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Hace dos años se cumplió el bicentenario del nacimiento del insigne revolucionario Antonete Gálvez, natural de Torreagüera, pedanía que ha visto languidecer, hasta casi su desaparición, la casa que le vio nacer y donde vivió. Numerosas han sido las peticiones en los últimos años desde colectivos, vecinos e incluso desde el mundo de la política para su recuperación y puesta en valor, con infructuoso resultado hasta ahora.
El último intento es la firma de un manifiesto por parte de una treintena de asociaciones y personalidades del mundo cultural, vecinal y conservacionista de Murcia y otras localidades «para que se cumpla la ley con la casa de Antonete Gálvez y se convierta en museo».
Los firmantes apuntan que desde 2002 el inmueble es propiedad municipal y tiene un grado de protección 2 en el Plan General de Ordenación Urbana de Murcia (PGOU), pero que desde entonces nada se ha hecho y «su degradación en los últimos años ha avanzado a pasos agigantados». En el escrito exigen «el inminente» cumplimiento de la legislación vigente; reclaman la ejecución «sin más demora» del proyecto para las actuaciones y estudios previos a la rehabilitación de la casa (que acaba de entrar a Contratación); y la posterior rehabilitación integral del inmueble.
«Solicitamos la protección del Huerto de San Blas en toda su extensión, evitando cualquier construcción en su perímetro; y demandamos que el futuro edificio albergue un espacio museístico que dé a conocer la historia de Antonete Gálvez y el movimiento cantonal en el contexto del liberalismo y el federalismo del siglo XIX en España», subrayan en el manifiesto.
Este movimiento espera que tras un bicentenario que «pasó sin pena ni gloria», pese a que el Ayuntamiento de Murcia aprobó una moción para la conmemoración institucional y la protección de su histórica casa, el actual equipo de gobierno «cumpla con las peticiones para la salvaguarda» de todo su legado.
Antonete Gálvez fue elegido en 1998 por unanimidad de la Corporación municipal de entonces Hijo Predilecto de Murcia y los firmantes recuerdan que, además de su actividad política, este personaje destacó en su lucha por los intereses agrarios de los huertanos.
También tuvo un protagonismo singular en la «ayuda a la sociedad murciana durante catástrofes como epidemias de cólera o la tristemente célebre riada de Santa Teresa», ocurrida el 15 de octubre de 1879.
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