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Varios ciudadanos, ayer, cruzando por la pasarela de Jorge Marinque.

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Varios ciudadanos, ayer, cruzando por la pasarela de Jorge Marinque. V. Vicéns / AGM

La pasarela Jorge Manrique estrena suelo antideslizante

El Ayuntamiento confía en zanjar las continuas denuncias y críticas por resbalones y caídas en esta obra de Calatrava

Martes, 8 de mayo 2018, 03:17

La pasarela Jorge Manrique, la que une el barrio de Vistabella y el Infante, que estaba en obras para eliminar los cristales de la base y sustituirlos por un pavimento más seguro, volvió ayer a abrirse tras las mejoras realizadas en la estructura. La pasarela es una obra del arquitecto valenciano Santiago Calatrava y fue inaugurada en 1999. Casi desde ese año se convirtió en un quebradero de cabeza para las autoridades municipales ante las continuas denuncias por caídas y resbalones.

Hace ahora un mes justo, la concejal de Infraestructuras, Obras y Servicios Públicos, Rebeca Pérez, anunció el cierre del puente. «El objetivo es instalar un nuevo pavimento [que sustituyera al de cristal]. Tres capas de resina recubrirán una chapa y se dará una última capa antideslizante. Es muy parecido al mecanismo que se utilizó en Manterola», la otra pasarela junto al Puente Viejo, según explicó entonces la edil.

Las obras se extenderían durante unos 45 días, aunque finalmente han acabado en un mes justo. Ayer inauguró la reapertura de este concurrido paso el alcalde de Murcia, José Ballesta. Esta infraestructura, como manifestó el primer edil, es ahora «100% accesible, permitiendo el tránsito seguro de personas mayores, niños y sillas de ruedas, tras el nuevo suelo antideslizante instalado por el Ayuntamiento», que también ha realizado una puesta a punto integral de la estructura del puente.

La instalación en 2012 de un felpudo, cuyo coste ascendió a 60.000 euros, no solucionó el problema

El Consistorio pretende zanjar años de críticas por parte de la asociación de vecinos y que obligó a la administración a instalar un enorme felpudo en el verano de 2012 con una inversión de 60.000 euros. La solución, que también fue adoptada en Bilbao en otro puente del mismo arquitecto, resultó un desastre. Las roturas de la moqueta han sido una constante desde que fue colocada, demostrándose con el tiempo que no era la mejor alternativa para garantizar la seguridad.

Los vecinos han trasladado al alcalde su satisfacción por las mejoras realizadas, que consideraban «muy necesarias por las frecuentes caídas y resbalones que se producían con la anterior superficie, especialmente, cuando llovía», señalaron ayer.

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