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Clemente Casado (Lorca, 1958) se pone al frente del Sindicato Médico (Cesm) de la Región de Murcia en un momento clave para los profesionales y ... el sistema sanitario. El déficit de facultativos, el deterioro de Atención Primaria y el debate sobre las guardias de 24 horas son algunos de los asuntos que están sobre la mesa. Casado es médico de familia y trabajó en el servicio de Urgencias del Rafael Méndez antes de recalar en los órganos directivos del sindicato. Ha sido presidente del sector de Atención Primaria, vicesecretario y secretario general. Desde la semana pasada, lidera la organización.
–No conocemos todavía los datos de lista de espera correspondientes al cierre de 2023, pero las últimas estadísticas publicadas reflejan un creciente atasco en las consultas externas. ¿Se está haciendo lo suficiente para tratar de acortar las demoras en el Servicio Murciano de Salud?
–Como organización sindical, los temas organizativos no son nuestra competencia. Como profesionales de la sanidad opinamos, pero nos faltan elementos de juicio. No sé si se está haciendo lo suficiente o no. Me gustaría pensar que sí, pero creo que hay que utilizar herramientas que quizá no se están usando por economicismo. Lo vemos en la dificultad que están teniendo los ciudadanos para acceder a las consultas de Atención Primaria. Ante la falta de médicos, el año pasado se llegó a un acuerdo que establecía la posibilidad de que los profesionales, de forma voluntaria, pudiesen extender su jornada y trabajar en horario de tarde. Eso se está aplicando, pero con muchísima dificultad. Las trabas administrativas a la hora de solicitar esa actividad de tarde impiden que sea una herramienta ágil. No está resultando una medida eficiente.
–Un reciente informe del Consejo Económico y Social advierte de esa dificultad creciente para acceder a la Atención Primaria. Solo el 22,6% de los pacientes que durante 2022 acudieron a su centro de salud o consultorio en la Región de Murcia fueron atendidos en un plazo de 24 a 48 horas, según el barómetro sanitario del CIS. Antes, estos plazos eran los habituales.
–Como decía, no se están utilizando todos los recursos que tenemos disponibles. Pero también hay que recordar que ha cambiado la actividad. Cuando hablamos de que antes no había que esperar para acceder a la consulta, hay que tener en cuenta que se trataba de una consulta masiva, a demanda; la atención que se prestaba al ciudadano no era de calidad. Ahora, lo que pretenden los profesionales es ofrecer una prestación de calidad. Por eso se reivindican desde hace muchos años los diez minutos por paciente, y se ha peleado para disminuir burocracia y aumentar la cartera de servicios. Antes simplemente se trataba de ofrecer atención a un proceso puntual, y ahora el concepto es más amplio, más complejo, y se necesita mucho más tiempo. No es lo mismo estar haciendo ecografías, cirugía menor ambulatoria o recomendaciones preventivas. Eso también está generando un desajuste entre la demanda y la oferta de calidad que se busca dar.
–Para afrontar ese desajuste es clave contar con más profesionales. La Estrategia de Mejora de la Atención Primaria (EMAP) apostaba por ello, con la creación, el año pasado, de 111 plazas de Medicina de Familia y 12 de Pediatría. Pero no se están cubriendo.
–De las 12 de Pediatría no se ha cubierto ninguna, y de las 111 de Medicina de Familia quedan 74 por cubrir, según los datos que tenemos. Creo que algunas de estas plazas no se han llegado a ofertar. Nosotros, lo que entendemos, es que hay que ofertarlas. Puede haber médicos de fuera de la comunidad que se sientan atraídos por las características climáticas de esta región, o por las condiciones de trabajo que pueda ofrecer Murcia. Yo no sé si el SMS o la Consejería de Salud tienen algún tipo de pacto de no agresión con otras comunidades, pero deberíamos empezar a ofertar esas plazas a nivel nacional. Hemos pedido al SMS que convoque un concurso de traslados abierto y oferte esas 74 plazas para el personal de la Comunidad o de otras regiones que pueda estar interesado. Tenemos que atraer médicos.
–En el pacto que el Sindicato Médico y la Consejería alcanzaron a finales de 2022 para la mejora de la Atención Primaria no se hablaba solo de estas plazas, también de cambios organizativos. Se planteó un nuevo reglamento para dar mayor peso a los coordinadores médicos de los centros de salud, que sigue sin ver la luz.
