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El torero Alberto López Simón durante la faena a su segundo de la tarde.
López Simón corta tres orejas y abre también la 'puerta del encierro'

López Simón corta tres orejas y abre también la 'puerta del encierro'

El joven matador madrileño, que ya fue uno de los triunfadores del reciente ciclo de San Isidro, sale a hombros en Pamplona

efe

Martes, 7 de julio 2015, 22:54

El flamante alcalde de Pamplona, el abertzales Joseba Asirón, se estrenó este martes como presidente de la plaza de toros concediendo generosamente tres orejas al madrileño López Simón, cuyo mayor mérito para tanto premio fue la gran actitud mostrada ante la seria corrida de Jandilla.

Esa actitud fue la que le hizo remontar un destemplado inicio de faena a su primero, un toro que se movió sin excesiva clase pero con el que Simón no llegó a acoplarse hasta mediado el trasteo, justo cuando, en la distancia corta, el torero acertó a suavizar y a hacer más fluidos los muletazos.

Un remate con alardes de rodillas, que terminaron por meter al público en su trabajo, y una efectiva estocada dieron paso a la concesión de esa primera oreja.

Las otras dos las obtuvo del sexto, toro cinqueño de muy serio trapío y agudísimos pitones, con el que López Simón estuvo más asentado, en todos los sentidos, a pesar de que al animal le faltó recorrido y celo en las embestidas.

Metido finalmente entre la terrorífica cuna de los pitones, el madrileño apuró el esfuerzo hasta cobrar otro espadazo de rápido efecto para cortar esas dos orejas que, a tener del desarrollo de la faena, bien pudieron quedarse en una. Pero, con todo, López Simón es ya el primer triunfador de estos Sanfermines.

El director de lidia de la corrida fue el aquí idolatrado Juan José Padilla, que dio una imagen muy alejada de aquella que le ha hecho ser el torero predilecto de las festivas peñas de sol.

Esta vez no se agitaron las banderas piratas en su honor, ni se cantó aquello de "Illa, illa, Padilla maravilla", porque el jerezano no dio apenas motivo al entusiasmo en dos faenas incomprensiblemente precavidas ante un lote que no le puso nunca en apuros.

Padilla sólo banderilleó a su primero, que le tropezó constantemente las telas, y, salvo una larga cambiada de saludo, apenas apostó con convicción con el cuarto, tan noble como soso.

Pepe Moral le puso más y mejor talento al segundo de su lote, después de eternizarse en una insustancial y opaca faena con el toro anterior, en lo que fue una larga sucesión de enganchones a la muleta.

En cambio, con el quinto, otro toro con cinco años cumplidos y de tremenda seriedad de pitón a rabo, el torero sevillano se empleó con mayor acierto aunque sin sacar tampoco demasiado en claro dado el poco celo del impresionante ejemplar de Jandilla.

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