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Francisco Ojados
Domingo, 14 de junio 2015, 23:19
Muy entretenido resultó el festival taurino celebrado este domingo en la plaza de toros de Caravaca de la Cruz a beneficio de la Residencia de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados. El atractivo cartel consiguió que la plaza luciera con la mejor entrada de los últimos años, con unos tendidos casi llenos.
Los novillos toros de González Sánchez-Dalp tuvieron nobleza y dieron juego suficiente para que los toreros agradaran al respetable, y se indultó al quinto astado de la tarde.
Abrió plaza Finito de Córdoba, que lanceó a la verónica con mucha calidad. Los preámbulos de la faena estuvieron salpicados por detalles de belleza, como las dos primeras tandas con la diestra, bajando el diapasón con la zurda. Falló con los aceros y su premio quedó en una ovación.
Rafaelillo se dio el gustazo de dar una vuelta al ruedo con sus dos niñas en brazos. Antes había demostrado el buen momento que atraviesa. Recibió a su novillo con una larga de rodillas. Brindó al ideólogo de este festival, Emilio Martínez, y cuajó faena de mano baja, temple y ligazón, con naturales y redondos larguísimos. Lo ve muy claro el murciano y el final de trasteo, de firmeza militar, con los botos clavados en la arena, fue de dominio absoluto. De no haber pinchado a la primera hubiera paseado máximos trofeos.
Antonio Ferrera brindó al cielo, en memoria de la hija del ganadero lorquino José García Guillén. El extremeño manejó con facilidad el capote, fue un torbellino en banderillas, con un tercer par al quiebro fantástico, y formó un alboroto con la muleta, domeñando al mansito en la puerta de toriles. Allí le dio los pases que quiso, por uno y otro pitón, de todas las facturas. Pinchó antes de una casi entera en buen sitio.
El paisano Antonio José 'El Rubio' fue todo pasión desde la larga cambiada de recibo. Tropezó con el novillo más complicado, peligroso por el lado izquierdo. Por el derecho ligó tandas muy meritorias, queriendo torear por abajo, y se pasó muy cerca los pitones, tanto que hasta dos veces resultó prendido. Una al iniciar unas manoletinas y otra al entrar al matar. Falló con el descabello y el premio se redujo a una oreja. Había brindado a los ancianos.
Luque indultó al quinto de la tarde, un animal que derrochó nobleza. Lo había brindado a su ahijada Claudia, hija de Rafaelillo. Tuvo pellizco y gusto el toreo en redondo, pero donde de verdad puso la plaza en calor fue cuando arrojó la espada y toreó al natural puro, para acabar, en un palmo de terreno, por cambiarse la muleta de mano por la espalda enroscándose al astado a su figura una y otra vez. Paseó lo máximos trofeos simbólicos.
Cerró el triunfal festejo Filiberto. Su novillo no estuvo sobrado de fuerzas y el de Calasparra lo toreó con pureza. Muy asentadas las plantas, corrió muy bien la mano, llevando las embestidas hasta el final y dejando la muleta puesta para ligar. Los pases por bajo finales tuvieron empaque. Tras la estocada tuvo que descabellar, lo que no le privó de los máximos trofeos.
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