS 4.8.
Morrissey y los humanos

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Mozzer, Palma Violets, The Vaccines y Metronomy, los mejores de una gran primera jornada del SOS 4.8

JAM ALBARRACÍN

Domingo, 3 de mayo 2015, 00:56

La organización facilita cifras aproximadas: más de 30.000 espectadores en la primera jornada del Estrella de Levante SOS 4.8. Pero si llegan a decir más de 40.000 me hubiera parecido igualmente creíble, porque si no se batió el récord de asistencia al festival, poco debió faltar. Un SOS 4.8 que es un auténtico caramelo para el público por motivos varios: el hecho de ser uno de los primeros de la temporada, el buen clima de Murcia -¡mangas cortas hasta la madrugada!-, un recinto urbano cómodo y aseado, buenos servicios en general, un precio asequible, el añadido 'cool' de la sección de Arte y Voces... Y desde luego un cartel musical muy interesante que este año tenía un añadido ganador, la presencia de un Morrissey siempre rodeado de controversia y seguramente el último gran icono de un modo de entender la música pop hoy improbable por las nuevas plataformas de comunicación.

Tocado con una casaca azul que no ganará un concurso de diseño, el impredecible Morrissey trajo a Murcia su mejor versión. Narcisista hasta el extremo -sus músicos lucían camisetas... ¡de Morrissey!-, quizá menos afectado de lo que cabría esperar y con unas prestaciones vocales como nunca antes había mostrado en sus visitas a nuestro país. Mozzer está en forma y de tal modo decidió vestirse de Dios. Nada extraño en él, por otra parte. Cuando abrió el concierto con 'Suedehead' las endorfinas empezaron a generarse en modo industrial. Cuando continuó con temas como 'Staircase at the university', 'Kiss me a lot' y 'World peace is none of your business', la constatación del sueño se hizo real: quizá se pueda cantar mejor, pero no con semejante grado de romanticismo devastador. Sus magníficas disposiciones artística y escénica se encargarían de redondear un concierto inolvidable.

Pero tras momentos tan álgidos como 'Stop me if you think you've heard this one before' de The Smiths, la soberbia 'First of the gang to die' o el éxtasis de 'Everyday is like Sunday', el astro rey decidió que ya mostrado el cielo ahora nos enseñaría el infierno. Y lo hizo con un cuarto final de pura pesadilla. Así, 'Meat is murder' sonó ilustrada por terribles imágenes, primeros planos de tiernos animalitos sacrificados de modo cruel -una chica cayó al suelo a mi lado- y 'Scandinavia' tampoco levantó el tono. ¿Un artista políticamente radical que reivindica su derecho a serlo? Así lo entendí, aunque se acepta el debate sobre las formas y el fondo. En todo caso, insisto, un concierto extraordinario. Y no me refiero a uno de los muy buenos, sino a uno de aquellos 'de otra liga'.

El segundo escalón del podio del viernes lo mereció Palma Violets. Elogiados desmesuradamente por la crítica inglesa en su inicio y consiguientemente despellejados a continuación, los londinenses se mostraron como lo que son: un grupo que no cambiará el rumbo del rock pero que recupera su espíritu original desde su vertiente más gamberra. Con una actitud y una energía admirables -sus 'roadies' deben cobrar triple, no recuerdo concierto con más pies de micro destrozados- nos recordaron que el rock era esto y no lo de (los actuales) The Rolling Stones. Entre el garage, el punk y la psicodelia menos floreada, Palma Violets adelantaron temas de un segundo álbum -sale el martes- que promete mucho, con auténticos himnos pogueables como 'English tongue', aunque fue el coreado 'Best of friends' su momento álgido. Samuel Fryer y Chilli Jesson se pasan la mitad del concierto saltando o por los suelos y aunque el primero recuerda al Pete Doherty de los Libertines, su propuesta me recordó también a The Clash.

Lo de Metronomy, a continuación, fue como cambiar de planeta. Su concierto igualmente fue muy bueno, pero en unos registros casi antagónicos a los de sus paisanos. Pop electrónico delicado y elegante, exquisito en su diseño y ejecución y con un Joseph Mount pletórico en su voz de falsete. Más orgánicos que Hot Chip -con quienes guardan similitudes-, pero de propuesta igualmente sintética, 'cool' y sobrada de estilo. Su sonido además fue imponente, probablemente el mejor de toda la jornada, lo que aumentó el siempre sutil impacto de su discurso de seda electrónica.

The Vaccines fueron los grandes triunfadores, junto con Morrissey, de la primera jornada del SOS 4.8 en cuanto a respuesta del público. Pusieron a bailar a todo el mundo con su rock vibrante, de estribillos coreables y pegada incuestionable. Adelantaron algunas canciones de su próximo álbum, que se publicará a final de mes, y aunque no tocaron su mejor canción ('No hope', esto no se le hace a un fan, hombre), su repertorio fue del todo ganador: 'Post break-up sex', 'Handsome', la apertura a saco con 'Teenage icon' y 'Wreckin' Bar (ra ra ra)', la recta final con 'I always knew' e 'If you wanna'... Uf, como para no bordear el esguince de tobillo.

El inicio del festival tuvo acento murciano. Desde los Aperitivos SOS -con The Lawyers, Los Últimos Bañistas y El Bueno, El Feo y El Mena- pero también con los primeros conciertos en el recinto de La Fica protagonizados por The Purple Elephants y unos Perro que a cada concierto confirman por qué es una de las bandas de nueva generación más solicitadas por salas y festivales de todo el país. Y atención, porque avanzaron varias canciones del que será su segundo álbum y pintan, si cabe, mejor que las ya conocidas. El suyo es un rock tan raro como estimulante.

Luna ofreció un buen show que sin embargo no acabó de llegar. Tal vez porque, tras diez años inactivos, los más jóvenes no conocen sus canciones o quizá porque sus componentes no acaben de creerse como antes canciones tan destacadas como 'Bonnie and Clyde' o 'Bewitched'. El hierático Dean Wareham es un digno heredero de Lou Reed. Supersubmarina dio la nota positiva de la jornada. Y es que, más allá o acá de gustos personales, su directo se apreció bien armado, capaz de conectar con el público -vale, esto ya se sabía- y defendido con gran solvencia en un escenario principal en el que parecieron sentirse cómodos. No es sencillo dar la talla en semejante espacio y los de Baeza lo hicieron.

Jupiter Lion y Crudo Pimento superaron el examen del SOS 4.8 con nota más alta que un no obstante interesante Bigott, mientras que Hinds se mostraron más verdes que una lechuga. Lo más extraño fue lo de Years & Years, que pusieron a todos lo jovenzuelos a bailar con una propuesta de pop electrónico tan 'mainstream' como la de Shakira -no digo que sean malos, digo: ¿qué diablos pintan en un festival indie?-, mientras que la tarjeta roja de la decepción fue para un Xoel López, que cada vez se parece más a José Luis Perales, pero sin llegar. Cuando Satellite Stories comenzaron con su sobredosis de alegría a la sueca, opté por largarme. No fuera a darme un coma por exceso de felicidad.

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