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Un grupo de estudiantes votando ayer en La Merced. V. Vicéns / AGM
Comicios con un ojo en las paellas

Comicios con un ojo en las paellas

Pese a las colas para votar a primera hora, los estudiantes estaban más pendientes de las fiestas de Ciencias del Trabajo que de las elecciones

Iván Rosique

Murcia

Viernes, 16 de marzo 2018, 03:52

Las colas que se formaron en la entrada de los centros electorales repartidos por los campus de la Universidad de Murcia desde primeras horas de la mañana hacían presagiar ayer auténticas avalanchas de votantes en la segunda jornada de los comicios. «Cuanto antes mejor, así ya se queda hecho y puedo centrarme en mis cosas», comentaba un estudiante tras depositar su papeleta en las urnas de Ciencias del Trabajo, poco después de abrir las puertas de la mesa a las 10.30 horas.

Tras esa primera marea de votantes, el ambiente se relajó rápidamente y dio paso a un goteo que se fue haciendo cada minuto más escaso a lo largo de la mañana, hasta llegar a hacerse casi anecdótico pasado el mediodía. Un gran número de estudiantes consultados declararon no haber votado, alegando desconocimiento sobre el programa de los candidatos y, algunos, confesando su desinterés. Tenían la cabeza en otra parte: los comicios coincidieron ayer con las fiestas de Ciencias del Trabajo. En medio de un ambiente festivo, con algunos estudiantes incluso portando sus bolsas con botellas de bebidas alcohólicas, las 'paellas' estaban en boca de todos.

Una de las facultades donde se hizo evidente la desigual participación fue la de Química, donde el candidato Pedro Lozano acudió a ejercer su derecho al voto sobre las once de la mañana. A esa hora aún había algunas colas, momento que aprovechó para estrechar manos y charlar con varios de los estudiantes presentes.

Su oponente, José Luján, optó por esperar a un ambiente más despejado para hacer su aparición. Votó alrededor de la una de la tarde en una facultad de Ciencias del Trabajo casi desierta, con la actividad concentrada en la cafetería, donde los universitarios se apresuraban a colocarse sus pulseras para asistir a la fiesta. Y es que, a diferencia de las colas para votar, la habilitada para conseguir entrada para esa cita sí se mantuvo constante durante toda la mañana.

«Si participaran en las elecciones con las mismas ganas que en las paellas, otro gallo cantaría», comentaba una empleada de una secretaría. Ella ya había votado, del mismo modo que un compañero de administración, que declaró confiar en que el nuevo rector dé luz verde a las mejoras de condiciones que su grupo de trabajo lleva reclamando «años».

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