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El edificio se encuentra apuntalado ante su precario estado. ros caval / agm
El Molino Armero de Murcia enfila su restauración una década después

El Molino Armero de Murcia enfila su restauración una década después

En paralelo a la primera fase del proyecto, se abrirá un proceso participativo para determinar sus usos y evitar casos como el del renovado Molino del Amor

Viernes, 18 de noviembre 2022

«Mi abuelo me habría tachado de 'sinvergüenza' si no hubiera apostado por conservar el edificio; ¡y hemos pasado las de Caín para que no se caiga!». Así, cargado de buen humor, mostraba este viernes José Marín Armero su alegría por el próximo inicio -en el primer semestre de 2023- de las obras de restauración del molino de pimentón que lleva el apellido de su familia materna y que es todo un símbolo de la pedanía que lo vio nacer. «Sus escrituras de propiedad, que datan del siglo XVII, son el documento más antiguo en el que aparece el nombre de Cabezo de Torres», explica el hasta hace poco propietario de las históricas instalaciones industriales.

Fue allá por el año 2015 cuando la familia Armero pidió ayuda al Ayuntamiento de Murcia para poner en valor este elemento incluido en el BIC del sitio histórico de Monteagudo y Cabezo de Torres. Las gestiones iniciadas entonces dieron lugar, a finales de 2020, a la compra por parte del Consistorio del conjunto arquitectónico, que incluye el molino tradicional y sus almacenes colindantes. El camino iniciado, que se encuentra aún lejos de su culminación, continuará en los próximos meses con un nuevo paso, el de la contratación y ejecución de las obras de consolidación del complejo, unas actuaciones para las que el que el Consistorio cuenta con un presupuesto de casi 300.000 euros y que se encuentran a falta solamente de licitación.

Esta primera fase del proyecto incluye, dado el precario estado de conservación del edificio, los trabajos necesarios para la retirada de materiales de cobertura, la demolición de muros y cubiertas inestables, el refuerzo estructural de los muros existentes, incluido el cosido de grietas, la reconstrucción de las paredes derruidas y el tratamiento superficial de los muros exteriores, así como la ejecución de nuevas cubiertas para asegurar la estanqueidad del inmueble, paralizando así los estragos de las lluvias. Además, se acometerán medidas de protección de los bienes muebles presentes en el interior del molino, procediendo a su inventariado para su uso en la posterior musealización.

Esta llegará en una segunda fase a la que se prevé destinar un millón de euros de presupuesto y que se verá favorecida por el buen estado de unos mecanismos, activos hasta mediados de los 90, que «todavía podrían funcionar con solo presionar un botón, algo que lo hace único en la Región», según explica Marín Armero. Sin embargo, aún quedaría libre un espacio de 1.000 m2 de almacenes, cuyo destino se decidirá a través de un proceso participativo que pondrá en marcha la junta municipal de la pedanía de forma paralela. Se busca así dar un uso habitual a las instalaciones, evitando situaciones de infrautilización como la del restaurado Molino del Amor, al que se le busca destino ahora como un depósito de semillas autóctonas.

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