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Pepa Cayuela y su hija Cristina guardan en cajas el material el local, este viernes. Ros Caval / AGM
El bar La Papa de Murcia cierra: «Los clientes han sido mi familia»

El bar La Papa de Murcia cierra: «Los clientes han sido mi familia»

#ELMOSTRADORDEMIVIDA ·

Cerraron en marzo, reabrieron en junio pero las nuevas directrices sanitarias ya no les permitían mantener el negocio

Viernes, 13 de noviembre 2020, 17:55

Cuatro generaciones de murcianos han degustado los sabrosos minibocadillos calientes y las patatas fritas con ketchup y mahonesa de La Papa. La crisis sanitaria y económica se ha llevado por delante la pequeña tasca en el corazón del murciano barrio del Carmen, en la calle Capuchinos, donde Pepa Cayuela, su dueña y artífice, supo crear un cálido ambiente «porque los clientes han sido mi familia y yo nunca me he sentido jefa, he sido una más entre mis empleados».

El anuncio de su cierre en Facebook -echó la persiana el viernes pasado- ha desencadenado un aluvión de mensajes de cariño, ánimo y solidaridad, y ha registrado más de 18.000 entradas en tan solo 24 horas, indica Emilio Salas, que ha trabajado más de 12 años con Pepa, a la que considera «mi madre laboral».

«La idea de montar la bocatería se nos ocurrió al padre de mis hijas y a mi durante un concierto de Pink Floyd en Alicante hace más de 40 años. Ya teníamos un local de copas, en la calle Álvarez Quintero, y pensamos en este otro».

Picantorro, murcianico, portaviones, sabrosón, marinero, campestre, funcionario, glotón son algunos de los ya célebres bocadillos de la carta. «Algunos nombres como Fiti -bacon plancha, pepinillo, mahonesa y salsa picante- lo elegí por mi sobrino, que toca la batería», explica Pepa; otros como Carolo o Coki están dedicados a sus hijas Carolina y Rosa. Y el Peponcio -atún, mahonesa y ketchup- a ella misma. Fin de mes (sobrasada, el más barato a 1,10 euros) se define por sí solo.

Cerraron en marzo, reabrieron en junio pero las nuevas directrices sanitarias ya no les permitían mantener el negocio con solo tres mesas. También hacían pedidos para llevar a casa, pero no era suficiente para mantener a flote la bocatería. El último día de actividad fue el pasado viernes, y celebraron el cumpleaños del hijo de una de las familias que han sido clientes de toda la vida.

Esta semana, Pepa y su hija Cristina andan recogiendo bártulos en cajas porque tienen que dejar el bajo que tienen alquilado antes de fin de mes. Los mensajes de 'WhatshApp' no paran de entrar en el teléfono de Pepa, que reconoce que «voy con los 'kleenex' a todas partes. Agradezco mucho las muestras de cariño de la gente». Su hija Cristina tiene previsto abrir en Primavera otra bocatería aunque aún no sabe dónde. No es un adiós a La Papa, sino un ¡hasta pronto!

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