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«No soy capaz de señalar a una única causa. La contaminación del Mar Menor se ha debido a múltiples factores, sin señalar a nadie». ... La afirmación de la profesora de Edafología de la Universidad de Murcia, María José Martínez, arrancó el aplauso espontáneo de varias decenas de agricultores del Campo de Cartagena y demostró que un simposio sobre el Mar Menor no tenía por qué ser una larga charla técnica y aburrida, sino todo lo contrario: el objetivo era animar el debate. Minutos antes, José María Rey Benayas, catedrático de Ecología de la Universidad de Alcalá y experto en la introducción de modelos ecosistémicos en zonas agrícolas, aclaraba que la agricultura es la principal actividad en todo el mundo con más impacto sobre el medio natural, pero un modelo extensivo que respete la biodiversidad «no tiene que ser un enemigo» para los productores.
El congreso 'La ciencia al servicio de la recuperación del sistema socioecológico del Mar Menor', organizado por la Oficina Técnica del Mar Menor, dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica, en la Universidad Politécnica de Cartagena no ha buscado hablar de negros y blancos en la laguna y su cuenca, sino de analizar todos los factores que han propiciado la degradación progresiva de este ecosistema marino y los retos que quedan por delante. Celia Martínez, arquitecta y doctora en Urbanismo, apuntaba en la primera mesa redonda de la jornada de este miércoles que estamos «en el momento exacto de actuar» y de buscar soluciones en un territorio que necesita ser ordenado «y cumplir con la legalidad». Si es necesario «deconstruir o quitar asfalto», que así sea, mencionaba, al tiempo que pedía una recuperación de la red de drenaje en la zona alta de la cuenca para que actúe de «esponja» ante las lluvias. Esta zona hidrológica supone el 66% de los arrastres de sedimentos que se mueven hacia el Mar Menor.
El catedrático Miguel Ángel Esteve, de la UMU, no se mostraba optimista ante la elaboración del plan de ordenación de la cuenca vertiente, que acumula un retraso importante, pero sobre todo por la influencia de los «poderes públicos negacionistas». El experto habla de «un colapso terrestre y un abuso del territorio» para definir la problemática de la cuenca, «donde nacen los procesos naturales que afectan a la laguna». Recordó que, vía superficie y cada año, 21 hectómetros cúbicos de agua alcanzan el Mar Menor «con aportaciones importantes de nutrientes». El estado actual de la comarca no permite resolver el inconveniente de la «elevada tasa de escorrentías», que con menos lluvias ahora puede transportar más sedimentos, incide. Propone para ello renaturalizar las parcelas en los dos primeros kilómetros del litoral quitando el regadío y elaborar una red de setos de hasta 10.000 kilómetros lineales que «permita el control» sobre los arrastres.
Por esta solución también ha apostado Rey Benayas, quien en la ponencia que abrió la cita científica dejó como titular que todo «paisaje agrícola debe conservar al menos un 20% de superficie con vegetación natural o seminatural», un ejemplo que ve necesario aplicarlo al Campo de Cartagena. Gonzalo González Barberá, investigador del Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura, detalló como problema del Mar Menor «la enorme intensificación y simplificación» que ha sufrido el suelo por el desarrollo agrario en las últimas décadas. Como ejemplo, mencionó que existen fincas con hasta 2,4 kilómetros de laboreo en línea recta y en favor de la pendiente, una pista de patinaje para el agua que «cada vez genera una respuesta más violenta». Al respecto, aseguró que desde 2013 hay un incremento «muy importante» de las lluvias intensas en la cuenca, pero que esta ha entrado ahora en un ciclo «muy seco» que hará que veamos un Mar Menor «muy diferente» al que hemos visto en estos años de DANA.
María José Martínez vaticina que la nueva estrategia de Europa encaminada a fijar carbono en el suelo con buenas prácticas agrícolas y a compensar económicamente por ello será una oportunidad para el territorio. La experta en Edafología, quien ha estudiado los puntos positivos de apostar por la biodiversidad y la incorporación de materia orgánica para enriquecer las tierras de secano, no se ha mostrado a favor de la instalación de grandes plantas solares en la comarca, pues compactan el suelo y potencian las escorrentías. De nuevo, logró la ovación de los agricultores, muchos de ellos presentes en las últimas protestas en el Campo de Cartagena, donde se pedía, entre otras cosas, impedir la sustitución de cultivos de regadío por la fotovoltaica.
