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El torero Enrique Ponce, durante la faena a su primer toro, ayer, en Bilbao.
Solo una oreja al oficio de Ponce en una tarde desabrida y ruidosa
CORRIDAS GENERALES DE BILBAO

Solo una oreja al oficio de Ponce en una tarde desabrida y ruidosa

La faena del diestro valenciano con el primer toro fue la única que justificó la ovación del público

EFE

Miércoles, 24 de agosto 2016, 01:28

La plaza de toros de Bilbao fue ayer un recinto ruidoso y, por momentos, bullanguero donde se aplaudió casi todo cuanto sucedió en la arena, ya fuera lo poco bueno o lo mucho malo. Ya se generó mucho ruido en la división de opiniones con que se acogió la llegada a uno de los palcos de Don Juan Carlos y, sobre todo, con cada uno de los brindis que le hicieron los toreros de la terna.

Y aún siguió habiendo ruido, con un nivel de decibelios en el público que no se correspondía casi nunca con los auténticos méritos de los protagonistas. La única faena de la tarde que justificó tan festivas ovaciones fue justo la primera, la que Enrique Ponce le hizo al toro que abrió la desigual corrida de Domingo Hernández. El astado salmantino se movió y embistió con recorrido y cierto temperamento a la muleta del valenciano en un trasteo, como todos los de la tarde, de muy largo metraje y en el que hubo más oficio que apuesta por parte del veterano espada.

Casi siempre al hilo del pitón, sin fajarse a fondo con el toro, Ponce lo llevó con soltura y sin apreturas en varias series de pases que se contemplaron con más agrado que entusiasmo, para llevarse así una oreja del que ya se vio que iba a ser un público predispuesto al aplauso generoso. Pero desde que salió el segundo, el toro de más cuajo y seriedad del encierro, el espectáculo empezó a decaer en calidad. El Juli se fue vez de vacío porque no llegó a levantar su faena al quinto.

Del mismo modo, pese a su prosopopeya escénica, tampoco Ponce consiguió sacar nada en claro del endeble y desfondado cuarto, con el que se aplicó con desigual temple. Y, pese a que se le animó y se le aplaudió como si se tratara de una de sus mejores tardes, el joven López Simón, destemplado y sin criterio toda la corrida, ofreció una decepcionante imagen en su presentación en Bilbao.

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