–El nuevo reglamento de los equipos de Atención Primaria no se ha puesto en marcha. Lo único que se ha conseguido es que los coordinadores hayan pasado de un nivel 26 de reconocimiento a un nivel 28, que es el equivalente a un jefe de servicio. Pero el resto de temas de carácter organizativo no se han llevado a cabo. Lo que se pretendía es que el coordinador ejerza de jefe o director del equipo, que tenga realmente capacidad organizativa. Una de las perversiones del sistema es que se han creado muchos reinos de taifas en las distintas categorías profesionales, y no hay una cabeza rectora. Cada uno campa por sus respetos a la hora de organizar el trabajo. Hay que cambiar el modelo, tiene que estar más jerarquizado, y tiene que tener líderes. La gestión clínica debe estar mucho más presente y, para nosotros, el único líder en la gestión clínica es el médico. Eso no quiere decir que no cuente con el apoyo y con las aportaciones del resto de profesionales sanitarios y no sanitarios. No negamos eso, no pretendemos que esto sea una monarquía absoluta, sino que se generen equipos eficientes pero con un liderazgo claro.
–¿Cómo se puede abordar el déficit de médicos en Primaria? Se habla de incrementar las plazas MIR, incluso con convocatorias extraordinarias, pero lo cierto es que cada año quedan plazas de Medicina de Familia desiertas en España.
–El modelo de Medicina de Familia hay que revisarlo en profundidad. Hay que darle competencias en gestión clínica, hay que revisar la cartera de servicios. Dando esos pasos, Medicina de Familia puede poco a poco volverse más atractiva, de forma que se puedan cubrir esas plazas que ahora quedan desiertas o a las que se renuncia. Pero lo que no cabe duda es de que, además, necesitamos aumentar nuestra oferta MIR. No solo en Medicina de Familia. Tenemos déficit de dermatólogos, radiólogos, anestesistas, traumatólogos. Nos faltan profesionales en muchas especialidades.
–La Consejería reclama una mayor flexibilidad para poder acreditar más plazas MIR. ¿Están de acuerdo con ese planteamiento?
–Por supuesto. Totalmente de acuerdo, si no afecta a la calidad de la formación. El gran privilegio que tiene España es la calidad formativa de sus profesionales. Eso es un valor que no debemos perder nunca.
–¿Por qué estamos ante este déficit de profesionales? Todo el mundo sabía, o debía saber, que se estaba acercando la jubilación de un número muy importante de médicos para los que no había relevo suficiente.
–Un estudio nuestro señaló en 2018 que el 40% de las plantillas se acercaban a la edad de jubilación. Estamos hablando de un número muy importante de médicos. La tasa de reposición era muy baja. De media, se situaba por debajo de 1. Es decir, no generábamos suficientes especialistas para cubrir ni siquiera el relevo generacional. Eso ha cambiado un poco en los últimos cinco años, porque ha aumentado la oferta de plazas MIR, pero no de forma suficiente como para dar respuesta a las necesidades actuales.
–¿Hubo falta de planificación, o el problema fueron los recortes? Durante años el número de plazas se mantuvo congelado, e incluso se redujo.
–Las dos cosas. Nunca ha habido una adecuada planificación de recursos humanos en el Sistema Nacional de Salud. Y luego, la época en que hubo disminución de plazas MIR coincidió con la crisis económica. Cuando los criterios economicistas entran a gestionar la sanidad empiezan los problemas graves. Porque se corta y se toca hueso, o se hace sangre.
–Para afrontar esta falta de médicos en especialidades clave como Radiología o Anestesia, el SMS está optando por crear lo que denomina unidades funcionales, con profesionales compartidos entre un hospital de referencia y las áreas periféricas, como Yecla o Caravaca.
–Es una solución coyuntural y cortoplacista. Es cierto que permite prestar el servicio donde ahora mismo no tenemos un profesional. Desde ese punto de vista, se entiende esta medida. Pero las consecuencias a medio y largo plazo para el hospital [periférico] son nefastas, porque se pierde totalmente la estructura de esos servicios. Al final, los hemos convertido [estos hospitales] en edificios vacíos de profesionales que están esperando un recurso que viene de fuera. Corremos el riesgo de que los servicios de hospitales como el Virgen del Castillo, en Yecla, carezcan dentro de unos años de dotación propia, o cuenten con uno o dos médicos y todo dependa de la prestación de servicios que se haga desde el Morales Meseguer o La Arrixaca. Eso es lo que a nosotros nos preocupa. Entiendo que coyunturalmente, si ahora mismo te hace falta un urólogo y tienes una lista de espera, puedes tener un contrato compartido que te soluciona el problema. Pero te lo soluciona ahora, no para mañana.