La segunda mesa de expertos entró al debate de cómo afrontar la contaminación del acuífero del Campo de Cartagena. Esta parte del congreso contó con la presencia de Enric Vázquez, investigador y Subdirector del Instituto de Evaluación Ambiental e Investigación del Agua, y Albert Soler, decano de la Facultad de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Barcelona. Ambos coincidieron en la importante falta de información que existe sobre las distintas masas de agua subterráneas bajo el suelo de la comarca y su presión sobre el Mar Menor. Vázquez apostaba por cuantificar las descargas subterráneas hacia la laguna y comprobar qué carga de nutrientes podrían entrar por esta vía, mientras Soler cree necesario «asimilar el nitrógeno residual que hay en los campos» y aplicar medidas a corto plazo para desnitrificar el acuífero. Sin embargo, los dos expertos van en la misma línea al afirmar que no habrá una descontaminación de la masa de agua hasta dentro de décadas.
La cuenca está inmersa en la constitución de las nuevas comunidades de usuarios de las masas de agua subterráneas Cuaternario y Andaluciense. El profesor de la Universidad de Barcelona piensa que esta es una oportunidad para que los titulares de los pozos puedan «autogestionarse»: «Los usuarios son los que mejor van a poder gestionar el acuífero». El primer reto es elaborar un plan de ordenación de las dos masas de agua, pero debe ir aparejado a «mejorar la información de los aprovechamientos». Marisol Manzano, profesora de la Politécnica de Cartagena, cree que estos usuarios deben sentirse «cómodos» y trazar de forma conjunta «objetivos a largo plazo consensuados» para revertir la sobrecarga de nitratos. «Deberían contribuir activamente en todas las medidas de gestión», remarca. Esta experta en Geología pone el acento en que toda agua que se retenga en la cuenca acabará infiltrada, contaminada o no, y terminará llegando a la alguna por el flujo subterráneo. Manzano aseguró que la descarga en el Mar Menor, a día de hoy, es «notable» y que la solución para deprimir la carga hidráulica del acuífero es bombear agua: «No hay otra forma de actuar, una vía que no contenta a todos, entre ellos el Ministerio.
Sin embargo, en este punto ha matizado que «sería injustificable económica y ambientalmente desnitrificar» esa agua bombeada para luego «volver a nitrificarla». «Descontaminar por completo es imposible»; pero el camino que se podría seguir es «disminuir» la carga de nitratos que están emergiendo. «A corto medio plazo es fundamental evitar añadir nuevas cargas de nutrientes». Manzano instó a las administraciones a que inviertan en mejorar el conocimiento del subsuelo de la comarca para conocer el contacto entre las masas de agua, la transmisión y la capacidad de almacenamiento, los gradientes hidráulicos, la velocidad de flujo o la dirección del agua.
El profesor de la UMU y científico del Instituto Geológico y Minero de España, José Luis García Aróstegui, fue uno de los invitados más crítico con la intervención que están haciendo las administraciones en el problema del Mar Menor. Los científicos controlan sobre todo la zona saturada del acuífero, «pero no logramos anticiparnos a la contaminación que les está llegando», advierte este experto en masas de agua subterráneas, «hay un serio problema sobre cómo están hechas las redes de controles oficiales con las que medimos los nitratos» del subsuelo. Esta información, ha destacado, es la que luego se manda a Bruselas, y por la que se «imponen multas» al incumplir la directiva comunitaria de nitratos. Aróstegui informó de que el nivel freático del acuífero está recuperando los registros que se dieron tras la primavera lluviosa de 2022, que provocó la crecida del mismo e importantes eventos de surgencias de agua.
Advierte, al mismo tiempo, de unas mayores concentraciones de nitratos en algunos puntos de la cuenca, pero insiste en tomarse «en serio» las medidas enfocadas en recopilar mejor la información de los flujos subterráneos. El científico también recordó que, según sus últimas investigaciones, el territorio sobre el que se asienta Fuente Álamo está «desconectado» del acuífero del Campo de Cartagena que vierte vía subterránea al Mar Menor, de ahí que haya puesto encima de la mesa «abordar una modificación» de las medidas que limitan las actividad primarias en este municipio, sin mencionar explícitamente a la ley del Mar Menor.
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