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Ventura y Abellán triunfan en Cehegín

Ventura y Abellán triunfan en Cehegín

El rejoneador pasea dos orejas y un rabo, y el diestro madrileño otros tres apéndices. Puerta logra un trofeo que creyó no merecer

Francisco OJADOS

Sábado, 10 de septiembre 2016, 21:42

Comenzó la tradicional corrida de las fiestas de Cehegín con un minuto de silencio y la suelta de una paloma blanca en recuerdo del torero Víctor Barrio. Tras el sentido homenaje, actuó el rejoneador Diego Ventura. Lo hizo ante un toro de Los Espartales, que no colaboró y con el que el caballero no mostró el alto nivel que acostumbra. Enhebró los dos rejones de castigo y marró algún par de banderillas y el rejón final se le fue abajo. Lo más destacado fue la rueda de cortas. Se desquitó ante el cuarto, un excelente ejemplar de Los Espartales. Le formó un auténtico alboroto Ventura, sencillamente extraordinario. Cambió el tercio con una sola zarpa, y en banderillas estuvo espectacular en los quiebros con Sueño, alegre con Chavela y sus balanceos, y estelar con Remate, en las cortas al violín y a dos manos. Como el rejón cayó en todo lo alto y el toro dobló en los medios fueron para Ventura los máximos trofeos.

El segundo de la tarde, primero de lidia a pie, para Miguel Abellán, fue toro aparente para plaza de tercera, como toda la corrida. El madrileño lo recibió con un buen ramillete de verónicas y la revolera. Luego recibió el astado un puyazo demasiado largo que acabaría acusando. El brindis al público fue seguido de unos doblones por bajo, muy toreros. Molestó algo el viento y el madrileño realizó una faena porfiona a un toro al que le faltó un tranco, pero no tuvo maldad. Paseó una oreja.

Mucha calidad tuvo el quinto, bonito de hechuras. Lo recibió con la larga cambiada y lances rodilla en tierra. Con la muleta cuajó una faena de mucha categoría. Pronto y con fijeza, se deslizó con clase a los vuelos de la muleta ofrecidos por el madrileño. Ligadas y encajadas resultaron las tandas en redondo, con la diestra, y profundos y largos fluyeron los naturales, de un gusto exquisito. La estocada recibiendo, en todo lo alto, de la que dobló el animal sin que lo tocara un banderillero fue el broche perfecto. Dos orejas.

Recibió Antonio Puerta al tercero de la tarde con tres verónicas y media. Hizo gestos el diestro de que el astado andaba reparado de la vista. Lo llevó dos veces al caballo y en la muleta se paró el de Albarreal. Lo había brindado el de Cehegín a Diego Ventura y la faena se diluyó entre probaturas. El estoque hizo guardia, tuvo que tomar el descabello y sonó un aviso. El sexto fue un tío. Lo recibió con la larga y toreó bien a la verónica. Muy complicado, el de Albarreal embistió con brusquedad. Puerta aguantó las tarascadas con actitud y mató de pinchazo hondo. Le concedieron la oreja. Debió entender que no era merecida, la dejó en el estribo y se marchó sin dar la vuelta al ruedo.

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