

Secciones
Servicios
Destacamos
El sol brilla en Communay en un día de primavera que arranca con el cielo despejado y un sol amable que deja a la vista lo que la noche oculta de Francia: la campiña infinita, el verde vivo, las briznas de hierba en las cunetas. La hoja de ruta de la jornada que comienza en la mañana del miércoles y terminará en la noche del mismo día establece que realizaremos 760 kilómetros. Esta vez la jornada no terminará en la madrugada del día siguiente. El convoy humanitario de la Universidad de Murcia realiza el trayecto de forma prácticamente íntegra en horario diurno por primera vez desde que partió de la Región con destino a Ucrania tras jornadas de faros en la noche y lluvia impenitente.
Lo primero que hace Chema al bajar del camión por la mañana es recorrerlo lentamente. Es una comprobación mecánica, un ritual, «una obsesión», dice él, «casi una psicosis». Primero se dirige al lateral de la cabeza tractora, donde observa el estado del depósito y la tapa de combustible. Después avanza lentamente hacia la parte trasera del tráiler revisando las ruedas y el cierre de seguridad de las puertas del remolque. «No nos han robado nada –dice aliviado–. Ya podemos ir a desayunar».
Los saqueos son una de las principales preocupaciones de los transportistas que realizan rutas internacionales y, de todos los lugares posibles, a Chema le preocupa de forma especial el sur de Francia. «Aquí hay zonas con muchos robos. Esta de Lyon por ejemplo, es muy peligrosa. Hay sitios donde yo sé que no puedo parar a dormir ni loco», señala.
Noticia Relacionada
Los métodos son variados. Desde la introducción de gas en la cabina para dejar inconscientes a los ocupantes, a la realización de agujeros en el depósito para acceder al cada vez más valioso gasoil, pasando por el uso de la fuerza para reventar los cierres que protegen la carga.
Ni siquiera evitar las paradas en lugares sin vigilancia, como cuenta Chema que procura hacer siempre, garantiza la integridad de la carga. Delincuentes altamente especializados realizan robos incluso con los camiones en marcha. «Lo hacen de noche. Pasa un coche con las luces un poco largas por tu lado para deslumbrarte mientras otro aprovecha para acercarse y ponerse detrás del camión. Enganchan el coche, no sé cómo, y uno pasa al capó, revienta el cierre y te desvalijan». El camionero no lo cuenta de oídas. Lo ha sufrido en primera persona. Fue en una ruta con inicio en París para transportar perfumes de alta gama. «Algunos frascos podían costar hasta 400 euros». «Yo iba dando un frenazo de vez en cuando y cambiándome de carril para evitar que me pasara, porque a un compañero le habían robado así el día anterior», rememora. En uno de esos volantazos vio una sombra extraña en los intermitentes de atrás y ralentizó la marcha hasta detenerse. «Cuando bajé salieron pitando marcha atrás con las luces apagadas. Eran tres. Uno rompe el cierre y se mete en el remolque a elegir los productos más caros, otro recibe y el tercero conduce». «No les dio tiempo a llevarse mucho», señala. «Fue a solo cien kilómetros de la salida. Alguien de dentro les había dado el chivatazo. Sabían lo que llevaba».
Nada más arrancar vivimos las primeras retenciones. En la salida para Lyon, la caravana de camiones se comprime para acceder a una zona industrial. Realizamos una parada de 45 minutos de descanso en el área de servicio Puerta de Alsacia, en la frontera de Francia con Alemania, donde al bajar la ventanilla nos reciben con una pregunta. «¿A Ucrania?». Es Ismael, un camionero marroquí que reside en La Rioja y realiza trayectos entre Barcelona y Alemania. «¿Vais a salvar gente?», pregunta. Ojalá.
Pronto el camión inicia el trayecto por tierras alemanas. Atravesamos el río Rin por el gran canal mientras la tromba de malas noticias desde Ucrania continúa. Las fuerzas de Putin bombardean el hospital infantil de Mariúpol. A las dos menos cinco recibimos una notificación de LA VERDAD: «Temor ante una posible fuga radioactiva en Chernóbil». Solo cuatro horas después estaremos pasando frente a otra central nuclear, la de Baden-Württemberg, deseando que la alerta en la planta ucraniana no termine con una fuga que sería catastrófica no solo para Ucrania.
La imagen de un niño llorando desconsolado en soledad mientras avanza arrastrando un pequeño petate se multiplica en redes sociales. La guerra también es cosa de niños. De al menos 800.000 que se han visto obligados a huir de la guerra. Lo vemos al parar en el fin del trayecto, cerca de las siete de la tarde, en una estación junto a la localidad de Aurach, en el estado de Baviera. Comienzan a llegar fotos del hospital y de fosas comunes en Mariúpol.
Chema reside en Alicante, pero es navarro y está dispuesto a demostrarlo. Para cenar, se calienta en el hornillo unas «manitas de ministro» que le ha preparado su pareja. Pronto hay que obligarse a dormir. El camión parte a las 6.30 de este jueves hacia Polonia. El copiloto no cena. Se ha ido el hambre.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Marc Anthony actuará en Simancas el 18 de julio
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.