–Estamos asistiendo a un incremento del número de agresiones a sanitarios. ¿Qué causas hay detrás de este aumento y qué se puede hacer para ponerle freno?
–La solución no la tiene nadie, por desgracia. Si fuera fácil, ya se habría adoptado. Hace poco tuvimos una reunión internacional e intervino un médico austriaco. Nos dijo que, en su país, las agresiones no representan un problema. Estaba sorprendido por la preocupación que mostrábamos los españoles, los portugueses o los médicos de Suramérica. Creo que es muy importante el entorno socioeconómico. No es lo mismo tener una población con un nivel cultural y económico alto que hace un uso adecuado de unos servicios que lógicamente son muy buenos, como es el caso de países como Austria. Uno de nuestros problemas es que el sanitario es la persona que da la cara ante un paciente que llega con mucha angustia, ansiedad, con frustración por estar en una lista de espera. Lo paga con el primero que se le pone por delante. Esto no justifica en absoluto ninguna agresión, pero entiendo que existe ese contexto. Luego, hay personas que son asociales y da igual, no es un problema de listas de espera, ni de nada. Ellos quieren ser siempre los primeros en ser atendidos, aunque acudan porque se les ha enquistado un pelo mientras el de al lado tiene un infarto. Eso es inaceptable, y esos son los que llegan a la violencia física con más facilidad. Contra eso hay que tener castigos ejemplares.
–Salud ha prometido estudiar la aplicación de sanciones administrativas a los agresores.
–Hemos propuesto que en la nueva Ley de Salud se incorporen medidas de carácter administrativo, al margen de la vía penal, para sancionar las amenazas agraves, insultos, etc. Hay que sancionar comportamientos que no tienen cabida en un mundo civilizado.
–El Ministerio de Sanidad ha puesto sobre la mesa la reducción de las horas de guardia, desde las 24 actuales en días no laborables a 17. ¿Es viable la medida? El consejero de Salud cree que no lo es.
-La pretensión de los médicos jóvenes, y sobre todo de las mujeres jóvenes que están en edad de iniciar una aventura familiar con hijos pequeños, es la de conciliar. Su horizonte es el escenario que tenemos en el 061: turnos de 12 horas y una jornada minorizada en base al trabajo nocturno y en festivos. Pero eso tiene dos consecuencias: se necesitaría aumentar la plantilla exponencialmente, un 40% como mínimo, y generaría una merma retributiva que sería inasumible para muchos profesionales con hipotecas o hijos estudiando. Para mí, estos son los dos grandes escollos.
–Pero una cosa es ese modelo con turnos de 12 horas y otra el planteamiento de reducir las guardias a 17 horas. ¿Esto último tampoco es viable?
-La guardia de 17 horas ya existe en los días laborales. De lo que se trataría es de intentar implantar esas guardias en los festivos, sábados y domingos. Eso lo veo inviable: tendría que haber un segundo profesional para cubrir un periodo de 7 horas. No sé si la idea es de 8.00 a 15.00, o de 15.00 a 22.00. Por la noche, no me cuadra la cobertura. Podría hacerse algún esquema de este tipo, pero no lo veo viable porque los profesionales ya van muy sobrecargados de guardias, muchas de ellas en festivos. Esto supondría duplicar, y no es lo que busca la profesión. El problema es que tenemos una normativa nacional que es perversa para el médico. Tenemos una modalidad de jornada que es obligatoria pero no es solo ordinaria, sino complementaria hasta las 48 horas semanales (en un cómputo de seis meses). Ese límite está aceptado en toda Europa. El problema es que esa jornada complementaria [las guardias] no tiene ninguna consideración en las cotizaciones a la Seguridad Social, ni en tu vida laboral. No tienes más reconocimiento que los 30 euros que te pagan por hora, de los cuales una parte muy importante se va al IRPF. Para mí, uno de los temas esenciales es que desaparezca esa modalidad de atención continuada. Si se vuelve a negociar, el Estatuto Marco debe contemplar que toda esta jornada sea ordinaria, para que tenga los reconocimientos y repercusiones adecuadas. Eso supondría un antes y un después a la hora de valorar el trabajo del médico.
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