¿Por qué necesitamos el 8 de marzo?

Es una gran oportunidad para advertir de que las sociedades que aprovechan el potencial de hombres y mujeres por igual se hacen más fuertes, más innovadoras y obtienen como resultado una sociedad avanzada y tremendamente respetuosa con sus ciudadanos.

En la actualidad, hay más mujeres que hombres cursando estudios universitarios. Por primera vez en la historia de España, se ha igualado la tasa de actividad de las mujeres más jóvenes con la de los hombres de su misma edad y comienzan, aunque con dificultades, a ocupar puestos de relevancia.

La Constitución Española de 1978 estableció el principio de igualdad y no discriminación. En la Región de Murcia, estos objetivos se han plasmado en la puesta en práctica de políticas, programas y actuaciones que se han intensificado en los últimos años, para propiciar una participación igualitaria de las mujeres en la sociedad y garantizar no solo la igualdad formal, sino también la igualdad real y de hecho.

No obstante, el camino a la plena inclusión de la mujer no ha podido satisfacer todavía las aspiraciones de la igualdad con el hombre y, por ejemplo, las tasas de paro femenino siguen superando las masculinas; y el trabajo doméstico y el cuidado de los niños y ancianos siguen recayendo en la mujer en mayor grado que en el hombre, lo que dificulta la completa realización de las mujeres en lo familiar, personal y profesional.

En la Región de Murcia, desde el Gobierno regional trabajamos firmemente comprometidos en la igualdad entre hombres y mujeres en todos los ámbitos y en todas las edades. El mandato del presidente Fernando López Miras para el millón y medio de murcianos y murcianas es el de no dejar a nadie atrás. Y con esta premisa avanzamos en la línea de proporcionar las herramientas necesarias para que los ciudadanos, hombres y mujeres, puedan elegir libremente su proyecto de vida. En este camino solo se puede avanzar y no aceptaremos dar pasos atrás, como desgraciadamente está sucediendo con leyes como la del 'solo sí es sí' o la 'ley trans', que desprotege a las mujeres, la primera de ellas, y las borra de un plumazo, la segunda. No podemos retroceder por entender el feminismo desde la radicalidad. Debemos regresar a la senda del consenso, del trabajo compartido, de la escucha activa a los expertos y los agentes implicados, y de la unidad social para no dar ni un paso atrás en lo que hasta ahora hemos conseguido entre todos y todas.

No convirtamos el feminismo en una política más, donde tengamos que elegir bando. Ni en una competición para ver quién es más feminista. Afortunadamente, en la Región hay una inmensa mayoría de mujeres y hombres que defienden el feminismo de puertas abiertas, donde caben todas y también todos, y donde la dignidad como personas es el motor de toda acción.