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El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, lo recordaba esta semana en el VI Encuentro Intervegas: «Estamos en un momento de aceleración de ... la transición hacia soluciones basadas en la naturaleza para mejorar la resistencia frente al reto climático y ambiental». Y destacaba la importancia que desde la UE se da a las estrategias que fomentan un agrosistema sostenible, ecológico y de proximidad, y soluciones basadas en la naturaleza para producir más con menos recursos y crear corredores multifuncionales.
«Ha llegado el momento de incluir la perspectiva ecológica en las intervenciones y que se prioricen las actuaciones atendiendo a si afectan a especies amenazadas», insiste David Verdiell, representante sectorial de Medio Ambiente del Colegio Oficial de Biólogos (Cobrm). Y coincide con Fernando García, profesor e investigador de la UPCT, en que «las inundaciones han puesto de manifiesto que las infraestructuras grises siguen siendo útiles, pero las soluciones basadas en la naturaleza son muy necesarias».
Precisamente en la misma línea pretenden actuar la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) y el Ayuntamiento de Murcia, que, en colaboración con las universidades de Murcia (UMU) y Cartagena (UPCT), han desarrollado varios proyectos en el marco de un convenio iniciado en 2018 por el concejal de Desarrollo Sostenible y Huerta, Antonio Navarro, para idear estrategias con las que recuperar ambiental, social y económicamente el río y la huerta, y que ya tiene sus primeros frutos: el proyecto del meandro del molino de Funes, 150.000 metros cuadrados a ambos márgenes del río en la zona oeste del municipio, que requiere una inversión de 5 millones de euros; y el del meandro de La Barca, más de 58.500 metros cuadrados al este de la ciudad, elegido por unanimidad por los pedáneos de Santa Cruz, Alquerías y Los Ramos de entre tres propuestas. «Lo primero es tener la disponibilidad de suelo y los proyectos», defiende Antonio Navarro, que confía en que las ayudas europeas anunciadas lleguen para financiar estas iniciativas.
Sobre estas y otras propuestas trabajan, desde hace dos años, Alfonso Bernal y Fernando García, de la UPCT, que están a punto de obtener los resultados de las modelizaciones que les permitirán avalar «si estas soluciones funcionan hidrológicamente y mejoran la situación en caso de riada», apunta García, que considera que las actuaciones proyectadas en los meandros del molino de La Rosquilla (Rincón de Beniscornia), del molino de Funes y del Chico del Vivillo, y la rambla de La Ventosa tendrán «un gran y muy positivo impacto» y dejarán el cauce libre para que, en caso de necesidad, no pierda la capacidad de evacuación actual.
Aunque aún susceptible de modificarse, la última reunión de trabajo de UPCT, UMU, CHS y Ayuntamiento sirvió para concretar los detalles del proyecto para el meandro de Funes. «La estrategia desde Contraparada hasta Murcia es recuperar los meandros más amplios como cauces de agua para afrontar las avenidas (como en el de Funes) o ensanchar el cauce actual y mejorar su biodiversidad (como en el del Chico del Vivillo), al tiempo que se generan, en terrenos de dominio público hidráulico, bosques de ribera para el disfrute de la ciudadanía», resumen.
Además, en la propuesta de Funes, sobre dos espacios uno a cada lado del río, se quieren recuperar y poner en producción las parcelas de huerta abandonadas, así como crear una zona de huertos urbanos: terapéuticos, interculturales, educativos y formativos; y crear una senda de la memoria biocultural, en la que se podrá ver cómo ha cambiado el paisaje agrícola desde los primeros cultivos preneolíticos hasta la actualidad, avanzan.
Además del equipo de la UPCT, en el desarrollo de estas estrategias participan también José María Egea y Rosario Vidal-Abarca de la UMU, que plantean la creación de una playa fluvial en el Chico del Vivillo (zona inundable en caso de avenidas), la restauración agroecológica de las terrazas fluviales, la revitalización de las tierras fértiles de la huerta aledañas, abandonadas actualmente, y la creación de un circuito de proximidad (para venta de los productos), que podría tener su mercado en la vieja depuradora de Rincón de Beniscornia, actualmente en desuso. «El objetivo es ofrecer una alternativa viable a los propietarios de los huertos para que los pongan en producción, al tiempo que se recupera el suelo fértil, se contribuye a la soberanía alimentaria de la ciudad y se salvaguarda un patrimonio natural y cultural de todos, además de revertir la erosión», resume el catedrático Egea en la misma línea marcada por la UE.
Pese a que inicialmente se pensó en actuar solo en la zona oeste, Antonio Navarro adelanta un último avance: «ya hay redactada una actuación para el meandro de La Barca, una zona muy frecuentada por los ciudadanos entre las pedanías de Alquerías, Santa Cruz y Los Ramos, donde el río dibuja un meandro muy bonito en la margen derecha del río», describe el concejal. Y adelanta que se recuperará el bosque de ribera y se hará una senda verde. El presupuesto «oscila entre 800.000 euros, la propuesta más completa, y 300.000 euros, solo la reforestación». No en vano, la ciencia avala los beneficios ecosistémicos de la recuperación del bosque de ribera: lucha frente a invasoras, mejora de la transparencia y desnitrificación del agua, secuestro de carbono, disminución de la velocidad y la potencia erosiva del caudal, mayor infiltración al subsuelo, refugio y zona de reproducción para la fauna, y regulación del clima, al incrementar la humedad y reducir la temperatura, entre otras ventajas, enumera David Verdiell.
Atendiendo a las directrices europeas y a la oportunidad de financiación que supone su Pacto Verde, desde el Cobrm también proponen intervenciones en el río, entre La Contraparada y Beniel, que permitan mejorar su capacidad para afrontar el reto climático (que va a intensificar los eventos extremos de lluvias torrenciales y sequías), favorezcan su restauración hidromorfológica y contribuyan a mejorar la biodiversidad de los ecosistemas fluviales y de ribera para hacer frente al reto ambiental.
Así, proponen extender las actuaciones a los diez antiguos meandros del río en el término de Murcia con soluciones basadas en la naturaleza que reduzcan los efectos dañinos de las lluvias torrenciales y mejoren los servicios ecosistémicos de este dominio público hidráulico.
Entre las sugerencias, plantea restaurar los abandonados meandros, plagados de vegetación exótica y con alto riesgo de incendio, y aplicar soluciones diversas. Por ejemplo, explica, se podrían crear espacios verdes a los que derivar las aguas pluviales urbanas, generalmente contaminadas, mediante un colector para evitar verterlas directamente al río. «No habría que invertir en costosísimos tanques de tormentas, sino en un espacio de esparcimiento ciudadano, inundable cuando las circunstancias lo requieran. Incluso podría dotarse de un filtro verde que purificase esas aguas antes de devolverlas al río» y cita como modelo exitoso similar La Marjal, de Alicante, un parque urbano inundable construido en 2015 para combatir las riadas.
Igualmente, apuesta por la opción de recuperar los meandros como cauces para, en caso de avenida, contribuir a reducir la velocidad y el caudal del agua, disminuyendo los efectos adversos de las inundaciones aguas abajo; o generar en ellos humedales para favorecer la recuperación del bosque de ribera y la biodiversidad en general.
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