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Murcia
Martes, 2 de abril 2019, 14:55
La empresa murciana Ricardo Fuentes reunió ayer en el restaurante Hispano de Murcia a los cuatro cocineros de la Región de Murcia que en algún momento de sus carreras consiguieron hacerse con una estrella Michelin. Pablo González -Cabaña Buenavista-, el único de los cuatro que aún conserva la condecoración y por partida doble; Alfonso Egea -Casa Alfonso-, quien la defendió de 2005 a 2015; José María Alcaraz -Los Churrascos- y Raimundo González Frutos -El Rincón de Pepe-, quienes se hicieron con la estrella de la guía francesa allá por la década de los ochenta.
Bajo las premisas de que el mejor premio que han recibido ha sido ver sus restaurantes llenos, que los medios de comunicación y los programas de cocina de la televisión han encumbrado la profesión y que los estudiantes no deben de dejarse cegar por la luz de los focos, Egea, por ejemplo, aseguraba que «hay muchos cocineros que deberían de estar aquí, porque se merecen un reconocimiento por tantos años de trabajo», al tiempo que aclaraba que «ni cuando tenía la estrella era tan bueno, ni ahora que no la tengo soy tan malo».
El cocinero de Cabaña Buenavista, por momentos, hizo las veces de presentador, trasladando directamente a Raimundo González preguntas como «¿qué tipo de restaurante tendrías hoy en día?», a lo que el veterano cocinero [nacido en Llano de Brujas en 1925], investido doctor Honoris Causa por la UMU en 2017, respondió que haría exactamente «lo mismo que había hecho durante toda mi vida: cocina murciana»; y Alcaraz mandaba un mensaje claro a los estudiantes que están en las escuelas de hostelería animándoles a seguir con sus estudios. «Si les gusta la cocina que sigan, pero si no les apasiona, que se dediquen a otra cosa».
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El encuentro estuvo marcado por un agradable ambiente de compañerismo y con el descubrimiento de algunos secretos como el que desvelaba Raimundo González, quien aseguró que nunca sacaba un plato a la carta sin que su esposa le diera el visto bueno. «Siempre que mi mujer me veía mirando al techo sin dormir sabía que era porque estaba pensando en cómo mejorar algún plato, pero siempre era ella quien le daba la aprobación», concluía.
En definitiva, el restaurante Hispano se convirtió en escenario de un reconocimiento de cuatro generaciones de cocineros locales que, sin duda, han tocado las estrellas del firmamento gastronómico.
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